El primer amor nunca funciona

Epílogo: Profesor Jung

N/T: Este epílogo tiene lugar poco después de que Jung y Ryan recibieron los resultados de su exámen de admisión. Si no hasleído la nota de los autores, vuelve atrás.

 

 

 

 

 

 

 

Aunque el examen de admisión estuviera hecho disfrutáramos vacaciones de fin de año escolar, continuaba teniendo mis dudas con respecto al puntaje de Lee Ryan. Lo lamento, pero es imposible no tenerlas cuando tomas en cuenta el tipo de trampas que hace en esas situaciones. Además, ¿cómo se supone que tuvo esa puntuación si ni siquiera sabe leer y mucho menos escribir hangul a la perfección? ¡Su caligrafía también es pésima!

Una tarde, en fin de semana, alguien llamó a la puerta de mi casa. Ya que mi hermano mayor se encontraba en el trabajo, al igual que mis padres, salí a ver de quién se trataba; no era nada más y nada menos que el estúpido Lee Ryan.

—¡¿Qué haces visitándome?!— exclamé sobresaltado— ¿No puedo descansar de ti y los libros una vez sin que alguien se interponga? Vete, no estás invitado.

—Tu sueño puede esperar. ¿Te había dicho antes que eres muy lindo sin el uniforme de Mangjeol o alguna prenda formal puesta?

Lee Ryan acarició mi mejilla, con leves detenimientos y al instante quedaron completamente rojas. Mi rostro ardía y como consecuencia aparté a Lee Ryan entre leves berrinches.

—¡Deja de jugar, maleducado! ¿Qué quieres? ¿Por qué estás aquí?

—Excuse me? Eres tú el que ni siquiera se atrevió a saludarme cuando abriste la puerta. Se supone que eras el mejor de la clase, la persona a la que todo Mangjeol admiraba por sus maravillosas calificaciones. Valla, que engañados los tuviste a todos, aunque…

Acortando una vez más la distancia entre los dos, Lee Ryan no apartó su mirada de encima de mío, me sujetó del mentón, levantando tenuemente mi cabeza.

—Sí solo eres capaz de mostrarme a mi quien eres en realidad, quiere decir que hay algo más que confianza entre nosotros. Don’t you believe it?

—¿De qué...? ¡¿Qué estás hablando?! No hay nada entre nosotros ¡¿porque lo habría?! No me importa lo que quieras creer... ¡No en confío ti!

Titubeé apartándolo de mí por segunda vez, bajando la mirada.

—¿Eso quiere decir que las citas, los besos, la intimidad que hemos tenido no significan nada para ti? En ese caso quiero que lo digas, dime que me tienes odio, que no me necesitas y me alejaré de ti.

—No me obligues… ¡Lo haces a propósito, Ryan! ¡Eres tan molesto!

Gruñí alterado.

— Tell me Song Jung, admit how much resentment you keep holding me...

La persistencia de Lee Ryan lo orilló nuevamente a destruir mi espacio personal volteando mi cabeza hacia el frente, de tal forma en la que pudimos intercambiar miradas. Para ser honesto, estaba paralizado de los nervios. Por otra parte, Lee Ryan permaneció en silencio; nunca apartó de mí su seria y penetrante mirada; luego de unos instantes, retomó la palabra.

—Si solo estas usando mi corazón talvez debas buscar a alguien más. No voy a ser una muñeca a la que puedes controlar cuando quieres y cuando no, la sueltas.

El chico que tanto me gustaba se alejó de mí y caminó hacia la salida del jardín. Antes de permitirme cometer el mismo error de noviembre, sujeté la manga de su chaqueta. No me atreví a dirigirle la mirada. Mi rostro ardía, estaba de más afirmar que estaba sonrojado.

—No, no puedes… ¡No digas eso! ¡Sabes cuánto me gustas y lo que siento por ti! Pero sigue costándome admitirlo en mi casa…, más bien, en público. No puedo gritarlo… Jiang o alguien más pueden oírme y no quiero que se interpongan en lo nuestro. ¡Por favor, no me dejes! ¡Te quiero! ¡Lo siento!

Solté la manga de Lee Ryan e instantáneamente hice una reverencia, la mantuve por un par de segundos. Seguido de esto, escuché una risita y lo único que pude observar fue la espalda del hombre de quien estaba enamorado.

—Lo sé, necesitaba que lo dijeras una vez más para motivarme a hacer esto.

Lee Ryan se giró con una leve sonrisa para besarme sorpresivamente. Seguí el ritmo suave de sus labios con los míos, sin embargo, esa dulce sensación no duró más de 10 segundos. Después de esa efímera muestra de amor, me atreví a preguntar:

—¡¿Estabas fingiendo toda la escena para hacerme confesar?!

—¡Salió mejor de lo que esperaba! Sabía que ibas a maltratarme, aunque quería darte una lección ¿no te agrada?

Revolvió mis cabellos.

—¡Eres tan...! — refunfuñé— Olvídalo... Pero sigues sin responderme: ¿Por qué viniste?

—¿Puedes ayudarme a escribir y a pronunciar bien el coreano? Cuando ingresemos a la universidad no quiero estar molestándote todo el tiempo. Además, ni siquiera estaré en el mismo salón que Shin, estoy muy seguro de eso.

Esa pregunta, había sido la misma que tuve durante estos últimos días. Ya que ese tonto sacó el tema de conversación, no parecería un envidioso si le preguntaba.




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