Permanecí quieta enfrente del mirador, podía sentir la brisa fresca que alborotaban mis cabellos, luego solté un suspiro mientras pensaba en mis padres. Mi madre… seguramente estaba sumergida en lágrimas y desaliento, a punto de perder la cordura. Debía admitir que también los extrañaba, tanto que a veces no me dejaba conciliar sueño, la culpa de ya no luchar por mi libertad me mataba lentamente y no sabía cuanto más podría aguantar todo esto.
—Fille…— la voz de Luigi me tomó por sorpresa, ni siquiera me había percatado de que flotaba justo a mi lado— ¿Se encuentra bien?
Asentí con suavidad.
—No— sonreí a medias— ¿Nunca han salido del Castillo? ¿No han pensado ir más allá? ¿No se han preguntado como es el mundo ahora?
—Lo hemos hecho, desde luego— Luigi sonrió emocionado y entristecido a la vez— es un paraíso sin fin que nos gustaría conocer más.
—Deberías decírselo— la presencia de Cassandra cautivó mi atención.
—No estoy seguro de si al amo le guste la idea— me miró inseguro.
—¿Por qué te interesan esas cosas? ¿He? Solo dímelo— lo alenté.
Luigi flotó hasta quedar delante de mí.
—Te están buscando— hizo una pausa breve— pero no son capaces de atravesar el bosque.
Me sentí aún más afligida de lo normal, la verdad desalentadora era que ya no sabía si quería ser hallada, Desmont causaba la sensación de quedarnos a su lado por siempre. No podía dejarlo solo con todo esto, ahora más que nunca quería ayudarlo, ya sabía la verdadera historia y ciertamente él había limpiado su dignidad, incluso conmigo.
—Una vez intenté huir y casi consigo que me asesinen— solté un suspiro agotado.
— ¿Cómo se llaman tus padres? — preguntó Cassandra.
—Elio Beattie y Hermonie Moore.
—Beattie es medieval, diminutivo de Bartolomé— Luigi me miró curioso— Oh, no lo sé fille, posiblemente tengas descendencias desde aquellas épocas. ¿Es cierto que los apellidos son derivados de los antepasados? Podría ser…
—Igual eso no importa— solté un gemido acongojado que tenía recargado de hace varios días.
Cassandra flotó hacia mí y atrapó mi atención.
—Piénsalo mejor niña… ¿Por qué tú tendrías que ser libertadora del Amo? — me miró expectante— nunca nos pusimos a pensar en cómo fue redimido el príncipe, bajo el cuidado del museo más grande de Transilvania, cerrado con magia para no correr el riesgo de que huyera. Después, llegaste tú y lo liberaste sin esfuerzo.
Aquellas palabras me dejaron pensativa.
Cassandra tenía razón, la primera vez que intente abrir el portón no pude y se debía a que estaba cerrado seguramente, no obstante, en el segundo intento no se requirió de mi esfuerzo para liberar al príncipe, fue más como si hubiese activado algo raro y desconocido.
—Necesito ver a mis padres— hablé bajo, pero lo suficiente como para que me oyeran— aunque sea sólo verlos por última vez, luego de hacerlo me quedaré con Desmont y lo ayudaré a resolver su problema.
Luigi flotó suavemente sin quitarme los ojos de encima.
— ¿Por qué haría eso belle dame? — preguntó conmocionado— ¿Usted estaría dispuesta a quedarse con nosotros? ¿A no ser feliz solo por ayudar al príncipe?
—Claro que sí Luigi— le sonreí sincera— estoy dispuesta a todo y me quedaré solo para ayudarlos a ustedes también.
Incluso yo estaba sorprendida por mis palabras, sabía que me estaba condenando con esto, pero lo cierto es que no podría vivir en paz y tranquila luego de saberlo todo, no después de saber que Desmont y sus fieles sirvientes existían.
—Creo que podemos ayudarte— Cassandra acomodó ambas manos por delante de sí misma con timidez— creo saber cómo puedes ver a tus padres.
— ¿En serio?
— ¿En serio? — repitió Luigi.
Cassandra asintió.
—Síganme.
Rápidamente hicimos lo que pidió y le seguimos el paso hasta la biblioteca del castillo. Bueno… Luigi flotó, podría decirse que yo fui la única en caminar a dicho lugar. El divino paraíso, una de las áreas favoritas del príncipe. Me pregunto: ¿Dónde estaría él ahora? más de media semana no lo había visto y ya estaba extrañando su presencia elegante y tenebrosa.
Cassandra abrió las puertas de la biblioteca y nos adentramos en el salón, ella emergió hacia uno de los escalones y volvió tan pronto, trayendo consigo un libro de cubierta gris.
—Este es uno de los secretos más significativos de la princesa Báthory— dijo mientras flotaba nuevamente hacia uno de los estantes del otro extremo.
Le seguí al igual que Luigi, todavía curiosos por saber a qué se refería.
— ¿Un libro? — pregunté confundida.
—Es más que eso— puso el objeto sobre el tablero que tenía al lado.
Cuando lo abrió dejó ver una compuerta de agua que apareció inesperadamente, justo en plena estancia, sin muros ni nada que lo sujetase. Parecía magia y como no podría serlo si eso era precisamente lo que más le jugaba a favor a la princesa Báthory.
—Esto es más que extraordinaire— el acento francés de Luigi se percibió, estaba completamente pasmado.