En donde la mejor amiga mete en problemas a todos.
26 de Julio de 2019.
Ya me quiero ir a dormir.
Esta fiesta sigue y yo estoy muy aburrido con Poliana quien al fin aceptó que tal vez no era muy buena idea que yo organizara una fiesta ya que no tenemos tantos amigos.
Así que prácticamente son todos amigos de mis hermanos o mis primas. Había visto a Sofia intercambiar saliva con un desconocido así que mi única oportunidad de hablarle falló.
—¿Y qué tal ese?—me preguntó Poli por un chico que iba pasando.
Toda la noche se ha esmerado en encontrar a alguien "lindo" para acercarse a hablarle, luego ella escoge a alguien y yo lo apruebo o lo rechazo para poder escoger al mejor y no atorarse con alguien raro. Obviamente todos van a estar rechazados.
Esta vez no es por protegerla a ella, es por proteger a cualquier chico.
—Tiene cara de drogadicto—le dije.
—¿Algún día dejarás que me guste alguien?
—No.
—Hola, chicos—Virginia llegó a sentarse a lado de nosotros—. ¿Aburridos?
¿No tiene algún otro lugar a dónde ir? Bueno, eso sonó muy grosero pero es que estoy demasiado fastidiado.
—Sí—contestó Poli—. ¿Por qué no estás alcoholizada como tus amigos?—le señaló a Daniel quien estaba a lado de una Abigail muy borracha; hace rato habíamos visto a Lia y estaba igual.
—No me gusta tomar alcohol—arrugó la nariz— . Bueno si me gusta, más bien tengo poca resistencia, dos vasos de lo que sea y termino inconsciente. Ustedes son los de la fiesta, ustedes deberían de estar ebrios.
—No puedo beber y Jorge tiene prohibido hacerlo ya que tiene que cuidarme—contestó.
No me agrada para nada que estas dos tengan una conversación muy fluida. Las dos son unas parlanchinas.
Creo que soy mejor escuchando de hablando, y no me molesta... a veces.
—¿Cuidarte de qué?
—Soy narcoléptica—Poliana se sonrojó. Siempre hace eso cuando habla de su condición porque generalmente la conversación se torna incómoda cuando dice eso.
—Wow, eso es genial. Digo, es triste y tal vez raro pero nunca había conocido a una persona con un problema así, así que para mí es interesante—Poliana rió.
Creo que Virginia sabe romper el hielo aunque odie admitirlo.
—Supongo que lo es—los tres nos quedamos callados—. ¿Qué tal él?—me preguntó por un chico demasiado bajo.
—Enfócate en buscar a alguien que mida más de 1.60.
—¿De qué hablan?—Virginia preguntó.
—Yo le pregunto si me puedo acercar a alguien y él lo aprueba o lo rechaza para que no me encuentre con alguien que no me guste del todo. Sabe mi gustos mejor que yo.
Sus gustos son pésimos.
—Uy, ¿puedo jugar?
—No es un juego—le contesté.
—Sí—Poliana me dio un golpe y siguió mirando al rededor—. ¿Qué tal él?—señaló a un chico rubio.
—Ugh no, tiene novia—Virginia le dijo.
—Y los rubios son aburridos—le dije y Poliana me miró feo.
—Lo de hoy es los pelirrojos—ella dijo y Poli rió, por poco yo también lo hago.
—¡Nunca voy a encontrar a un chico lindo sin que le encuentres algún defecto!—Poliana se quejó de mí.
—Es que tienes pésimos gustos, amor.
—El próximo que escoja es el bueno—se tapó los ojos y señaló al azar a alguien—. ¿Está aprobado o no vale la pena que lo mire?
Señaló a un chico de estatura promedio, cabello negro y creo que lo he visto en algún lado. Aunque se ve mayor que Poliana.
—En realidad parece decente—le dije.
—Creo que te gustará—Virginia le quitó la mano del rostro a Poli se quedó callada.
—Es tan hermoso que no me acercaré—de seguro se le caerá la baba en algún momento.
—Se llama Alan y es muy amigable—Virginia le comenzó a decir—. Deberías hablarle, besa bien—le sonrió a Poli tratando de darle ánimos, creo.
—¿Cómo sabes?—le preguntó y ella ladeó la cabeza.
Creo que debe de pensar más que decir antes de hablar.
—Me contaron—Poli la miró dudando—. Bueno esta bien, nos besamos una vez. Pero solo una, lo juro—puso una mano sobre su pecho—. Pero te caerá bien. Trabaja, es universitario y no tiene novia.
—Está bien, iré con él—se levantó de su lugar.
Entonces si es universitario si es muy grande para ella, claro que no me va a dejar decirle nada ahora que está decidida a acercarse.
En lo que decidía si seguir caminando o no, vimos la puerta de la casa abrirse y entró el hermano de Poliana, Samuel.
Los dos nos miramos y luego miramos a Virginia, quien estaba saludando a Samuel con la mano y luego miramos a Sam, quien estaba devolviendo el saludo y luego nos miró y su ceño se frunció.
Oh no.
—Te dije que no era una buena idea ocultarle a tu hermano que estabas aquí—le dije a Poliana.
—Cállate.
(...)
—¡Puedes decirme qué diablos haces aquí, Poliana!—Samuel le gritó a Poli.
—Escucho tus gritos—le contestó.
Ahora estábamos Poliana, Virginia, Samuel y yo encerrados en mi cuarto. Poli y Samuel estaban peleando a un lado de mi cama mientras Virginia observaba mi pared y movía el pie inquietamente.
—¿Puedes dejar de hacer eso? Me pones nervioso—le dije y paró.
—Lo siento—hizo un puchero y siguió mirando a la pared, creo que era más interesante que ver a nuestros amigos pelear.
—¡¿Mamá y papá saben que estás aquí?!—Sam siguió con su pelea.
—No... piensan que estoy con la abuela—Poliana no se inmutó. Es muy respondona a la hora de pelear, odio pelear con ella porque igual es muy orgullosa y cree que siempre tiene la razón.
En estos casos es cuando se comporta como una adolescente rebelde.