El primer amor nunca funciona

Flores y orgullo

Mis planes referentes a ir a comprar en un lugar exacto las flores que usaríamos en el altar, habían sido completamente cambiados por las alegres Soo y Yon; fuimos a un establecimiento próximo a nuestra institución.

Ambas estaban interesadas en la decoración, por lo que demostraban y cabe destacar que en el camino sacaron el tema, como cualquier chica, sobre si había alguien que me gustara y también la pregunta acerca de estar en este momento en una relación romántica. Por ende, negué todo, no obstante, su rostro demostraba lo que pasaba por su mente: si no estaba equivocado, tal vez pensaron que les había mentido. 

Soo le mencionó en voz baja a Yon algo inentendible a pesar de ir caminando a su paso.

Por lo pronto, la más calmada de ellas, Soo, fue con la vendedora para hacerle unas preguntas con respecto a unos bellos jazmines blancos y morados que vimos, estos le llamaron la atención desde que entramos al lugar. A su vez, su amiga optimista, Yon, me detuvo por algunos instantes cuando quise seguir a Soo junto con la vendedora. Los primeros momentos la contemplé algo extrañado y mi limitada paciencia, no soporto más; le di un empujón con mi hombro al momento de querer pasar de largo.


—¡Hey! ¿Qué te pasa? ¡No puedes pegarle a una pobre dama indefensa...! Si tuviera novio créeme que...

—¿Sí? Pero tú no tienes niña... y con esa actitud menos conseguirás uno...

—¡Maleducado! — dijo entre risas

Sé que para ella era divertido hacerme enojar porque era su superior.

—Estoy segura de que tienes novia, Jung— canturreó—. ¡Vamos! eres guapo, ¿qué chica se resistiría a ti? Debo admitir, que tu actitud...

Sin una respuesta verbal de mi parte, la miré fijamente y serio, quizá indiferente y con un aura de superioridad, alcé una ceja.

—¡Descortés, una actitud descortés!, puede herir los sentimientos de alguien más, pero eso no impide que alguna chica se interese en ti— Yon prosiguió —. Puedo darte consejos +si tu novia se molesta por haberla tratado mal, ¡sólo! si me dices su nombre en este momento.

—Escúchame Yon...

Fui interrumpido por la rapidez de mi compañera, quien me llevó afuera del local y en segundos, sacó de su mochila una soga. Su movimiento fue tan rápido (o fui demasiado lento en reaccionar) que, sin darme cuenta, terminé atado al poste de enfrente.

—¿¡Qué es lo que tienes en la cabeza?! ¿¡Estás loca?! ¡Quítame esto, maniática!

—Cálmate Jung, hago esto por nuestro bien; te advierto que debes responder con sinceridad a mi siguiente cuestionario y serás libre.

—¡Te juro que te expulsare del club si te atreves a hacerme alguna broma! — refunfuñé— ¿Qué? ¿Un cuestionario? Bien, lo haré. Nunca entenderé a las mujeres. Dilo rápido.

—¿Hace cuánto la conoces? ¿Dónde fue su primera cita? ¿Llevan saliendo demasiado o es reciente? ¿Le propondrías matrimonio en el festival que haremos o es de otro instituto? ¿Le has dado algún regalo? ¿Cuándo la conoceremos? ¿Crees que nos llevemos bien? ¿Le interesa la moda? ¿Has salido antes con más chicas que ella? ¿Es la chica más bella que has tenido el honor de amar? ¿Tuvieron o tendrán aniversario? ¿Viajarían juntos? ¿La llevaste a comprar prendas para los hijos que tendrán? ¿Eres afectivo? ¿La besas o ella a ti? — Yon levantó mi cabeza y preguntó cómo si el tiempo la estuviera persiguiendo con un hacha.

—¿De qué hablas? — irrumpí antes de que el cuestionario se volviera más extenso.

—De tu novia

—¿Qué? ¿Tú crees que tengo una?

—No lo creo; sé bien que tienes una y la descubriremos, aunque no quieras.

—¿Que estás...? Mira, me alaga que te intereses en ello, pero estoy soltero, no me interesa tener una novia, solo es una pérdida de tiempo.

Yon me pidió más explicaciones al respecto y no dudé en limitar su curiosidad. Estaba enfadado y sé que ella interrumpiría en cualquier momento si me aventuraba a calmar su curiosidad. 

Justo pocos segundos después de que fui desatado del poste, Gong Soo salió de la tienda con varias flores y detrás de ella, la mujer que atendía el lugar; en unos minutos aquella mujer nos llevaría a la escuela en su auto los adornos florales faltantes.

Adelanté mi camino a Mangjeol, mi vergüenza no se había esfumado, mi orgullo fue pisoteado por una infante. Gong Soo se acercó a Nang Yon y ambas caminaban detrás mío, conversaban acerca de las esposas, cosa que me enfureció más; todo había sido planeado.

¿Desde cuándo unas mocosas pueden ser capaces de ruborizarme de tanta vergüenza?

 




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