El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 21: "Migajas de un Amor"

Una vez crucé al otro extremo, me encontré en medio de una habitación mediana en donde yacía una cama y todo lo necesario, podría tratarse de un aposento de hotelería en algún lugar, tenía sentido puesto a que seguramente mis padres estaban quedándose aquí en lo que me buscaban, esperando mi retorno.

De momento escuché sus voces, el llanto desesperado de mi madre que poco a poco se hacía más claro a medida que se aproximaban, por lo que me vi obligada a meterme dentro del guardarropa.

Desde las grietas los vi entrar a la habitación.

—Santo cielo Elio, ya no sé qué más hacer…— mi madre tomó asiento en el lecho mientras sacaba un pañuelo blanco de su chaqueta impermeable— no soporto más esta terrible pesadilla.

—Ya… calla mujer— mi padre se reincorporó a su lado y se pasó ambas manos por el rostro, estaba estresado y ansioso— están haciendo lo que pueden.

—¡No es suficiente! ¿No te das cuenta? Se trata de nuestra pequeña que está raptada— volvió a sollozar desconsolada.

Mi padre la abrazó.

—Tranquila Hermonie— resopló afligido— ni siquiera sé por dónde podríamos comenzar a buscar, casi todas las calles de Transilvania poseen su foto y es la única esperanza que nos queda.

—Elio…— mi madre lo miró— por favor vamos a buscarla, dicen que tendrían que cruzar el bosque y si no pueden investigar más profundo hagámoslo nosotros.

Mi padre movió la cabeza de manera reprobatoria.

—Por favor Hermonie es una locura, nadie nunca ha regresado con vida cuando deciden ir solos, si los policías están buscando con paciencia es porque casi nadie conoce el bosque y están haciendo lo que pueden, por favor mujer ten paciencia, sé que encontraran a nuestra hija.

Me quedé adherida a las puertas del guardarropa de madera, observándolos abrazarse mutuamente, mi corazón se partió en ese preciso momento, de solo haber escuchado todo eso y verlos así tan unidos y exasperados. Hizo que me sintiera culpable, la peor persona del mundo por no querer retornar aún y todo por Desmont.

Me mantuve oculta, sintiendo como mis propias lágrimas, me quemaban el rostro mientras vertían lentamente.

¿Cómo me perdonarían aquello algún día? Seguramente para ellos un día más o un día menos era un infierno, yo era hija única de los Beattie y toda su atención de ambos la tenía para mi sola.

Los había extrañado tanto que hice un esfuerzo enorme por quedarme en aquel lugar y no dejarme ver por ellos fue lo más duro que pude hacer. Lo cierto es que, si salía corriendo a los brazos de ambos, sería mucho más cruel porque al final del día tendría que irme nuevamente. Ellos no debían verme hasta entonces, así que cerré los ojos, tan fuerte como pude y deseé estar nuevamente en el castillo.

En cuanto los abrí me encontré nuevamente a Cassandra y a Luigi, me observaban apenados seguramente por las lágrimas que aún tenía sobre las mejillas.

— ¿Estás bien pequeña Kat? — preguntó Cassandra.

—Oh… fille— Luigi flotó hacia mí— quizá deberías beber algo caliente para que te sientas mejor.

—No hablé con ellos— dije todavía sin poder salir del pasmo— no pude, ellos están tan destrozados que… es mejor dejarlo así.

—Katrina— Cassandra me miró afligida— No tenías la obligación de volver, no te habríamos juzgado de haber huido.

—No podía solo ignorarlos— relamí mis labios y solté un suspiro— en realidad quiero estar sola, al menos hasta que se me pase esto.

Cuando ellos asintieron, me marché de ahí, fundida en mis pensamientos, centrada en el dolor que punzaba mi corazón, por haber sido inhumana, por abandonar a mis padres de esa manera.

Mientras caminaba por el pasillo solitario, improvisadamente sentí un ligero fresco que anegó mi cuerpo, sacudiéndome de una manera dulce y escabrosa. Cerré los ojos anonadada, solo para verlo a él nuevamente tras abrirlos.

—Tu pena se debe a mi imprevisto retorno— dice sosteniendo mi mirada afligida.

No quería que Desmont pensara eso, no quería que se sintiese mal por ello ahora, bastante tenía con la angustia que cargaba sobre sus hombros, uno más no sería correcto.

—Me gusta estar aquí…— tragué saliva con dificultad y le sonreí a medias para convencerlo— solo fue un momento difícil.

—No quiero hacerte daño Katrina— su mirada esta vez recayó en las lumbreras de al lado y se estancó ahí— tal vez debería liberarte.

— ¡¿Qué?! — me acerqué a él de manera apresurada para captar su atención, pero fue inútil.

Él no me miró ni siquiera.

—Sería lo correcto, estarías con los tuyos y yo seguiría con mis planes— sus ojos se posaron en mi esta vez— tienes razón, alguna vez me dijiste que no tenías por qué estar involucrada en esto, estoy de acuerdo, una persona como tú no lo merece y yo… no soy quién para arrebatártelo todo, no a ti.

—Es cierto, yo lo dije— solté otro suspiro— yo dije eso, pero no es correcto luego de saber toda la verdad. ¿Entiendes? Tú tampoco merecías haber tenido esa historia tan desgarradora y en serio quiero ayudar.

Quizá había sonado angustiada y algo desesperada, pero la verdad era que detestaba la idea de ser libre ahora, no quería alejarme de Desmont, no así, no dejando todo inconcluso para mí.




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