El primer amor nunca funciona

Ligeramente, me mostraste un poco de tu verdadero yo

Dong Bae Hye gritó lo más alto posible aquella frase que me hizo volver a mis sentidos, o al menos eso pensé. Se acercó apresuradamente a nosotros y bruscamente jaló del cuello de mi camisa así separándome de Jung y tirándome lejos. Jamás me pasó por la cabeza la idea de que Hye pudiera tener tanta fuerza o que fuera muy liviano para ella.

—¡¿Qué demonios te pasa por la cabeza?!

Gritó Hye frente a mi cara, sus ojos se llenaron de lágrimas y soltó una patada hacia mi entrepierna. 

—¡Levántate idiota y toma tus estúpidos pantalones! ¡Nos vamos de aquí!

¿Cómo demonios querían que me levantara del suelo? Su patada me había provocado hasta las ganas de vomitar y claro, claro que me ardía. No iba levantarme de ahí ni siquiera con la ayuda de un bastón. Pero bueno, era demasiado temprano para pensar que iba a ahogarme del dolor sobre el suelo, porque Hye me tomó cruelmente de los cabellos y me levantó ligeramente del suelo, tirándome de cara sobre mis pantalones que no se encontraban muy lejos de Jung. ¿Qué le pasaba? Ni siquiera estábamos saliendo ya. 

Dong Hye no detuvo las patadas que propinaba por todo mi cuerpo, acompañadas por insultos homofóbicos y victimizándose. Por otro lado, aunque Jung continuara ebrio, actuó al respecto; trató de apartar a mi ex novia, sin embargo, su fuerza y resistencia eran una porquería; Hye logró apartarlo de mí con un empujón, incluso cayó. Esa intromisión del chico que me gustaba, la utilicé para colocarme los pantalones, si no me daba prisa Jung terminaría como yo o incluso peor.

¿Qué podía hacerle a Hye? Es una chica, me iría bastante mal si la golpeaba o hacía cualquier intento para agredirla, pero, ¿por qué debería importarme? Sus golpes me bastarían para defenderme ante la ley. 

Por detrás enganché mis brazos en los suyos y la apegué a la pared, ella se forcejeaba mientras lloraba y me rogaba por un por qué.

—¿Por qué él y yo no? ¿Por qué tenías que ser gay?

—Porque... te dije por qué cuando terminamos. Y no soy gay, bisexual, heterosexual o todo lo que se te pase por la cabeza conforme al tema.

Hye se acercó a mí y rodeó mi cuello, poco después dejó en mis labios un efímero beso.

—Nunca me besaste, o me tocaste, ¿nunca fui tu tipo y jugaste conmigo? Song, a pesar de no ser nada más que tu compañero, lo besaste y lo tocaste. 

Sin apartarse de mí, Hye tomó mi mano derecha y la introdujo en su remera, posteriormente se acercó a mi oído y susurró para nosotros:

—¿Puedes darme hoy lo que no pudiste darme en un año y medio de relación?

No iba tocarla, ni iba permitir que mi cuerpo se excitara por sus intentos de seducirme, así que prontamente retiré mi mano. Jung, quien apenas podía mantenerse de pie, golpeó mi brazo. Hye estuvo a punto de soltarle una cachetada a Jung, pero detuve su mano. Jung dejó caer su peso sobre todo mi brazo y entrecerró los ojos. Lucía verdaderamente lindo, pero no era tiempo de admirar la natural belleza de la persona que me gustaba, sino de salir de ahí.

—Lo siento Hye, pero lo nuestro se apagó desde el momento en que comencé a imaginar a Jung en tu lugar.

Hye se mantuvo en silencio. Cargué a Jung como si se tratara de una princesa y salí de la bóveda; afuera estaban los pocos alumnos que aún persistían en el juego, todos esperando con nerviosismo a que saliéramos los tres. Tuve que explicarles que nos íbamos a casa debido al estado de Jung y nadie reprochó nada. Y así fue como Shin, Jung y yo salimos del salón.

Una vez estando en el estacionamiento del establecimiento, Shin me ayudó a abrir el auto y a subir a Jung en la parte trasera. Jung estuvo todo el camino dormido.

—¿Qué sucedió allí adentro después de que se metió Hye?

—You really don't want to know.

—¿Tan malo fue?

—Y también largo. Te explicaré por llamada cuando llegue a casa.

Poco después de que dejé sana y salva a Shin frente a la puerta de su casa, me dirigí a la dirección de Jung y él, no mucho tiempo después de emprender el camino, despertó.

—No tienes que llevarme a casa... puedo llegar solo...—Jung arrastró la voz.

—Irte solo sería peligroso, estás ebrio.

—No lo estoy, tú lo estás.

—Un poco, pero no tanto como tú. Tengo un gran aguante para el alcohol.

Jung golpeó ligeramente mi hombro y volteé a verlo por un par de segundos.

—Anda Jung, déjame o voy a chocar.

—Ni siquiera sabes dónde vivo, quiero bajar.

—¿Quieres callarte? Sé dónde vives, he ido a tu casa, ¿qué no lo recuerdas?

—¡¿Kim Young Mi?!

—¡No! ¡No soy ella!

Hubo un momento de silencio dentro del auto mientras conducía rumbo a la casa de Jung; algunas veces volteaba a verlo, no dejaba de parecerme lindo en todos sus aspectos y tampoco podía creer que estuviera ahora mismo junto a mí, dentro del mismo auto. Cuando estuvimos cerca de su hogar, colocó ambas de sus delgadas manos sobre los asientos delanteros y empinó su cuerpo hacia el frente. Apenas pude escuchar un hilo de su voz cerca de mi oído.




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