El primer amor nunca funciona

Misma situación, diferentes sentimientos

El final de nuestra vida en la preparatoria Mangjeol comenzaba a avecinarse de una manera ruidosa; con el examen de admisión a la universidad.

Increíblemente, durante los días anteriores, la taza de suicidios de chicos de mi edad, aumentó. Era lamentable y fue doloroso enterarme que la zona en la que se acumularon los suicidios, porque fue el puente en el que disfruté mi felicidad con Jung, en nuestra primera y única cita. Era una desgracia que el Río Han pareciera estar más lleno de cadáveres y de lamentos que de agua.

A pesar de haberme distanciado de Jung (y posiblemente terminado nuestra relación), permanecía una profunda preocupación por él en el centro de mi pecho. Rezaba porque él no fuera a ser en alguno de estos días, uno de los chicos que quisiera lanzarse al río.

Sí estudié, pero no en exceso como todos mis compañeros. Realmente no me importaba si quedaba o no en una universidad, no porque no quisiera seguir con mis estudios, sino porque también había universidades por las que ambicionaba, fuera del país. Más que nada, hacía el examen en Corea porque quería estar con Jung. Igual y podía quedarme en su misma universidad con ayuda de mis padres.

No me gusta realizar exámenes, busqué el asiento de la única persona en el salón que se veía lo suficientemente nerd y manipulable para que me pasara las respuestas del examen, entonces ¡objetivo encontrado! Poco después de haber entrado al aula, entró un chico más bajo que yo, de aspecto limpio y unas gafas marrones que parecían tener más aumento que él con una vida social; en pocas palabras, Song Jung. Lo seguí con la mirada lo más discreto posible (no prometo nada, soy pésimo siendo discreto) y así como iban entrando después de él, los lugares se iban acabando. Hacía un tiempo que dejó de sentarse en frente mío, sí me descuidaba, no tendría oportunidad de sentarme junto a él.

Afortunadamente pude sentarme detrás suyo. Sí algo aprendí estos tres años, es que ser convenenciero con Jung, era la peor idea que cualquiera pudiera tener. No lo saludé, tampoco tuvimos otro tipo de contacto.

Durante el proceso del examen, copié un poco del examen de Jung (honestamente fue casi todo) con la mayor discreción posible. Todos estos meses estuve practicando y afinando mis habilidades con el copiado de los exámenes, si sospechaban, me saldría con la mía de todas formas. Todo estuvo fríamente calculado. Definitivamente estaríamos en la misma universidad. Jung no se desharía de mí tan fácil.

Esperé un par de minutos para entregar mi examen después de que ese nerd lo entregó. Tras salir del salón, glorioso y festejando conmigo mismo, volteé hacia un costado; el chico que me gustaba y yo, intercambiamos miradas. Su rostro se coloró por completo y posteriormente caminó con premura del lado contrario al mío.

—¿Cómo te fue en el examen? — pregunté en voz alta.

Jung se detuvo. Nuevamente su espalda respondió con un abundante silencio y continuó con su camino.

—Que tonto, es verdad, tú nunca fallas los exámenes.

Me aproximé a él y busqué su mirada, inclinándome.

—¿Qué vas a…?

Sin poder terminar la oración, Jung volvió a detenerse y me brindó la mirada que buscaba, sin embargo, de una forma no tan deseable.

—No me llevo con extranjeros.

—¿Llevarte...? 

—Sí. No quiero problemas contigo—. Y sin más, continuó con su andar.

De algún modo me hacía recordar al principio de todo esto, fue escalofriante, pero sí no actuaba, sería más complicado para mí poder acercarme.

—No harás nada lo que resta del día, ¿verdad?

El chico negó con la cabeza.

—¿Estarás en casa?

Jung asintió una vez. Harto de su comportamiento, alcé mi tono de voz.

—Oye, estoy tratando de ser amable contigo. Ni siquiera pienso molestarte ¿qué imagen tienes de mí para querer mantener distancia?

—Bad Boy.

Esa estúpida etiqueta que no escuchaba desde hace un largo tiempo, me hizo arderme en cuestión de segundos. Lo empujé contra la pared y recargué mi mano a un lado suyo.

—Tú sabes mejor que nadie que no soy de esa clase de chicos.

—Sí, claro, no me digas.

Sujeté al de menor estatura del mentón, por otro lado, él ni siquiera opuso resistencia ante mis acciones, ni siquiera se molestó en apartarme, sólo me observó.

—¡Quiero tener una conversación decente contigo y tú…!

—Quieres llamar la atención, extranjero.

—No me llamo extranjero, soy Lee Ryan y hasta donde sé, soy tu novio.

Silencié la voz de Jung con un profundo beso. Fue como si los dos hubiésemos deseado durante mucho tiempo que este momento llegara. Ni el profundo silencio algo amenazante, perteneciente de toda la escuela, nos detuvo. Mis labios se mezclaron con los suyos de forma lenta y atrevida. Rodeé su cintura y lo apegué a mí en el acto. Algo que esperé que sucediera en el principio, sucedió al final; Jung me separó con una patada en la entrepierna y caí de rodillas al suelo.

—Agh! Shit! What the hell is wrong with you?!




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