Alara escuchó la compuerta abrirse frente a ella para encontrar una sorpresa del otro lado, el Cóndor Dorado. Keyfour subió la rampa con prestancia mientras Shin se acercaba junto a Shia y Artrisa. Las mujeres la saludaron para recibir unas pequeñas órdenes de su novio y marcharse hacia afuera.
“Este es uno de mis secretos.” Dijo divertido Shin. “Podemos entrenar como querías durante el viaje, son un par de horas.”
“¿Dónde la encontraste? Chup me dijo que la tenía en Imperio…” Dijo Alara mientras se percataba de la situación.
“Cuando…” Dijo apenado Shin. “La encontré en un depósito y no sé, me pareció apropiada para mí. Así que me adjudiqué y la reparé para no usarla nunca.” Agregó mientras se rascaba la cabeza.
“Lo siento, Shin…” Dijo apenada Alara mientras subía por la rampa. “No sé si a Lyrian le gustaría la presencia de Keyfour.”
“Para nada…”
Keyfour estaba listo para partir.
“No te apresures, Keyfour.” Dijo divertido Shin mientras sentaba a Alara de copilota. “Yo soy como Lyrian, no te necesito para los cálculos del hipervuelo.” Agregó mientras se sentaba. “Solo me gusta tenerte cerca.”
“¿Qué fue eso que hablaste con tus amigas?” Preguntó con curiosidad Alara.
La nave se elevó sin hacer un solo sonido, cosa que no esperaba.
“Estamos buscando dos cosas, Alara. A nuestras amigas y a la Emperatriz, tengo que terminar con lo que empecé. Xania tiene una voz de mando poco común entre la Orden Sith. Por si sola domó a la gran mayoría de las sectas dentro de la Orden, todo un desafío. Si la dejo vivir el desbalance que cree entre ustedes va a terminar de lanzar la moneda a su lado.” Dijo sonriente Shin mientras entraban al hipervuelo.
Alara lo siguió hasta el hangar para recibir una metálica lanza, su novio estaba listo para entrenar.
“¿Tan simple?” Preguntó pensante Alara. “¿Ella es lo que desbalancea la galaxia?”
“Básicamente, si los siths se organizan más rápido que ustedes…” Dijo pensante Shin. “Acabarán con tu Orden y la República, mi idea es que tengan las mismas oportunidades.”
“Voy a confiar en tus palabras, Shin…” Dijo divertida Alara. “He perdido toda confianza en mis habilidades desde que no pude hacer nada contra mi hermano.”
“Tharan tenía bien guardadas sus habilidades, Alara.” Dijo sonriente Shin. “Quiero arreglar un par errores sutiles que tienes en tus formas.” Agregó mientras se acercaba a ella. “Sé que puedes cuidarte sola, pero eres todo lo que tengo y necesito saber que puedes protegerte apropiadamente.”
“Recuerda que solía ser tu maestra, Shin.” Dijo con malicia Alara.
“Es cierto, preciosa…” Dijo sonriente el joven.
Shin era rápido y preciso, sus movimientos fluidos y no podía adivinar nada de lo que hacía. Parecía el más poderoso de los maestros mientras daba la sensación de que no se estaba esforzando para estar al mismo nivel que ella. Su novio era exigente pero justo y al cabo de un rato estaba sudada en el suelo, con su cabeza apoyada en su regazo después de haber aprendido mucho más de lo que esperaba en un entrenamiento matutino.
“¿Dónde aprendiste Niman?” Preguntó agitada mientras miraba hacia arriba.
“Hmm… creo que de ti y de Shura.” Dijo pensante Shin. “Eres excelente, pero todavía tienes algunas cosas para aprender.”
“¿Dónde más? Shura hace rato que no puede enseñarme nada…” Dijo divertida Alara.
“Un holocron en de Xania…” Dijo pensante Shin. “Niman es excelente para gente como nosotros, gente que usa tanto la Fuerza como sables.”
“Ah, te gusta el balance.” Dijo divertida mientras se sentaba a su lado para apoyarse contra él.
“Me gusta pelear en general, Alara… Mi nuevo estilo es más… directo que este.” Dijo pensante Shin mientras la miraba.
“¿Aprendiste a usar dos sables?” Preguntó con curiosidad mientras se ponía de pie.
“Sí, parece ser lo indicado…” Dijo sonriente Shin desde el suelo. “Báñate primero, Alara. Yo voy a chequear a Keyfour.” Agregó mientras se ponía de pie con la ayuda de Alara.
“Entendido.” Respondió sonriente Alara.
La jedi no dudó en besarlo.
“Me estás acostumbrando a esto, Alara…” Dijo sonriente Shin cuando sus labios se separaron.
“Eso estoy intentando…” Dijo apenada Alara. “Estoy esforzándome para que estés cómodo conmigo…”
“No tienes que esforzarte, Alara…” Dijo Shin mientras la apretaba con fuerza.
“Quiero esforzarme…” Dijo contenta la jedi. “Ya te alcanzo…”
Shin encontró a Keyfour en la cabina, el astromech estaba actualizando un software mientras la hiperlane pasaba frente a ellos. El joven se sentó a mirar su holopad preocupado por sus amigas en el Imperio. Solo notó el pasar del tiempo cuando Alara se asomó a mirarlo, ya que estaba agachado mirando hacia el suelo.
“¿Estás bien?” Preguntó mientras se sentaba en la silla del copiloto.
“Sí, estoy preocupado por Vitti, ella no es como Shia o Artrisa…” Dijo apenado Shin. “Espero que Mirana esté protegiéndola…”
“Entiendo.” Dijo sonriente Alara. “Tengo que confesar que no eres lo que esperaba cuando salí hacia Kyros-4…”
Shin la estaba escuchando con atención.
“Mirabella piensa que eres un monstruo y mis padawans estaban seguras de que iba a morir al ir a buscarte…” Dijo sonriente Alara. “Yo siempre supe que iba a encontrar a mi Shin…”
“Alara, soy un monstruo. Tu corazón está nublando tu juicio.” Respondió sonriente Shin. “Cualquier otra persona solo me buscaría para vengarse y si a eso hubieras venido… Simplemente me hubiera entregado a tu sable.”
“No digas esas cosas, todavía tienes… esa estúpida sonrisa.” Dijo apenada Alara. “Todavía eres mi padawan…”
“Tu corazón te está obligando a ver lo que quieres, Alara… Por mi lado estoy en un sueño en estos momentos, cuando me fui del templo… Apreté todos los botones en mi nave y aparecí sobre Kyros-4, mientras estaba en la hiperlane estaba pensando en ti, pensando en cómo dejar de lastimarte. La única solución era…”
“No quiero escuchar eso, Shin.” Dijo con firmeza Alara. “Lo único que necesitas es quedarte a mi lado…”
“Es lo único que siempre he querido, Alara…” Dijo sonriente Shin. “Tal vez debas escuchar a tus amigas, no quiero que te equivoques al elegirme a mí.”
“Las tengo en mente, Shin, pero te tengo a ti en mi corazón hace años.” Dijo con seguridad Alara.
“Todo lo que me quede de vida está destinada a hacerte feliz, Alara. Es lo único que puedo hacer, mis palabras no valen nada y siento que todo lo que hago es una vana acción para redimirme por el dolor que he causado en la galaxia.” Respondió con seriedad Shin mientras se ponía de pie. “Voy a darme un baño, ya estamos cerca de casa.”
Alara no iba a rendirse y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para reparar el corazón de su amado padawan.