Nunca estudié para un examen de admisión, ni siquiera para los exámenes extraordinarios o los comunes que te hacen al finalizar un bimestre. No es que no me guste estudiar, es que no sé hacerlo, simplemente no puedo concentrarme, me distraigo con cualquier cosa, es imposible y frustrante. Iba a depender del dinero de mis padres nuevamente para entrar a la universidad que quería, sin embargo, últimamente pienso mucho en si volver a depender de ellos con respecto a ese tema. Tampoco sé si quiero estudiar en Corea o volver a Estados Unidos y terminar mis estudios ahí.
Sé que el tiempo está pisándome los talones, pero todavía no quiero preocuparme completamente por eso como lo hace Jung. Ya que mayo comenzó la semana pasada, él está más interesado en estudiar que en hablar conmigo. Me molesta un poco, pero lo comprendo. Ahora mismo no puedo ser su prioridad, sin embargo, ¿quién me niega estudiar con él?
Le rogué durante una semana entera que me dejara estudiar con él y no me refería a hacerlo en el salón, sino fuera de la escuela, él aceptó de mal humor el viernes y ambos nos dirigimos a su casa. Llegamos a nuestro destino al atardecer, ya que preferimos caminar a tomar el transporte.
—Nunca creí que llegaría tan lejos.
—Lo hiciste porque me obligaste. No te acostumbres, no puedes venir cuando se te dé la gana.
—¿Al menos puedo ver más allá de la sala?
—No, no por ahora. Toma asiento, iré por mis materiales de estudio.
—¡¿Tienes más?!
—Por supuesto que tengo más, ¡es el examen de mi vida! Mientras más sepa, será mejor, ¿no crees?
—Supongo.
—Bien, toma asiento en el comedor. No tardo.
Antes de subir las escaleras, Jung me brindó una determinada y tenue sonrisa que me dejó hundido en mis pensamientos, él y sólo él podía estar en mi mente, al menos fue así hasta que llegó su hermano mayor y pronunció mi nombre con entusiasmo.
—¡No sabía que venías de visita! — exclamó Jiang y se recargó en el respaldo de la silla que quedaba frente a mí— De ser así, me hubiera vestido mejor.
—don't worry about it! Luces realmente bien, Jiang. ¿Vienes de la escuela?
—Terminé de estudiar el año pasado y por el momento trabajo en una pastelería.
—Oh my god, ¿haces los pasteles? ¿En cuál pastelería trabajas?
—Digamos que sí, pero hago más que pasteles; soy repostero y trabajo en la pastelería Moon light.
Jung tardó bastante tiempo en bajar, por lo que aproveché esos minutos para tener una conversación con Jiang. No fue mucho de lo que conversamos, para ser exactos, hablamos de su trabajo y sobre cómo fue su vida en la universidad. Antes pensaba que sólo existían dos tipos de Jiang: el joven idiota que estaba enamorado de mi madre y de nadie más, y el hombre que jugaba el papel del hermano mayor responsable. ¿Por qué la familia de Jung está llena de enigmas? ¿Serán así todas las familias? Su hermano es más interesante de lo que aparenta, no es sólo un geek como lo pinta el chico que me gusta.
Cuando volvió Jung y ambos se encontraron, Jiang se despidió de mí acompañado de una sonrisa y de Jung revolviendo su cabello cruelmente, el menor gruñó furioso y antes de que pudiera atacar a su hermano, lo detuve.
—¡Suéltame! ¡Voy a golpear a ese idiota!
—No, me das miedo en ese estado. Déjalo pasar, ¿sí?
Jung suspiró pesadamente y retiró sus lentes, los dejó sobre la mesa y con el ceño fruncido, trató de acomodar su cabello. Permanecí estático por un par de segundos, mirándolo. Lo admito, me perdí en la profundidad de sus ojos. No cambiaba nada sin los lentes, no obstante, me hacía volver al día de la fiesta de graduación y recordar su lado ebrio adorable. También había notado algo más, algo que no le presté atención aquel día; los ojos de Jung eran más rasgados de lo que parecía. Su hermano también usa lentes, ¿toda su familia los usa?
—¿Qué estás mirando? No es algo extraño que me quite las gafas.
—Acabo de notar que tus ojos son más rasgados de lo que parece, ¿es la magia de los lentes?
—Que tonterías dices...
Jung bajó la cabeza y cuando finalmente terminó de acomodar su cabello, tomó sus lentes, esta vez su montura era oscura y antes de que pudiera colocárselos, salté de mi lugar, acorté la distancia que pronunciaba la mesa entre nosotros y coloqué mis dedos sobre su mentón, acto seguido levanté tenuemente su cabeza.
—No, en serio, te juro que se ven más pequeños. ¿Tan ciego estás? ¿Qué graduación es?
—¡Te recuerdo que nuestra fisionomía es distinta y que nacimos en países completamente diferentes!
Poco después subí mis manos hacia sus mejillas. No respondí nada al respecto, el intercambio de nuestras miradas lo hizo. Los latidos de mi corazón se aceleraron y fue como sí también pudiera sentir los de Jung. Sé que él estaba ofendido, también sé que si este pequeño detalle lo hubiese notado cuando recién nos conocíamos, me hubiera fracturado la mano por segunda vez, sin embargo, quería que esto fuera distinto y así fue. Silencié sus futuras quejas con un beso robado o tal vez no fue del todo robado, porque cuando me acerqué a su rostro, fue como si Jung se hubiera acercado a mí con anticipación y nada más nos importó; ni los estudios, ni el lugar donde estábamos, ni el detalle de sus ojos rasgados que tanto me gustaban.