El príncipe Belkam : Legados de Sangre ll

CAPÍTULO 8: "Bajo la beldad de Belkam"

Me quedo helada, estática, incapaz de moverme o salir huyendo como debería de ser, estoy aquí esperando no sé qué, mientras que mi respiración se apresura al igual que mi corazón desbordado que palpita tan rápido que temo porque me dé un paro cardiaco, no obstante, esto no me preocupa por ahora ya que aquellos ojos amarillos, que me miran con ímpetu, son los que tienen mi completa atención.

¿Qué es esto? ¿Quizá estoy soñando? ¿Verdad?

Trago saliva exasperadamente ya que tengo la garganta seca, me siento amortiguada y cuando trato de tomar consciencia sacudo la cabeza.

—Corre.

Sigo mirándole a los ojos y antes de decirle algo hago lo que me pide, salgo corriendo del lugar a zancadas grandes sin girarme a mirar hacia atrás, la feria se halla totalmente vacía, no hay rastros de que alguien siquiera estuviera andando por aquí, estoy completamente sola o bueno, con Belkam.  No sé lo que sea ni el porqué de esos ojos que anteriormente juro haberlos visto en algún lugar, no tengo cabeza para rememorar nada, tan solo estoy moviéndome por instinto  corriendo descorazonadamente sin saber a dónde o porque.

¿Por qué?

Bueno porque no son normal esos ojos amarillos en un ser humano, es toque de queda y presiento que algo malo muy malo va a ocurrirme si me quedo a indagar. Un gruñido como el de un animal me pone en alerta, la adrenalina me rodea, mis piernas se siguen moviendo y todavía no sé a dónde debo ir.

¿Qué es lo que estoy haciendo? ¡Dios santo!

Me siento trémula, no he sido buena para los deportes, durante toda mi vida he odiado correr y este es el momento en el que me lamento de no haber salido junto a mamá en las mañanas. Seguramente ya sería una maratonista profesional y podría escapar del acontecimiento en el que estoy envuelta ahora mismo. ¡Demonios! Que alguien me ayude por favor ¿Debería gritar? ¿Pedir ayuda? Demonios nuevamente, estas cosas solo me pasan a mí ¿Por qué? Todo por no haber obedecido y haberme manteniendo neutral e incapaz de creer en las leyendas de este pueblo maldito.

Siento que mi cuerpo va a explotar si sigo corriendo así que sin opción alguna me detengo y me cojo de los fierros de la rueda de la fortuna. Trato de aspirar todo el aire posible para recuperarme siquiera un poco y cuando me doy cuenta de lo que debo hacer comienzo a escalar sobre este juego mecánico. Lo trepo con agilidad sin poder creer que esta ha sido la mejor idea de todas, pues me escamparía en la sima de ser posible.

De momento todo va bien hasta que el gruñido de un animal grande y agresivo me intimida. Esta vez mis dientes castañean del miedo mientras bajo la mirada para ver lo que es.

Un horrible monstruo de grandes colmillos trata de alcanzar mis pies, rezonga rabioso, como si quisiera comerme, no sé qué es lo que ocurre ahora mismo o si estoy soñando. Quizá es un sueño pero lo que estoy viendo es real o al menos lo parece, aquel animal o bestia probablemente mida unos dos metros, su aspecto es bastante corpulento pero tiene la forma de un hombre lleno de pelaje negro y su rostro parece la de un lobo con las orejas paradas en punta.

Además también tiene un gran pelaje como melena que le cubre gran parte de su dorso seguido por su cola larga que parece un frondoso plumaje de cabellos. A pesar de ser un monstruo impone impetuosidad y omnipotencia como si se tratase de un ser majestuoso.

Sus garras logran cogerme la pierna derecha, me desgarra el vaquero y consigo abre una enorme herida que lo siento como un tremendo impacto. Esta vez suelto un alarido de dolor mientras trato de patear su rostro con la otra pierna.

— ¡No!— las lágrimas vierten de mis ojos por el daño de mi pierna, es inevitable— ¡Déjame por favor! ¡Déjame ir!— le digo, consciente de que es un monstruo incapaz de oír o concebir mis lamentos.

Cuando por fin logro zafarme de este trato de subir hacia la cumbre de la rueda, entre torpe por mi lesión pero desesperada por seguir con vida, no estaba dispuesta a morir tan desapaciblemente molida por sus enormes colmillos que seguramente morían por probarme. Sin embargo, cuando justo pensé que sería mi fin logro con éxito llegar a la cima y me adentro en una de las cabinas.

Aun con la respiración aligerada e intermitente relamo mis labios sedientos y me asomo hacia un lado para ver si aquella anomalía seguía abajo o si quizá ascendió junto conmigo, pues de ser el caso este sería mi fin.

Para mi buena suerte sigue todavía allí, tratando de subir pero no logra conseguirlo así que después de unos minutos más se rinde y se pierde en el bosque.

—Qué diablos fue eso…— presiono mi pecho con una mano tratando de recobrar el aliento.

¿Qué es lo que acabo de vivir?

Un despiadado sueño o una cruel realidad, no estaba segura todavía así que entierro mis uñas contra las palmas de mis manos en una empuñadura pretendido despertarme por si me hallaba soñando en mi cuarto y en cuanto me doy cuenta de que esto es más que real comienzo a sollozar desenfrenadamente.

Sigo enterrando mis uñas con fuerza sin darme cuenta de que me he lastimado más de la cuenta y cuando trato de derrumbar la cobardía que siento me miro las manos ensangrentadas.

Suelto una risa cáustica. 

Esta tarde nada más salí de casa pensando que este podría ser un buen día, que podría divertirme con Diana anhelando conocer un poco más al sujeto ermitaño de la escuela y ahora estaba aquí, sangrando en esta madrugada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.