Yo no existo, ni si quiera puedes verme, no tengo poder y tampoco tengo cuerpo, no tengo alma, no tengo vida: he estado observando a todos ya desde un buen tiempo, soy el encargado de ver a los seres en el planeta como si fuera una película, mas sin embargo no puedo cambiar su vida.
— Oye, oye, oye ya despierta — Percy abrió los ojos.
— ¿Dónde estamos?
— Estamos en tu cabeza, no es gran cosa, pero sí que es todo un palacio.
Percy y yo estábamos en el tejado de un gran palacio con arquitectura antigua y decoraciones de marfil, alrededor había un terreno extendido de verdes pastizales, árboles que rodeaban el palacio, Percy estaba del otro lado del techo, mirándome confundido.
— No puedes descifrar que como, ni como vivo, ni que hago, te asusta no tener la respuesta ¿verdad?
— ¿Donde estamos?
— ¿Ya te lo dije, estamos en tu cabeza, no me crees?
Estiré mi mano y la revolví, el espacio se deformaba y en pocos segundos aparecimos mirando un sistema solar, luego una galaxia, luego varias galaxias.
— ¡¡¡ash!!! ¿Qué estás haciendo?
— Es todo lo que conoces como tu universo mental, Percy
Revolví una vez más mi mano y volvimos al palacio.
— Ahora dime Percy... quien soy
— Como quieres que lo sepa — dijo respirando de modo cansado — ni si quiera he visto tu rostro, y llevas capucha para tapar tu rostro... y.... de color blanco, en cierta parte da miedo, pero me pregunto si...
Utilizo su mano y la revolvió, en segundos aparecimos en otro lado de su mente, un campo extenso de hierbas altas y de color amarillo, con el sol entrando, anunciando la noche.
— Es un hermoso atardecer, Percy
— Ahora si me dirás que hace... o mejor dicho que haces aquí?
— Percy... tu destino te llama, pero depende de ti si quieres aceptarlo
— ¿De que destino hablas?
— ¿Has sufrido mucho, sabes qué significa? Solo quien ha sufrido puede calmar el dolor de los demás
— ¿Que significa en específico?
— ¿Quieres... serias el primero, pero... quisieras... ser un héroe?
En ese instante Percy me miro como si estuviera bromeando y su cara se puso roja por aguantar la risa, tomando tu estomago se mató a carajadas.
— Espero que sea una broma, debí drogarme con algo inconscientemente porque primero estoy en una representación física de mi universo mental, luego hablo con un menor de edad de 15 años vestido de blanco dentro de mi cabeza, y por último recibo una pregunta muy, muy, siniestra y estúpida.
— ¡¡¡No es una broma!!!
Forme un báculo en mis manos y golpee el piso, un temblor en eco sonó, la risa de Percy desapareció.
— Recuerda maldito necio.
Volví a golpear el báculo en el suelo y viajamos por los recuerdos de Percy, yo me convertí en polvo, pero sin dejar de ver todo lo que ocurría.
— Acaso no puedes ser un niño normal — gritaba un hombre totalmente hebreo mientras un niño lloraba — no pudiste conseguir ni dos pares de billetes.
— Lo ciento, no fue mi intención, puse mi mayor esfuerzo — decía acariciando un cachorro mientras secaba sus lágrimas en la cría de perro.
— Deja de acariciar a ese estúpido perro.
El hombre tomo al cachorro del cuello y con fuerza lo aventó contra la pared dándole muerte de inmediato, el niño se quedó totalmente paralizado al ver a su amigo dejar de moverse al caer al suelo, el silencio invadió la habitación, mas lagrimas choreaban de sus ojos.
El hombre levanto la mirada, agarro una botella de alcohol y se encerró en una habitación paralela; minutos después aquel niño se encontraba corriendo lejos de esa casa, por calles donde la gente se mataba con drogas y alcohol, un callejón donde la gente esperaba morir por el frio de ambiente.
— ¡¡¡No me voy a detener!!! No lo are — frunció las cejas con sus lágrimas en medio — ahora trabajo solo.
Se detuvo al chocar contra la espalda de un hombre que parecía estar comprando en el mercado algunas cosas que necesitaba, el hombre volteo la mirada hacia el niño, Percy intento escapar, pero el hombre lo tomo de la mano, y se arrodillo para llegar a su altura.
— Oye, tranquilo hijo — dijo serenamente.
Aquel hombre estaba vestido de una bata negra, su barba era blanca y un poco más larga de lo normal, sus manos parecían no haber envejecido y su rostro parecía mostrar experiencia de bastantes años.
— Tranquilo, tranquilo, ahora está bien, ahora es mejor, ahora es mejor hijo.
— Déjeme, déjeme ir, aléjese de mi.
— Tranquilo hijo, está bien, deja tu miedo, confía en mi.
La mirada del niño aterrado se volvió a la cara del hombre de barbas blancas, empezó a tranquilizarse al mirarlo, como si delante suyo tuviera un héroe.
— Ahora vamos con calma, ¿dime de que estas escapando?
— Lo vez — Percy voltea la mirada — todos tenemos un héroe al que admiramos en secreto, pero al final sabemos que nos gustaría ser uno de ellos.
— Si ya entendí a qué te referías con tu pregunta... bueno no del todo, pero más o menos.
— El mundo está en ruinas y necesitan esperanza, no encontré a nadie realmente digno o no lo suficiente como para comunicarme con el.
— Tu... eres... dios? — sonreí un poco.
— No existe tal dios que anda buscando la humanidad, ellos piensan que depende de un ser divino la felicidad y la paz de miles de millones de hombres y mujeres, al final la felicidad depende de cada uno.
— Entonces quién eres?
— Yo no soy nadie, no existo, no tengo cuerpo.
— Y tampoco rostro al parecer, siempre miras al suelo para no mostrar tu rostro... a que te refieres con esperanza.
— ¿Dime que recuerdas del total de tu vida? ¿Olvidaste todo aquello que en un momento te daba esperanza?