El primer amor nunca funciona

Segundo encuentro

Caminé lo más rápido posible al club de fotografía, era ahí donde seguramente estaría Kim si no desperdiciaba su tiempo acosando a Jung. Realmente ¿qué iba decirle al respecto? Sí, iba decirle que dejara a Jung, pero no tenía ni la menor idea de cómo decírselo. Supuse que las palabras llegarían en cuanto la tuviera en frente y esta vez no le permitiría hablar.

Cuando finalmente estuve frente a la puerta del club de fotografía, toqué al menos unas dos veces y después entré sin esperar un permiso a cambio. En efecto; Kim estaba revisando las fotografías de una cámara junto con otra chica más.

—Necesito hablar con Kim.

La chica que se suponía estaba revisando las fotos con Kim, volteó a verla y Kim le entregó la cámara. Posteriormente se acercó a mí y cruzó sus brazos.

—¿Qué necesitas, Lee Ryan? ¿Reflexionaste lo que hablamos la última vez?

—Lo hice, es más, pensé también en mi decisión final ¿quieres escucharla? Necesito que dejes en paz a Jung. No me importan tus discursos "honoríficos", no lograrás nada con ellos.

—¿Qué intentas? Tus palabras no detendrán mi amor por mi querido Jung.

—No estoy diciendo que detengas tus sentimientos, estoy ordenándote dejar de involucrarte con la vida privada de Jung, porque no seré yo quien termine primero con el honor de Jung, sino tú.

—¿Quién te crees para pedirme eso? 

—Me creo y soy Lee Ryan. No me siento igual de intimidado como la última vez que conversamos.

Kim Young Mi soltó una risita burlona y jugó con un mechón de su cabello, sin borrar la sonrisa molesta de su rostro, retó mis palabras. No tuve otra opción, si ella iba a ponerse pesada, ¿quién era yo para no seguirle el mismo juego? 

Realmente era buena. Quise asumir que Jung y yo estábamos en una relación, sin embargo, ella argumentaba con que Jung no era gay y no saldría con un chico, sin embargo, sé que yo era su excepción.

—Hagas lo que hagas, yo, Lee Ryan, siempre estaré un paso delante de ti. Publicas el vídeo o algo relacionado con mi vida privada o la de Jung y yo te denunciaré por acoso. ¿Crees que van a tardar un tiempo en procesar este caso? No princesa, tengo pruebas y te lo he dicho antes: Soy Lee Ryan, mi palabra es tan poderosa como la de mi familia ¿te quedó claro? ¿O quieres que te lo vuelva a explicar? No molestes más a Jung si no quieres que me ponga rudo contigo.

La expresión de Kim fue indescriptible, en cambio, la sonrisa que ella mostraba desde el principio, fue robada por mí. El poder que tiene mi familia es mucho al lado de otros, pero es poco al lado de algunos. Detesto que las personas tengan en mí la imagen de un bad boy, realmente lo detesto porque creo que no lo soy; quizá dejé esta imagen en Kim y compañía por esta discusión, pero si es para proteger a Jung, no me importaría.

No esperé por mucho tiempo más, realmente, no esperaba una respuesta de esa enferma. Satisfactoriamente salí del aula con el ceño fruncido y frente al salón noté la presencia de alguien más. Inmediatamente bajé la mirada y sonreí al saber quién era.

—Jung, ¿escuchaste todo lo que pasó?

—Un poco, o al menos el final. Podía solucionar las cosas sin tu ayuda.

Sin desvanecer la sonrisa de mi rostro, rodeé los hombros de Jung y ambos comenzamos a caminar sin rumbo fijo. Él era tan orgulloso que tuvimos una pequeña discusión no seria sobre eso, incluso insistió con devolverme el favor invitándome algo de la cafetería.

Ambos adentramos a un pasillo del instituto en donde no solían pasar los alumnos con frecuencia.

—Puedes pagarme el favor de otra forma.

Entonces en un momento de silencio, hice que Jung quedara contra la pared de ese pasillo y cubrí uno de los costados con mi brazo.

—Lee, no lo hagas, estamos en la escuela...

—¿Y qué?

Busqué su mirada y al encontrarla, un tenue color rojizo se adueñó de sus mejillas. Lentamente, con imprudencia, junté sus labios con los míos. Jung correspondió el beso con algo de temor reflejado en la forma en como apretaba mi camisa escolar y poco a poco, fue relajándose. Antes de perdiera la noción del tiempo y del espacio, Jung colocó su mano sobre mi rostro y me apartó.

—No sigas.

No dije nada. Jung siguió su camino y le seguí cuando acepté que no se detendría para esperarme.

—¿Te gustó?

—Cállate...

—¿Te gusto?

—Lee Ryan... ¿Por qué eres tan terco?

Reí ante su comentario y posteriormente añadí—: ¿Me responderás?

—Tenemos que volver al salón.

—Si no vas a responderme ahora, entonces quiero que me respondas de otra forma; ¿estás libre este fin de semana? Voy a pasar por ti el sábado a las 14:00, quiero que salgamos juntos.

Volteé a verlo. Jung estaba cabizbajo, jugando con sus dedos. Parecía que le habían comido la lengua los ratones.

—Lo tomaré como un sí.

Jung asintió y poco después de que tocaron la chicharra, se acercó a mi rostro y tímidamente besó mi mejilla, posteriormente se alejó y se dirigió al salón con premura.




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