El Primero de los Grises

8 - Shin y Alara – 8

Shin saltó a la base por un angosto túnel mientras sus amigos bajaban silenciosamente por un túnel lateral. Shia estaba anunciándose con su linterna mientras él aterrizaba entre dos torretas. Estas fueron compactadas por su telequinesis para que todas las alarmas suenen al mismo tiempo. Parecía que el resto de los droides de su maestro estaban en la academia, ya que una docena cayó sobre él. Sus enemigos fueron reducidos a añicos por su telequinesis combinada con sus relámpagos. Seguido, arrancó las gigantescas compuertas para seguir con su descenso. Las compuertas bloquearon de la vista a sus amigos mientras el danzaba entre la lluvia de plasma que caía en el ascensor, este se movía forzosamente por su telequinesis. Los soldados empezaron a huir cuando los siths aparecieron. Sus sables chocaron mientras el ascensor chocaba con una compuerta. Las sombras intentaron rodearlo en vano, ya que sus habilidades no podían ocultarlos de él.

Alara corría junto Artemios mientras su novio peleaba con toda la base al mismo tiempo, su estilo era agresivo y preciso. Sus movimientos fluidos y sabía exactamente lo que iba a pasar. Artemios abrió paso al hackear una puerta para encontrar un ascensor de servicio donde apenas entraban. Erdos los envió por ahí mientras ellos bajaban con sus jets sin ser percibidos gracias a su novio, que estaba haciendo un escándalo en el centro del lugar.
“Ese Juyo es precioso…” Dijo al aire Artemios mientras descendían junto al campo de batalla.
“En la Orden dicen que solo puede usarse accediendo al lado oscuro…” Dijo pensante Alara. “Pero…”
“Shin puede usarlo sin sus emociones, pero el estilo florece cuando pelear es lo que corre en tu sangre.” Dijo pensante Artemios. “Esta es nuestra parada.”
Alara salió del ascensor para girar su sable y devolver una docena de disparos a una torreta que estaba colgada del techo mientras Artemios usaba su telequinesis para arrojarle una mesa a los tres soldados que estaban en el lugar.
“¿Así era nuestro ilustre jefe cuando era un Republicano?” Preguntó jocoso mientras conectaba su holo a una terminal.
“Sí…” Dijo apenada Alara mientras notaba que Artemios no había matado a nadie. “Lo lastimé con mis palabras en algún momento y cambió por eso, pero solía ser así…”
“Ah, no soy bueno en el romance, pero supongo que tú eres la única con un efecto sobre él.” Dijo al aire mientras la puerta se abría para ellos. “Derecha.”
Alara seguía de cerca al purasangre escuchando la batalla de su novio y los jets de sus amigos.
“Vas a tener que cuidarte de estas mujeres, Alara…” Dijo con malicia.
Alara lo miró con reprobación.
“Me gusta el chismerío.” Agregó jocoso. “Puerta de seguridad, pongamos nuestros sables a trabajar, maestra.”
“Estás bastante cómodo en esto, Artemios.” Dijo pensante Alara mientras encendía uno de los lados de su sable.
“Soy un sith, Alara. Aprendes esto cuando eres niño, incluso cuando me gustaba más estudiar las enseñanzas de Naga Sadow.” Respondió divertido. “Gran sable, maestra. Shin sabe cómo poner esos potenciómetros.”
Ambos clavaron su sable en la puerta para fundirla lentamente.
“Se esmeró para mí…” Dijo pensante Alara. “¿Estamos cerca?”
“Sí, nuestros voladores amigos necesitan que abramos las cortinas de seguridad para pasar. Mirana y Vitti deben estar cerca.” Pensó en voz alta el sith.
