Alara estaba perdida en el vapor de las aguas termales cuando sintió a alguien meterse a su lado. Shia tenía una hermosa y rojiza melena y no tenía pudor en mostrar su cuerpo. Sonrió a su lado mientras se hundía en el agua. Ella todavía estaba pensando en lo que había pasado en Karastros y en los pedidos de sus padawans. Shin la necesitaba mucho más que ellas y por eso iba a quedarse con él. Extrañamente ya lo estaba extrañando, dormir con él terminó siendo un placer inesperado.
“Espero que no te moleste la compañía, Alara.” Dijo jocosa Shia. “¿Ya estás acomodada en el templo?”
“Sí, gracias… Estaba esperando que alguien viniera…” Dijo pensante mientras sentía Shia moverse en el agua. “Shin me dijo que venía una tal Vera…”
“Sí, Vera Kaix. Es la primera adición a mi clan.” Dijo sonriente Shia. “Es la que construyó su armadura y es una gran artesana.”
“Ya veo…” Dijo pensante Alara. “Tiene muchos más amigos de los que esperaba…”
“Era un sith raro tu Shin.” Dijo divertida Shia. “En el Imperio lo adoran y tiene muchas herramientas dispuestas a hacer cualquier cosa por él… Aunque ahora serían amigos.”
“¿Herramientas?” Preguntó sin cuidado.
“Como siempre dice él, los siths no tienen amigos, tienen herramientas.” Dijo divertida la mandaloriana mientras se ponía de pie para ir en busca del jabón.
Shia tenía una gran cicatriz en su espalda, parecía ser de algo afilado.
“Ah, ahora entiendo… ¿A ti te gusta tener amigos?” Preguntó de la nada.
“Sí… No me esperaba hacer amigos a esta edad, pero Shin me mostró otra cosa…” Dijo sonriente Shia. “Hasta estoy haciendo trabajos decentes en este planeta.”
Cuando iba a decir algo, Alara escuchó unos golpes en la puerta.
“Alara, unos amigos tuyos aparecieron en la playa.” Dijo sin cuidado Shin. “Son un grupo de mandalorianos, han venido por ti. Prometo no lastimarlos.”
Alara saltó del agua para ponerse una bata y correr detrás de su novio. Llegó a un vestíbulo donde estaban sus amigos. Shin estaba sonriente y Erdos se quitó su casco para sonreírle.
“Buenos días, Alara… No me esperaba encontrarte así cuando Shura me dijo que estabas entre las garras de un sith.” Dijo jocoso.
“Shura…” Dijo al aire Shin. “Supongo que el sith sería yo, mucho gusto.”
“Este es Shin, solía ser mi padawan…” Dijo Alara mientras se paraba entre ellos. “No es un monstruo…”
“Eso parece.” Dijo pensante Lura. “¿Esa es Shia?”
Shia estaba apoyada contra la entrada al comedor mirando a los mandalorianos desde lejos, tenía ropa suelta sobre ella.
“Buenos días.” Dijo pensante la mandaloriana. “Pasen, supongo que van a querer hablar contigo, Alara.”
Alara los sentó en el comedor mientras Shin servía la mesa con su telequinesis.
“¿En qué puedo ayudar?” Preguntó con energía Alara mientras se acercaba a su novio.
“Atiende a tus invitados, preciosa. Yo me encargo del resto…” Dijo sonriente Shin mientras el té se servía en la mesa.
“¿No tienen algo más… fuerte?” Preguntó Cresso mientras miraba con curiosidad a Alara.
“Solo si Shia quiere compartir.” Dijo divertido Shin.
“No hay problema, la mitad de la galaxia no desayuna como ustedes, Shin.” Dijo divertida la mandaloriana. “¿Qué hacen aquí, Erdos? ¿Quieren unirse a mi clan?”
“Shia, somos muchos más que nosotros…” Dijo divertido Erdos mientras miraba con curiosidad a Alara. “Nosotros podríamos invitarte al clan ahora que eres una mercenaria decente.”
“Somos dos…” Dijo ofendida Shia. “Podríamos ser aliados entonces…”
“No sería un problema, ya eres amiga de Alara.” Dijo sonriente Erdos. “¿Qué está pasando, maestra? Shura nos mandó a rescatarte y a asesinar a Ihsahan, pero ese jedi no parece ser él.”
“Es demasiado lindo para ser Ihsahan…” Dijo divertida Lura.
“Siempre fue lindo para ser un sith…” Dijo jocosa Shia.
