El primer amor nunca funciona

Hexágono amoroso

Las vacaciones de verano en Corea son cortas. Ya que había cumplido 18 años en abril, mi padre me prometió llevarme a Estados Unidos a tramitar mi identificación, así que, en cuanto salimos de vacaciones, tomamos un vuelo a mi lugar natal. Mi madre también vino, ya que quería darse un tiempo del trabajo con nosotros.

Cuando llegamos al aeropuerto de California, lo primero que hicimos, fue bajar lo más pronto del aeropuerto, puesto que no queríamos encontrarnos con algún reportero un fan inoportuno que llamara la atención de todo el mundo. Dada la popularidad de mis padres (que era notoriamente más que la mía), posiblemente noticieros de chismes sabían sobre nuestro viaje. 

En fin, llegamos a nuestra casa en Los Altos Hills con paranoia, pero nada más que eso, afortunadamente. Cómo extrañaba el lugar donde pasé casi toda mi vida. 

Fuimos a tramitarla al día siguiente de nuestra llegada y si todo salía bien, mi identificación tardaría en estar en mis manos menos de 30 días. Ya que decidimos estar en California hasta que me la entregaran, decidí verme con mis antiguos amigos de la secundaria algunos días. Esos chicos eran buenas personas, hasta donde los conocí. No me extrañaba que hubieran cambiado de la noche a la mañana. 

La primera vez que nos reunimos, fue en la entrada del parque nacional de Secuoyas y el primero en llegar fue mi mejor amigo de la infancia, Tristán Miller; un chico de tes morena y ojos cafés. Su familia es de clase media. Lo último que puede importarle de alguien es cómo luzca, de donde venga o cómo es su vida.

La segunda en venir fue Juno Blake. Fue la primera chica que se hizo amiga nuestra cuando entramos a la secundaria. Es una chica un tanto tímida, así que dudé que actualmente tuviera muchos amigos. Siempre sostenía su cabello castaño en una coleta alta y sus mejillas están llenas de pecas.

Por último, los gemelos Jayda y Jayden Donson. Los chicos más problemáticos de la escuela. Entraron en tercer año y sólo duraron seis meses en la secundaria, ya que quemaron el laboratorio. Son dos gemelos rubios completamente iguales. Se rumoraba por la escuela que tenían descendencia asiática, pero nunca logramos saber si eso era cierto o no.

—¿A dónde se supone que vas a llevarnos, Ryan? — Preguntó Jayda.

—No me digas que vamos a entrar a ese apestoso parque— complementó su hermano.

—¡Chicos! ¿Qué tiene de malo ese parque? — Preguntó Juno, cada vez bajando el tono de su voz— Tiene mucho tiempo que no vemos a Ryannie... ¿no deberíamos disfrutar del día?

—Si Ryan quiere entrar a ese bosque, yo le voy a seguir— Aseguró Tristán— Jayda, Jayden, quédense si no quieren venir con nosotros, porque ahora ¡nos vamos!

Tristán apresuró su paso y posteriormente le seguí, Juno vino corriendo detrás mío, sosteniendo una pequeña parte de mi chaqueta y, por último, los gemelos nos siguieron de mala gana.

Hubiéramos pagado por un guía si los gemelos no hubieran decidido tomar el timón del viaje y guiarnos con sus bromas, maldades y palabras ofensivas. Tengo que admitirlo, son mis amigos, pero a veces me sacan de quicio.

Incluso a mitad del día, un guardia nos llamó la atención y nos acompañó a la salida, sin embargo, Jayda o "sedujo" y posteriormente le soltó una patada en la entrepierna para que tuviéramos tiempo de correr nuevamente a la profundidad del parque.

Todos corrimos en grupo y el guardia llamó refuerzos, para que fuera más complicado atraparnos, todos corrimos en distintas direcciones. 

Creí que estaba solo, hasta que escuché el crujir de las hojas cerca mío.

—¡Está bien! ¡No voy a resistirme! —levanté las manos, creyendo fielmente que era un policía— ¡Yo mismo me entrego!

No escuché ninguna voz que me respondiera, así que, atemorizado cerré los ojos y continué diciendo todas esas estupideces.

—¡No fue idea mía hacer todo ese desastre! ¡Exijo una llamada a mis padres!

—Tranquilo, Ryannie, soy yo— murmuró Juno, quien de pronto se encontraba frente mío cuando abrí los ojos.

—¿Juno? God! ¡Estaba muriéndome de los nervios!

Juno soltó una cálida risa.

—Lo lamento. No quería asustarte.

—¿No se supone que deberíamos separarnos?

—Sí, pero...—Juno desvió la mirada.

—¿Pero...?

—No sé a qué parte del bosque ir, me da miedo perderme.

—¡Bueno! Supongo que no pasará nada si los dos tomamos el mismo rumbo, como en los viejos tiempos.

Rodeé sus hombros y le dediqué una serena sonrisa, las mejillas de mi amiga se coloraron ligeramente y emprendimos nuestra tranquila caminata. 

Al principio caminábamos en silencio, poco después rompí esa calmada atmósfera con mis anécdotas en Corea del Sur, sobre lo que hacía con Shin y Jung. Por alguna extraña razón quise cubrir esa parte donde tenía novia. Ella me escuchaba atentamente, como siempre lo hacía. Era la primera vez que extrañaba eso de Juno. Huno un momento en el que Juno me interrumpió con un carraspeó y la miré desconcertado.

—¿Pasa algo?

—Pareces divertirte mucho en Corea, ¿te gusta más que California?




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