Alara y Artemios coordinaron su telequinesis para mandar a volar la puerta hacia adentro. Artemios atajó un ataque de una soldado para sonreír divertido. La mujer se quitó el casco para mirarla con curiosidad.
“¿Qué haces paseando con una jedi, Artemios?” Preguntó ofuscada Mirana. “¿Dónde está Ihsahan?”
Alara corrió por la pared para tocar un botón y abrir la cortina. Shin entró de un salto seguido por unos siths. Solo hizo un giro para derrotarlos. Una pequeña twi’lek corrió hacia él para saltar a sus brazos y apretarlo con todas sus fuerzas.
“¡Ihsahan!” Gritó llena de felicidad.
“Buenos días.” Dijo sonriente Shin mientras Mirana corría hacia él.
“Gracias por el rescate, milord.” Dijo con seriedad la mujer. “Tuve que colarnos en la academia para esconder a Vitti…”
“Buen trabajo, Mirana.” Dijo sonriente Shin. “Ya conoces a Alara.” Agregó mientras apoyaba Vitti en el suelo. “¿Están bien?”
Los mandalorianos aparecieron volando por el balcón, aterrizando junto a ellos.
“Sith, estamos listos para la extracción.” Dijo con seriedad Erdos.
“Hola, Vitti.” Dijo contenta Shia. “Deberías llamarlo por su nombre, Erdos.”
“Lo siento… Shura estuvo torturándome con que era un sith.” Dijo divertido el mandaloriano. “Eres una gran distracción, Shin.”
“Vitti, Shia va a presentarte a todos y va a ponerlas al día.” Dijo sonriente Shin.
“¿Desde cuándo sonríes?” Preguntó contenta Vitti.
“Es una larga historia.” Dijo divertido mientras acariciaba su espalda. “Ve con los mandalorianos.”
“Por aquí, señoritas.” Dijo divertido Erdos.
Alara se acercó a mirar a la twi’lek, que estaba encantada con su novio.
“Mucho gusto…” Dijo mientras acariciaba el brazo de Shin. “¿Cómo seguimos?”
“Artemios sabe el camino, deben recuperar un holocron que Revan dejó en Korriban, si es que las historias de Xania son ciertas.” Dijo sonriente Shin.
Mirana la estaba mirando de cerca.
“Hola… ¿Esta es tu guardia?” Dijo pensante Alara.
“Sí, una vez peleaste con ella…” Dijo pensante Shin. “Después pueden conocerse mejor. Mirana te encargo a Vitti, la nave espera por ustedes. Yo tengo que… sacar la basura.”
Una sith apareció por una puerta rodeada de tres droides, esta era Madari.
“Yo sabía que había algo raro en ti, Mirana. Voy a castigarte en nombre de nuestra Emperatriz.” Dijo la sith con sus brillantes ojos naranjas. “¡Ihsahan!” Gritó para lanzarse al ataque.
Shin la repelió con una patada, la sith rodó por el suelo mientras Alara se paraba junto a su él. La jedi usó su Castigo Esmeralda destruir a los droides en un segundo, ganándose una sonrisa de Shin.
“¿Qué?” Preguntó sonriente Alara.
“Me encantan esos relámpagos, preciosa.” Dijo sonriente Shin. “Mirana, Vitti, sigan a los mandalorianos.”
“Alara, ese pasillo es el nuestro.” Dijo con seriedad Artemios.
“Me gusta esa sonrisa, Ihsahan…” Dijo divertida Vitti para correr detrás de Shia.
Mirana se despidió con una mirada para correr detrás de la twi’lek mientras los mandalorianos salían volando por las ventanas.
“¿Ya llamaste a tu maestro?” preguntó divertido Shin. “Siempre has sido una cobarde, Madari.”
“Tú eres el único cobarde aquí, Ihsahan.” Dijo ofuscada la sith mientras notaba el humo en sus droides. “¿Ahora eres un jedi?”
“No, soy un simple usuario de Fuerza. Mi novia es la jedi.” Dijo sonriente Shin. “Yo me encargo de los siths, preciosa. Te encargo a Rohus.”
Alara acarició a su novio para correr por una puerta junto al pura sangre.



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Editado: 24.07.2023

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