El Primer Idiota.

Capítulo 18.

En donde cada vez es más evidente.

 

 

14 de Octubre de 2019.

 

 

Estaba solo sentado en la cafetería de la escuela con una bolsa de papas a medio comer. No había tenido clases en practícame todo el día y los maestros se habían tomado la molestia de avisar cinco minutos antes de su clase.

Estoy muy aburrido, Poliana está en clases y no  tengo con quien más quedarme. Recargué mi cabeza en la mesa hasta que sentí que alguien tomaba lugar frente a mí.

—¿Estabas oliendo la mesa?—dijo Vir con una sonrisa divertida.

—Era más entretenido que ver a la nada—me incorporé—. ¿Cómo te fue el fin de semana?

Ella había ido al fin a hablar con sus padres el sábado, no mentiré, estaba preocupado por ello y me contuve mucho a irla a ver el fin de semana en caso de que no quisiera de mi compañía. Pero viendo su gran sonrisa puedo deducir que las cosas salieron bien y eso me alegra.

—De maravilla.

Y sin preguntar comenzó a hablarme de como le fue, de que sus padres ya sabían de todo respecto a su vida e incluso estaban orgullosos de ella. Nunca quitó la sonrisa de su rostro y eso me hacía sonreír a mí también.

Desde el cumpleaños de Virginia no había pasado mucho tiempo con ella como cuando iniciamos el semestre, y de verdad creo que la extrañaba. A ella y sus interesantes pláticas, además de que me gusta verla feliz ya que desde su asunto con Ramón no la veía así.

—¡Ellos incluso ya sabían quien es mi enamorado!—dijo con asombro.

Creí que ya había superado su enamoramiento por don desconocido. Bueno, desconocido para mí.

—¿Ellos saben y yo no?—me quejé.

Yo debería de saber esas cosas, soy su amigo. Quiero saber quién es.

—Ellos investigaron, yo no les dije.

—No sería malo decirme quién es—comencé a morder el interior de mi mejilla.

Ya no lucho contra ello, sé que aún así lo haré, y es momento de admitir que tengo celos cada vez que Virginia habla de algún chico.

Pero me da alivio saber que esos celos son más de protección hacia ella, porque sé que no cualquier chico es suficiente para ella.

—Bueno, es un chico que es bueno, me apoya, me hace reír y es una buena compañía. Me gusta mucho—puedo jurar que sus ojos brillaron.

Don desconocido se oye como don perfecto.

—Me serviría más un nombre que una descripción.

—Es algo obvio—lo pensó un momento y luego me robó una papa.

¿Algo obvio?

Virginia no le hace caso a muchos chicos y eso que hay muchos que se acercan a ella a diario. Pero ella ha dicho que es una buena compañía por lo que ha de ser alguien con quien conviva constantemente.

—¿Qué tan obvio?

—Yo diría que bastante.

Creo que ya sé a quién se está refiriendo, tengo una sospecha muy fuerte, y de hecho siempre la he tenido, solo debo de hacer la pregunta correcta aunque no puede ser posible eso, no podría gustarle, espero que no le guste.

—¿Es un amigo tuyo?

Que diga que no, que diga que no, que diga que no.

—Sip.

Estoy muy seguro entonces a quién se refiere, incluso un ciego lo notaría. Encaja perfecto con la descripción que dio.

—¿Y por qué no le dices?

Espero que diga algo que haga que piense que es otra persona, no todo está confirmado.

—Tenemos una amistad muy buena que no quiero arruinarla, si las cosas terminaran mal apuesto a que me lo toparía muy seguido; además no creo que él me vea de esa manera, yo más bien atraigo a los patanes—se miró un poco triste.

Me lo temía, no cabe duda de que está hablando de Samuel.

Creí que no podría ser posible, pero si lo es y no sé por qué me sigue desagradando esa idea de ellos dos juntos, a pesar de que sé que Sam es un buen chico no me gustaría para nada que algo surja entre Virginia y él.

Alguien se paró delante de nuestra mesa y volteé a ver quién era.

—¿Puedo sentarme aquí?—Pamela nos sonrió amablemente a ambos y asentimos.

Qué bueno que llegó, no quería seguir con ese tema, hacía que se me revolviera el estómago.

—¿Ya hicieron la tarea de artes?—Pamela preguntó rompiendo el silencio.

—No, será mejor que vaya a hacerla—Vir hizo un intento de levantarse pero hablé primero.

—Yo la tengo, te la paso—saqué de mi mochila mi libreta y se la di.

—Gracias.

Es algo raro, Virginia nunca olvida hacer sus tareas, de hecho muchas veces ella me las ha terminado pasándomelas a mí, supongo que fue un fin de semana ocupado.

En lo que Vir hacía su tarea, Pame y yo comenzamos una conversación casual sobre las clases. Virginia estaba muy concentrada en la tarea que ni siquiera hacía el intento de hablar como siempre, un rato después terminó de copiar mi tarea y se levantó.

—Gracias, debo de irme—me dio la libreta y se fue.

Ahora no puso alguna excusa para desaparecer tan rápido y creo que ya descifré el porque siempre está huyendo cuando estoy con Pamela: es porque ella le recuerda a su hermano, Paúl, y por lo tanto le recuerda el infierno que vivió con él.

Pobre Vir. 

 

(...)

 

Estábamos todos en casa cenando tranquilamente y hablando sobre como nos había ido en el día. Así casi parecíamos una familia normal.

Pero Iván tuvo que romper con el ambiente tranquilo que habíamos formado y es que, últimamente se la pasa fastidiando a todos. Y por todos me refiero a mí, desventajas de ser el hermano menor.

—Oye Jorge... ¿Es real la fama de tu amiga la pelirroja?

—¿A qué te refieres?

Claro que sé a que se refiere.

—Ya sabes... ¿ella no quisiera estar con alguien como yo por una noche?

Mordí el interior de mi mejilla.

Claro que ella quisiera estar con alguien como Iván, las chicas siempre prefieren a ese idiota a pesar de que nunca haya sentido nada por alguien, o al menos hasta ahora solo que esa chica parece no tener el mínimo interés. Por eso está insoportable últimamente.



#20742 en Otros
#3128 en Humor
#32523 en Novela romántica

En el texto hay: humor, primeramor, romancejuvenil

Editado: 06.02.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.