“No es la primera vez que me lo dicen.” Dijo sonriente Shin mientras se sentaba junto a Alara. “¿Por qué no te cambias, preciosa? No es que me moleste que andes paseando en bata, pero preferiría que no te resfríes.”
Alara se miró para ponerse de pie.
“No peleen…” Dijo mirando a sus amigos. “No quiero que los lastime…” Agregó para marcharse.
“Somos cinco…” Dijo divertida Sanza, que nunca había sacado los ojos de él.
“No puede ser que todavía te subestimen, maestro.” Dijo divertido Artemios mientras saludaba a Alara a la pasada.
“Es Shin, Artemios.” Dijo divertido mientras servía otra taza de té.
“Hay algo raro aquí…” Dijo pensante Lura. “Esos dos parecen una pareja.”
“Alara vino a robarse a nuestro alor.” Dijo jocosa Shia. “¿Cómo estás, Gundar?”
“Este lugar es extraño.” Dijo con seriedad el mandaloriano.
Gundar fue interrumpido por Vera y Artrisa, que entraron para ir hacia ellos.
“Son un par más de mandalorianos que antes, Shia.” Dijo pensante Vera. “Buenos días, milord.” Agregó mientras miraba a Shin.
“Mi nombre es Shin, Vera. Úsalo… ¿Cerveza o té?” Preguntó mientras acercaba una silla para ella.
“Lo que estén tomando nuestros amigos…” Dijo sorprendida Vera.
Alara entró para saludarla y sentarse junto a Shin.
“Vera, te presento a Alara Domo-Sareh, maestra jedi.” Dijo sonriente Shin.
“Buenos días.” Dijo sonriente Alara. “Shia estaba hablándome de ti… ¿Ella es la que construyó tu armadura?” Preguntó mirando a Shin.
“Exactamente, es una gran artesana.” Dijo sonriente Shin.
“Creo que vas a tener que ponerte la armadura para que estos te crean, alor. Son testarudos como todo buen mandaloriano.” Dijo jocosa Shia.
“Ya vengo…” Dijo sonriente Shi para marcharse por la puerta.
“¿Qué pasó con Ihsahan, Shia?” Preguntó sorprendida Vera. “En Kaas estaban diciendo que había muerto bajo el sable de la Emperatriz.”
“No sé, cuando lo encontré estaba así…” Dijo pensante Shia. “Yo culpo a la maestra.”
Alara la miró apenada.
“Según él se… despertó cuando me vio en el templo.” Dijo con cuidado. “Todavía no hemos hablado mucho sobre eso… ¿Shura los mandó a buscarme?” Preguntó mirando a Erdos.
“Según ella estabas entre las garras de Darth Ihsahan…” Dijo pensante Erdos.
“Shin parece más bien un donjuán.” Dijo jocosa Lura.
Alara se sonrojó al instante.
“No sé si donjuán es la palabra que yo usaría.” Dijo jocosa Shia. “Ahora tiene novia…”
“Es cierto…” Dijo apenada Alara. “Espero que no sea un problema…”
“No sé, Alara. Ahora me gusta más que antes…” Dijo divertida Shia. “Y así de callada como la vez, Artrisa piensa lo mismo que yo.”
“Sería un gran esposo.” Dijo con prestancia la chiss.
“¿Puedes enamorarte, maestra?” Preguntó sin cuidado Vera. “Tenía entendido que no era algo que un jedi pudiera hacer…”
“Yo…” Dijo apenada Alara.
“No la molesten.” Dijo con seriedad Shin.
Los mandalorianos saltaron de sus sillas al ver su armadura y máscara.
Shin dejó la máscara entre las manos de Alara.
“Perdón.” Dijo apenada Vera. “Solo era curiosidad…”
“Supongo que todavía no está segura de lo que…”
“Estoy muy segura de lo que siento.” Interrumpió con prestancia Alara. “Es que…”
“Nunca te enseñaron a hacer esto, Alara.” Respondió sonriente Shin mientras la ayudaba a ponerse de pie. “Te extirparon el corazón desde niña, necesitas tiempo y tal vez un poco de práctica.”
“No sé… Solo quiero… estar contigo.” Dijo apenada Alara mientras dejaba la máscara entre sus manos. “Parece ser genuina…”
“Le quité el rojo con mucho cuidado con la ayuda de Artemios. Tu hermano solía decir que el rojo me quedaba mejor.” Dijo sonriente Shin mientras dejaba la máscara entre las manos de Erdos. “Vamos al dojo, tus amigos parecen querer sacarse algo de encima…”
Alara siguió a su novio por los pasillos sin saber que iba a pasar.