Aquella noche me había quedado profundamente dormida luego de haber estado pensando por horas, aun con el corazón roto por primera vez, me sentía tan vacía, en especial por esa impresión de sentir que una púa presionaba contra mi pecho y suspiros que se escapaban por minutos, con la respiración obstruida.
De pronto cuando me removí sobre las sábanas, sentí algo diferente o simplemente lo presentí en mi interior, así que me levanté de golpe y me quedé estática. Mis padres me observaban fijamente anonadados por mi inesperada presencia y yo me encontraba igual que ellos.
— ¿Kat? — Susurra mi madre sin poder creerlo, sonríe con agitación— Kat, mi Kat, estas aquí…
Sin decir más se me lanzó con ambos brazos abiertos y me estrujó entre ellos por un buen rato, sin parar de dar besos en mi cabeza.
—Esto es realmente un milagro— escuché decir a mi padre luego de soltar un suspiro de alivio.
A pesar de que había deseado este momento desde que fui prisionera en aquel castillo, no me encontraba satisfecha del todo, increíblemente cuando antes todo lo que quería era estar al lado de mis progenitores.
— ¿Cómo…? — me entrecorté confundida— ¿Cómo estoy aquí?
—Ayer cuando volvíamos al hotel luego de haber pasado horas en la estación de policías, te encontramos durmiendo aquí como si nada hubiese pasado, como si estos cuatro meses jamás hubieran existido— mi madre se limpió las lágrimas con conmoción.
Era eso, por fin recuperaba el aliento y recordaba la noche anterior, Desmont insistiendo en liberarme para no hacerme más daño. Él lo sabía, fue sensato al saber que yo me habría negado si osaba liberarme estando yo consiente, así que seguramente esperó a que durmiera para poder dejarme con mis padres.
—Me redimió— digo sin poder creerlo, estaba decepcionada y no podía ocultar mi indignación— él me dejó ir…
—Esto es casi un milagro, con todas las cosas que oímos sobre ese muchacho, madre mía…— mi madre movió la cabeza tratando de ver el lado bueno— pero lo importante es que ahora estas aquí y podremos regresar a Florida.
—Todo volverá a ser como antes— mi padre me sonríe.
Eso era precisamente lo que menos quería, que todo volviera a ser como antes, me rehusaba siquiera a pensarlo como seria sin Desmont, como si todo fuera un sueño nada más.
—No lo entiendo. ¿Por qué me dejaría libre? — siento deseos de llorar, pero me aguanto, me pellizco a mí misma, clavando una uña en la palma de mi mano derecha— él dijo que me necesitaba.
—Kat no te siento feliz de haber regresado con nosotros. ¿O es una intuición mía? — mi madre me mira firmemente, totalmente embrollada.
—Pero que dices Hermonie— mi padre la interrumpe— solo… lo único que quiero es ir a la estación de policías y cerrar este caso, librarnos de todo y volver a Florida.
Él abandona la habitación para dejarnos a solas.
—Estoy tan feliz de tenerte de nuevo mi pequeña— me acaricia el cabello anhelándome acongojada— vamos a comer algo. ¿Te Parece? Patt ha estado llamándonos constantemente para saber si teníamos alguna noticia sobre ti. ¿No quieres llamarlo?
Niego suavemente sumergida en mis pensamientos.
—Digo… si, lo llamaré en un rato— le dedico una sonrisa— también estoy feliz de tenerlos de vuelta y… me alegra que todo vuelva a la normalidad.
Luego de varios minutos, nos fuimos a comer algo, no habíamos ido tan lejos puesto a que no conocíamos Transilvania y por suerte, había una cafetería grande a la vuelta del Hotel.
Al entrar sonó un tintineo suave, el cambio abrupto del frío con lo cálido se hizo evidente, podía ver a mi alrededor personas haciendo lo suyo, el lugar era bonito, me recordaba a la cafetería que solía visitar con Patt en Florida, el clásico Chuck Coffe’s, porque claro, el empresario que lo había fundado se llamaba Chuck.
Solté un suspiro desolado y me dirigí hacia una de las mesas vacías que se encontraba al lado de las ventanas que tenían luces de neón para tomar asiento.
—No me he acostumbrado al clima por más tiempo que llevamos aquí con tu padre— comenta mi madre— me hubiera gustado pasear por las avenidas y haberlas recorrido de buena manera sabes… lastimosamente lo hice mientras pegaba tu foto en cada poste que encontraba.
Me quedé observándola apenada, ellos eran todo lo que tenía y los amaba más que a mi vida, después le sonreí y coloqué una de mis manos sobre la suya.
—Estoy aquí contigo mami— hice una pausa justa— y nada nos volverá a separar ¿Sí? Lo prometo.
Ella asintió suavemente.
De momento llegó la muchacha que nos atendería.
— ¿Y para usted señorita? — me miró expectante luego de haber tomado la orden de mi madre.
—Una malteada de fresa y una hamburguesa con carne doble por favor.
Mamá esboza una sonrisa y hace un pequeño movimiento de cejas, ya casi podía sentirme normal en mi vida, donde solía comer comida rápida a veces.
Amaba comer.
— ¿Me dirás que pasó durante los cuatro meses?
Resoplé con agotamiento. ¿Y que esperaba? Que no tuviera interés en saber que había estado haciendo todo el tiempo que me mantuve desaparecida.