En donde se habla de tonterías.
12 de Noviembre de 2019.
Ya casi era una semana de que no cruzaba alguna palabra con Virginia.
Sí, me había dolido lo que me había dicho pero tampoco sabía como mirarla a la cara después de lo que yo dije. Había hecho mal y lo sabía, pero tampoco sabía como acercarme a hablarle como si nada o como pedirle una disculpa.
Poliana había estado atascada de tarea estos últimos días por lo que no me había cruzado por su casa y en las materias que Vir y yo llegábamos a compartir juntos ella se sentaba muy lejos de mí, además de que no se había acercado a la cafetería para la hora del almuerzo.
Pero hoy teníamos una clase donde éramos pareja, así que cuando llegué al salón me sentí un poco nervioso al verla en el lugar que nos había asignado el profesor. Solo que estaba muy concentrada en leer su libro con los audífonos puestos que no quise interrumpir esa paz y me senté en silencio a lado de ella, incluso parecía que no había notado que estaba ahí.
Estuve en mi asiento en silencio sin moverme mucho, solo había sacado una libreta para hacer garabatos en lo que llegaba el profesor y cuando llegó, solo me limité a fingir que ponía atención.
—Bueno, eso ha sido todo por hoy, pasaré a recoger sus trabajos y podrán salir.
Lo que me faltaba... había olvidado el trabajo que se supone tenía que hacer con Virginia.
Sí, el maldito trabajo por el que habíamos discutido. Bueno, no peleamos necesariamente por el trabajo, fue más bien por mi idiotez, pero hablar de ese horrible trabajo fue lo que desató todo.
Estaba planeando alguna excusa cuando el profesor se acercó a nuestro lugar pero Virginia le extendió un engargolado y yo la miré confundido.
—Tiene tu nombre, por si te lo preguntas—recogió sus cosas y salió del salón.
Estoy muy seguro de que me odia. Bueno, tal vez no, pero sí está muy enfadada. Al menos son las primeras palabras que intercambia conmigo.
Me levanté rápido de mi lugar e intenté alcanzarla y lo hice, justo cuando iba a entrar a su salón.
—Vir, ¿podemos hablar?—le dije un poco agitado.
—Tengo que entrar a clase—se dio la vuelta y entró al salón.
Está bien, creo que si me odia.
(...)
Había sacado a pasear a mi perro Taquito, el otro no había querido salir porque es demasiado flojo como para correr al rededor del pequeño parque, que es lo que Taquito estaba haciendo ahora. Lo había liberado de la correa y estaba olfateando todo el lugar y acercarse a los demás perros que había por aquí. Yo había decidido vigilarlo desde una banca del parque, era tonto estar detrás de él todo el tiempo si desde aquí podía cuidarlo bien.
El parque no estaba tan concurrido, había más personas cuidando a sus perritos pero a lo lejos, pude ver que alguien se acercaba y desgraciadamente ya conocía a ese alguien. Pero parecía tan perdido en su teléfono que creí que no me prestaría atención.
Vi pasar a Paúl frente a mí, decidí ignorarlo porque iba con la atención fija en su móvil, pero de la nada volteó y se me acercó.
Oh no.
—Eres Jorge, ¿verdad?—se sentó a lado de mí.
—Así me llamo.
Por suerte soltó una sonrisa, no quiero ganarme una paliza. El tipo es intimidante, no sé como en la fiesta de Virginia de hace unos meses pude enfrentarme a él, tal vez fue por el poco alcohol que llevaba en mi sistema pero ahora sobrio y en un lugar que justo parece un poco solitario, soy consciente de que podría darme un buen golpe que no se me quitaría en tal vez varías semanas.
Para que negar que tengo miedo.
—Eres amigo de mi hermana—asentí.
Menos mal que me reconocía por eso y no por Vir...
—Y también de Virginia.
Me va a matar.
—Sí.
Tal vez exagero, se ve muy tranquilo ahora y que tal que solo quiere establecer una conversación tranquila conmigo.
—Te recuerdo del cumpleaños de Alex—sacó una cajetilla de su bolsillo y encendió un cigarro—, y el otro día te vi besar a Virginia, mi ex novia.
Retiro lo dicho, no creo que sea una conversación tranquila. Iba a decir cualquier cosa pero él siguió hablando.
—No vengo buscando pelea, lo juro—eso no me calmaba ni un poco.
—¿Entonces?
El punto bueno es que Taquito se había acercado y pude ponerle su correa, el punto malo es que él iba a ser mi excusa para irme pero el maldito traicionero se acostó en el piso con intención de todo menos de caminar.
—Vengo a algo así como advertirte—dijo dándole una calada a su cigarro.
—¿Advertirme?
¿Me va a amenazar?
—Pareces un buen chico y mi hermana te tiene bastante aprecio, por eso no me gustaría que salgas lastimado.
—¿Lastimado?
Sé que sueno patético solo repitiendo la última palabra que dice pero es que no entiendo de que está hablando. ¿Esta es una amenaza para que me aleje de Virginia o él me hará daño?
—Verás, yo sigo enamorado de Virginia y la conozco perfectamente, y por eso sé que es una de las personas más destructivas que he podido conocer.
¿Enamorado?
No le puede llamar a eso estar enamorado, uno no hace las cosas que él hizo por amor, ni siquiera creo que la conozca realmente por decir eso.
Al ver que no contesté siguió hablando, o más bien soltando estupideces.
—Sé que estábamos sumergidos en algo tóxico, pero no creas que yo fui el único que contribuyó a eso, ella también. No sabes la cantidad de mensajes comprometedores que había encontrado en ese entonces con sus supuestos amigos.
» Pretendía ser una santa, pero obviamente no lo era. Justo por eso cuando terminamos decidió dejar esa fachada de niña buena—apagó su cigarrillo con la suela del zapato y aventó la colilla a otra parte.