El príncipe Belkam : Legados de Sangre ll

CAPÍTULO 1: "Atisbo"

Davina:

Mantengo la mirada perdida en la ventana del coche, a través de esas gotas diminutas que empañan los vidrios, está lloviendo y en aquel silencio todavía lucho con mi cerebro para asimilar que me he mudado de nuevo. Este día no es igual a los otros tantos, este lunes es el día en el que llegamos a Melnik a quedarnos de manera indefinida.

Melnik, un pueblo pequeño que le pertenece a Bulgaria, frío y tétrico. Representa con claridad lo antiguo pero bonita ciudad de los siglos XVIII-XIX que en definitiva te mantiene más que distraído por las calles y casas tradicionales. Todavía tienen todo intacto por aquí, no han remodelado la visión del renacimiento Búlgaro, tan solo han mantenido en muy buen estado las casas antiguas.

Lo increíble es que estamos cerca de la frontera de Grecia, se dice que desde 1968 Melnik es una ciudad museo ¿Pueden creerlo? Casi un centenar de casas son monumentos culturales y las nuevas se construyen siguiendo los mismos parámetros estéticos para no desentonar con las demás. Mi madre ha mandado a construir una propia casa para nosotros, como bien han dicho parece un pueblo fantasma y es que se debe a los habitantes que son menos de 400.

— ¿Te gusta lo que ves?— pregunta mi madre, me echa un rápido vistazo mientras se detiene enfrente de una casa color blanco.

 Suelto un suspiro luego de asentir.

—Parece que nos la pasaremos más que solas por aquí— salgo del coche y sostengo mi cámara fotográfica todavía entre las manos.

—Davina, ya lo habíamos hablado ¿No es cierto? Necesitaba venir a mi antiguo pueblo, yo crecí aquí y realmente quería descansar de la ciudad y centrarme completamente en mis novelas— me sonríe y se acomoda a mi lado con un paraguas— es el precio de ser una escritora con una mente bloqueada de momento.

Me cubre de la lluvia y entramos a nuestra nueva casa.

 Ya adentro me quedo en la pequeña sala de estar, todo está amoblado presentando el ambiente perfecto, chico y resguardado para cualquier tormenta. Me quedo observando los espacios minuciosamente, al lado izquierdo está la cocina con una barra de losa amplia y un par de asientos altos.

Camino a pasos lentos, en realidad no tengo de que quejarme, todo parece por dentro diferente a por fuera, más actualizado incluso a pesar de que el piso sea de madera marmoleada, claro que afuera tiene un balcón con barandillas de madera también, perfecto como para poner una hamaca colgante  y sentarte bajo la naturaleza que nos rodea a leer. Porque ciertamente Melnik está rodeado de mucha naturaleza, seguramente en el pasado ha de ser un bosque lóbrego nada más.

— ¿No quieres ver arriba? Las habitaciones son pequeñas pero bastantes espaciosas para darnos la comodidad que requerimos— esboza una sonrisa de oreja a oreja.

Parece que este cambio le emociona, de alguna manera ella tiene razón y es que la ciudad llega a cansar de vez en cuando.

—Sí, me parece bien— le devuelvo el gesto— iré a ver mi cuarto.

Sin más subo las escaleras con paciencia, pues el pasillo de cuartos es corto ya que tan solo hay tres habitaciones, uno para mamá, uno para mí y seguramente uno para cualquier visita que recibamos aunque dudosamente creo posible aquello ya que estábamos dentro de un pueblo fantasma. Comenzaba a preguntarme si por aquí había alguna preparatoria, después de todo solo tengo dieciséis años y necesito terminar los estudios.

El cuarto derivado para mi tiene las paredes pintadas de un sutil rosa pastel, sé que es para mí porque mamá siempre tiene la costumbre de pintarlas de ese color, en Nueva York mi cuarto solía ser del mismo color, creo que naturalmente desde que nací y vi por primera vez la luz del día.

—Anímate Davy no será tan malo después de todo— murmuro para mí misma.

Escucho un ruido y una maldición por lo bajo de mamá, así que de manera inmediata me giro a mirarla.

—Es mi culpa, debí contratar a alguien para que cargue las valijas— suelta un suspiro agotado— solo con la tuya ya perdí el aliento y una uña.

Me río de lo que dice.

—No tenías que traerlo sola— esbozo una sonrisa— estamos juntas en esto ¿No? Déjame ayudarte con las demás.

Asiente con emoción, sé que para ella mi aceptación y buena cara a la mudanza es importante y es que no quiero realmente que se sienta mal por mí, estoy consciente de que mamá ha sufrido demasiado con la muerte de papá al igual que yo o incluso más por el simple hecho de tener que verme sola, hace un año que falleció por cáncer a la sangre y desde entonces mantuvo la mente bloqueada. No ha escrito más libros debido a su falta de inspiración.

Camille, así es el nombre de mamá, es joven, bastante como para sobrellevar el hecho de ser madre viuda, me obtuvo a los diecisiete apenas salió de la preparatoria y aunque tuvo la suerte de durar con papá en un matrimonio no la tuvo para que siguieran permaneciendo juntos, desde entonces ha tratado de dármelo todo a pedir de boca y siempre está esforzándose para ser madre y padre a la vez.

—Esta sí que estaba pesada— comento luego de dejar su maleta en su recamara.




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