En el que todos saben lo que siente, menos él.
20 de Octubre de 2019.
—Tú y yo tenemos que hablar.
Ay no, había logrado evitarla exitosamente los últimos dos días y ahora que pensaba que la cocina a media noche era mi lugar seguro, ella vino a encontrarme.
—Como que ya es muy noche para eso, buenas noches, Lia—tomé mi tazón de cereal intentado huir pero ella me hizo regresar a sentarme.
—No es muy noche para nada, ¿vas a contarme tú solo qué es lo que vi el otro día o hago deducciones sola?
Maldito sea el momento en el que Lia nos encontró a mi y a Virginia besándonos, no voy a deshacerme de este interrogatorio tan fácil.
—No era un secreto que yo quería experimentar ciertos aspectos de mi vida—dije jugando con la cuchara de mi cereal ya vacío.
—No, pero no creí que lo fueras a hacer tan rápido, y mucho menos con una de tus amigas.
—Recurrí a Virginia porque ella es la persona que menos le avergüenza hablar de estos temas, creí que ella era la indicada para eso. Pero no hicimos nada porque llegaste para interrumpirlo.
Eso sonó un poco a reclamo, pero juro que no lo es, al menos no tanto.
—Si no hubiera llegado, ¿lo hubieran hecho?
—No me había planteado eso, aunque si soy honesto en ese momento yo quería llegar hasta el final. Así que sí, al menos por mi parte si hubiera pasado.
De hecho no he dejado de pensar en lo que había pasado antes de que Lia llegara, todo lo que pasó en mi habitación sigue rondando por mi cabeza y no me hace sentir mal o incómodo, de hecho se siente bien, se sintió demasiado bien vivirlo.
—¿Te gusta?—preguntó finalmente.
Creí que de hecho esa sería su primera pregunta.
—No lo sé.
—¿En serio?—dijo sin creerme.
—¿Qué tiene de sorprendente?
—Eres el chico que inmediatamente que ve a alguien sabe si le gusta o no. Y de hecho es irónico porque nunca has avanzado con alguien que te guste, y ahora, casi te acuestas con una chica que, en mi opinión personal, no es mala persona como para que dudes de lo que sientes pero no estas seguro de si te gusta.
—Si lo pones así entonces si suena raro.
—Demasiado, así que responde con honestidad.
Me tomé unos momentos para pensarlo y luego la respuesta llegó a mi de manera muy fácil.
—No sé que es lo que sienta con Virginia, sé que me gusta pasar tiempo con ella y podría escucharla hablar por horas y horas. No me gusta que alguien la haga sentir mal y si soy honesto tampoco me gusta que cualquier tonto se le acerque. Besarla fue algo nuevo, pero a parte de ser una novedad también fue maravilloso. No sé como lidiar con esto porque no tengo experiencias con las chicas.
No estoy mintiendo ni evadiendo algo, simplemente no sé cuales son mis sentimientos hacia ella.
—Eso para mí suena a que ella te gusta, y mucho.
—¿No sabría definitivamente que me gusta en este punto? Muchas veces me he cuestionado si me gusta o no Virginia, pero nunca logro llegar a una conclusión.
—No creo, mi teoría es que nunca habías tenido un gusto así por alguien. Por lo general cuando te gusta a ti una chica siempre las idealizas sin conocerlas, con Virginia fue lo contrario, tenías una idea muy errónea a lo que ella realmente era y por eso no te atrajo de primera, pero cuando la empezaste a conocer no solo te gustó la idea que tenías de ella, si no ella misma.
Tal vez si me gusta de manera diferente que a todas las chicas que me han gustado, pero es solo un tal vez.
—De hecho ella me gustaba cuando estaba en primer grado de bachiller—eso era algo que solo sabía Poliana, vi necesario decirlo ahora.
—¿Qué tal que nunca te dejó de gustar?
—No lo sé, igualmente no es como que tú te hayas dado cuenta de que inmediato te gustaba Mateo, ¿no? Les tomó mucho tiempo el solo darse cuenta que se gustaban.
—Creo que él siempre me gustó, solo que no sabía qué hacer ante eso porque era mi amigo y el verlo como alguien especial simplemente parecía natural, la opción más fácil para mí fue siempre negar lo que sentía aunque muy en el fondo sabía que era mentira.
—¿Y cómo te diste cuenta que te gustaba?
—Si soy honesta, no lo sé.
—No pues gracias.
—Simplemente supe que me gustaba porque todo a su lado se sentía correcto, independientemente de que fuéramos amigos el estar con él me hacía sentir bien, ahí supe que estaba perdida.
¿Me estará pasando lo mismo?
(...)
Poliana estaba parloteando sobre no sé que mientras intentaba ver la tele. Hay días en las que esta niña tiene una energía increíble, hoy es uno de esos días en los que quiere hablar hasta por los codos.
—Y luego Virginia y Samuel hicieron un drama enorme en la mañana cuando Sam se enteró que ella se había acabado las frituras—en ese momento captó mi atención—. Fue divertido ya que Samuel solo se la pasaba gritando por toda la cocina y ella solo trataba de no reír, luego ya no fue divertido cuando empezó a gritarme a mí.
—¿Pelean mucho ellos dos?—necesito sacar el tema de conversación de su rara relación.
—No, sabes que Sam tiene sus cambios raros de humor pero nunca los he visto pelear de verdad. Bueno, solo cuando llegué a la ciudad de sorpresa puede que causara una pequeña pelea pero al día siguiente parecía todo normal.
Es cierto que Samuel es una de esas personas impulsivas que si algo los hace enojar inmediatamente saltan por ese algo. Lo sé porque Poliana es igual.
—¿Nunca ha habido algo entre ellos?—pregunté.
—No que yo sepa.
—¿Sam nunca te ha dicho algo de Virginia?
—No... Sam no suele hablar mucho conmigo de sus amigos, de hecho por si no lo notaste conocí a Virginia por mi propia cuenta y no porque él me la presentara.