El príncipe Belkam : Legados de Sangre ll

CAPÍTULO 6: "Feria de Juegos"

Aquel sábado Belkam no apareció más, ni siquiera luego de que me hubiese dormido leyendo aquel historia, supuse que estaría algo molesto por el poco interés que le di a su recomendación de libro que me dio y es que no puedo ni siquiera refutar algo. Es que todavía no llego a entender cómo es posible que me haya dormido ¿En que estaba pensando? Nunca me ha gustado dormir por las tardes y justo mi patético cuerpo, decide echarse una siesta, cuando el chico que me gusta trata de portarse mejor de lo que suele hacerlo normalmente.

¿Qué es lo que ocurre contigo Davina? Pongo los ojos en blanco mientras refunfuño interiormente conmigo misma.

Me echo un último vistazo a mi figura en el espejo que tengo enfrente e inclino la cabeza hacia un lado todavía dudando de si ir con este suéter a la feria de juegos, suelto un suspiro, que más daba.

¿Qué que más daba? Belkam podría aparecer por ahí.

Me ruborizo de pensar en ello, no puedo creer que haya caído en su encanto tan rápido, jamás recordé haber estado tan colada por algún muchacho en Nueva York y vaya que ahí si estaban las reales bellezas que te dejaban con la baba encima.

— ¡DAVINA!— la voz de Diana capta mi completa atención así que corro hacia las ventanas de la habitación y asomo la cabeza.

—Existe un timbre mujer— le sonrió por el puchero que trae— ¿Tienes que llamar la atención de los vecinos?

—No funciona tu bendito timbre y dudo que haya vecinos merodeando— echa una carcajada— lleva un paraguas, mi instinto femenino me dice que habrá tormenta.

—Ahora bajo.

Quizá si tenga razón así que de manera inmediata tomo una bufanda y una boina seguido de un paraguas que colgaba en el perchero y salgo de mi habitación. Al bajar los escalones encuentro a mamá trabajando por su computadora con una taza de café en las manos, se mantiene casi recostada en el mueble con ambos pies descalzos.

—Mamá ya vuelvo— cuando estoy a punto de abrir la puerta me detiene.

—Davina regresa antes de las 11 por favor.

Me quedo quieta analizando la razón del porque mis permisos han cambiado tan abruptamente.

— ¿Mamá? ¿Ya te fueron con ese tonto cuento de que a partir de las doce las cosas se ponen intensas en el pueblo?— me río para mis adentros de solo pensar en que podría ser cierto.

—Prefiero prevenir Davina y sí, me regresas a esa hora o estas castigada el próximo fin de semana— me sonríe triunfadora— por cierto, pásala bien cariño.

—Sí, lo que digas— suelto un suspiro y salgo de casa.

El cielo se encuentra más que nublado, hay algo de neblina en la zona, no había visto un clima así antes y es que lo más loco es que me agradaba.

—Pensé que me haría viejita esperándote— comenta Diana mientras comenzamos a caminar, de echo sería yo quién se dejaría llevar ya que no conocía todavía Melnik del todo.

— ¿Y Lot? ¿Iremos a recogerlo también?

—De hecho no, el pobre está intoxicado por comer chatarra así que no irá con nosotros— me mira de manera fugaz mientras cruzamos la vía.

—Pobre— hago una pequeña pausa— ¿Y qué tan divertido es esta feria de juegos?

—Es una cosa al que todos los jóvenes de nuestra edad asisten para matar el tiempo cada domingo— pone sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta— no es aburrido aunque no lo creas, es divertido y veremos a los de la escuela por ahí.

— ¿Queda lejos?— pregunto entusiasmada de oír aquello.

—Ehm no, bueno se encuentra saliendo un poco del pueblo pero no cuesta nada llegar caminando no te preocupes— me sonríe de manera dulce.

Durante el transcurso de ida nos  pasamos conversando amenamente, no llevamos cuenta del tiempo que nos toma llegar a la feria de juegos y por lo tanto nos sorprendemos al llegar al lugar, en especial yo, es una cosa de locos ver lo que mis ojos anhelan ahora mismo, es tan bonito que me siento más que emocionada, algo nuevo y definitivamente más que interesante.

Un lugar espacioso y rodeado de naturaleza, iluminado por luces que llaman la atención de cualquiera, pues ya oscurece por completo el cielo, gran mayoría de gente hace lo suyo podría decir que es la primera vez que veo personas en una considerable cantidad en un mismo lugar y es que quién se quedaría en casa con semejante escape para matar el tiempo. Hay un montón de juegos a los que me uniría más que encantada pero en definitiva mis ojos no dejan de anhelar la rueda de la fortuna.

—Te gusta lo grande eh— Diana me mira de manera picara.

Me atraganto con mi propia saliva al oír aquello.

—Dios que te ocurre…— carraspeo con fuerza para aclarar mi voz— ¿Tenías que soltar algo así? Qué horror.

— ¿Me dirás que nunca lo hiciste con algún muchacho[u1] ?

Y es que verdaderamente no había tenido la oportunidad de toquetearme con algún chico, ni siquiera con el primer enamorado que tuve debido a que me ignoraba la mayor parte del tiempo y luego llegué a enterarme que solía hacerse a la vecina de al lado.

—Sí, desde luego que sí— miento, definitivamente si decía la verdad quedaría como una boba.

—Mi primera vez fue a los 15 pero ya sabes… sólo fue una vez y fue espantoso— agranda los ojos mostrando indignación— desde entonces no he tenido las agallas de volver hacerlo.

—Oye subamos a la rueda ¿Te animas?— pregunto casi como retándola.

—Desde luego que sí— se pone a correr como loca y la sigo de manera instintiva hasta acercarnos al juego.

Deposita un par de monedas en la casilla que hay al lado y se sube en uno de los asientos seguida de mí. Ambas nos ponemos el cinturón de protección y no esperamos casi nada para que la rueda comience a dar vueltas y con ello nuestro asiento a ascender.

El viento resopla tan fuerte que siento como alborota mis cabellos, desde la cima se puede ver todo Melnik, tan pequeño y verdoso por la naturaleza que rodea el lugar. Realmente venir aquí con mamá no había sido tan malo después de todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.