El príncipe Belkam : Legados de Sangre ll

CAPÍTULO 12: "La profecía"

El tiempo parece haberse detenido, tanto Belkam como Davina lo sienten y no se quitan los ojos de encima. La música de fondo se oye cada vez más lejos al igual que los murmullos de los invitados quienes parecen estar más que distraídos en lo suyo.

Ella sigue bajando las escalinatas hasta detenerse justo enfrente de quién la anhela.

—Mi nombre es Davina y me complacerá ser su guía el día de hoy si me lo permite— entrecierra los ojos mientras toma una postura rígida.

—Será un honor para mí— sus ojos le resplandecen.

Esta vez caminan a pasos lentos por la mansión, en completo mutismo, incapaces de mirarse recíprocamente como al inicio, no pueden obviar los nervios que los irrumpe a ambos. Ella se relame los labios con sutileza mientras se toca una mejilla, ruborizada y tratando de calmar su terco corazón que no deja de latir con fuerza.

Cuando por fin salen al jardín interior de la mansión se detienen enfrente de un lago azul escarchado que yace cerca de la morada.

—Es realmente hermoso todo aquí— Belkam es quién rompe el hielo. Aún sin dignarse a verle directamente a los ojos— tiene una mansión muy grande, no pensé incluso que habría un lago, es verdaderamente extraordinario.

—No se siente así cuando estás obligado a permanecer dentro como un prisionero— Davina entrelaza sus manos.

Él se toma unos segundos antes de girar a mirarla, frunce el ceño confundido, anhela unos segundos más su belleza antes de decir algo.

—¿Un prisionero? — entrecierra los ojos con paciencia— ¿Eres un pájaro enjaulado?

—Algo así— Davina suspira con sentimiento— nunca tuve el privilegio de salir sola de casa. Estoy condenada a este calabozo al cuál veo difícil evitar.

—¿Por qué el duque Vizconci haría algo así? — no puede disimular la curiosidad que ahora mismo le invade con ímpetu— parece ser alguien de buen corazón. Puedo sentir los deseos más profundos de las personas y sé que su padre es un gran hombre.

—No lo dudo— Davina inclina la cabeza angustiada— lo hace por temor a perderme. Por la profecía en la que me veo implicada.

Belkam se queda más que pensativo.

¿A que profecía se refiere?

¿Qué secreto oculta la familia del duque?

¿Por qué la hermosa hija menor del duque está involucrada en ello?

—Sería realmente descortés que siquiera me digne a preguntar sobre el tema— no deja de observarla con fijeza— pero, me temo que sería un mentiroso si fingiera que no me importa.

Esta vez ella lo enfrenta como al inicio y una vez más no dejan de flecharse con la mirada.

—Es un secreto que debe permanecer oculto— se queda en silencio por unos segundos— sin embargo, algo dentro de mí me dice que puedo confiar en usted. Todo comenzó cuando mi padre aún no nos tenía a mi hermana y a mí, cuando la reina de Transilvania le dijo a mi padre que la menor de sus hijas estaría condenada a morir una y otra vez por una diosa. Desde entonces él me mantuvo enclaustrada a esta mansión y solo se me permite salir cuando voy acompañada de él o de Seya.

—Suena escalofriante— Belkam siente lastima por ella— no obstante, no dejo de pensar, ¿Por qué una diosa querría acabar con un humano? Probablemente envidia.

—No lo sé— Davina sonríe con cierto cinismo— no creo en ese tipo de cosas, no entiendo porque mi padre si lo hizo y lo hace. Los dioses son solo mitos que permanecerán siempre en libretos y siento que la reina se equivoca, aunque ciertamente muchos la solían ver como a una santa.

Belkam desvía la mirada hacia el lago escarchado.

—Mi madre proviene de Transilvania y supongo que mi padre también, aunque la verdad es que nunca supe nada de él— se queda en silencio por unos segundos— ni siquiera mi madre lo recuerda. Es casi como, si nunca hubiese existido.

—Lamento oír eso— esta vez es ella quién siente lastima por él— todos tenemos lados lóbregos en nuestras vidas ¿No? Hay peores cosas incluso.

—Pero sería algo trágico si esa profecía llegará a cumplirse— Belkam la mira directamente— quisiera poder cambiar lo que sientes y ayudarte.

Davina parpadea reiteradas veces sin saber que decir.

—Nadie puede cambiar lo que me tocó vivir— suspira afligida— ni siquiera conozco bien Melnik. Podría hasta perderme.

—¿Confiarías en mí? — Belkam le tiende una mano— hay muchas cosas allá afuera de las que te estas perdiendo

Ella se queda flechando sus ojos azules como el mar y cuando le da su mano un sinfín de imágenes del mundo exterior le asalta. Sonríe complacida mientras mantiene la mirada perdida intentando comprender que acaba de suceder.

¿Cómo puede ver todo eso?

¿Cómo es posible?

¿Qué es lo que ocurre?

Esta vez anhela a Belkam quién no deja de sonreírle, no muestra los dientes, simplemente parece satisfecho de haberle mostrado aquello.

—¿Co-cómo hiciste eso? — extasiada se aferra a la mano del forastero que parece tener más que solo secretos.




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