El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 23: "Condenados a perderse"

Luego de aproximadamente una semana todavía sigo decepcionada y resentida luego de que Desmont me dejara libre, he vuelto a Florida y las cosas han estado como siempre por aquí, mis compañeros me miran como a bicho raro por ratos pero estoy acostumbrándome desde mi primer día, son afines de septiembre y ya casi termina el año y claro, ahora mismo mantengo la mirada perdida en cualquier sitio mientras paseo un dedo alrededor de mi vaso de jugo en pleno refrigerio.

—Dios, estoy comenzando a hastiarme de estos fisgones— Patt toma asiento, deja su bandeja de comida sobre la mesa.

Por unos segundos divaga hasta que nota mi desinterés absoluto.

—Tierra llamando a Katrina— dice, hace movimiento con una mano por delante de mi rostro para llamar mi atención.

Mis ojos se arrastran aburridos y recaen sobre este.

—La preparatoria está acabando conmigo.

—Quién realmente está acabando contigo es ese espectro— hace una pausa— Kat, no has vuelto a ser la misma luego de lo que te pasó.

— ¡Oye!— le llamo la atención.

—De acuerdo lo siento, Desmont o como sea— revolotea los ojos.

—Patt, me está consumiendo esta maldita pena, te he contado todo desde que he vuelto ¿Por qué no solo me entiendes?— digo, ya casi sintiendo como una vena se me forma sobre la frente.

Estoy a punto de explotar.

—Kat, te estas ahogando en un vaso con agua y odio verte así— resopla estresado— eres mi mejor amiga y realmente quiero que seas consiente contigo misma, esto es lo mejor que pudo haber pasado solo date cuenta. Él no te ama.

Suficiente, no quiero oírlo más, me levantó de la mesa y me marcho de allí dejándolo solo y me mira levantando las manos. Arrastro mis pies a donde sea que me lleven, todo es tan horrible y realmente estoy a punto de perder la cabeza, no dejo de preguntarme:

¿Qué estaría haciendo Desmont ahora? ¿Qué sería de Luigi y Cassandra? ¿Hermes? Todo, incluso sobre ¿Vasilisa? Tendría oportunidad de volver a vivir ¿Habría encontrado la manera de traerla de vuelta?

Me quedo parada enfrente de un salón que aparentemente parece vacío así que me adentro en este, cierro la puerta y me apego de espaldas a este.

Resoplo afligida manteniendo los ojos cerrados.

—Lo siento— dice aquella voz que de inmediato reconozco.

Abro los ojos y me quedo sorprendida y a la vez fría.

—Que… ¿Cómo…?— me entrecorto de lo sorprendida que estoy ahora mismo.

Es él, es Desmont quién está a unos centímetros de mí.

—Era lo correcto y pensé que estarías feliz— baja la mirada sintiéndose seguramente culpable.

— ¿Feliz? ¿Qué haces aquí? Alguien podría verte— le digo, trato de esconder mi emoción en mis palabras.

Traía otro traje de príncipe puesto, uno de color guinda.

—Quería saber que estabas bien Katrina— sus ojos negros me observan con ímpetu.

—Estoy bien— suelto resentida y sosteniéndole la mirada.

Después de todo era él quien me había dejado ir, está bien, se lo había pedido yo pero eso era al inicio, cuando no sabía quién era Desmont realmente. No obstante, luego de conocerlo mejor todo lo que quería era estar a su lado, ser una compañía para su soledad y es que podía incluso sonar loca pero era lo que más deseaba, anhelaba eso, había olvidado que el príncipe estaba enamorado de alguien más y así me había quedado enamorada de este sin pensar en los contras.

—Katrina yo…— hace una pausa breve pensando seguramente si seguir o quedarse callado— he echado de menos tu compañía y en realidad me arrepiento de haberte dejado libre. Yo solo quería que dejaras de estar triste.

Entreabro los labios al oír aquello y suelto un suspiro.

—No sé qué decir…— confieso sorprendida.

—No te he dejado sola si eso piensas— me ofrece su mano derecha y se queda esperando a que la tomara.

Lo hago y tal como pensé me muestra, lo que había dicho era cierto, puedo verme a mí misma durmiendo cada noche y a Desmont también, él está ahí, sentado en el mueble blanco que queda al lado de las ventanas de mi habitación. Me observa dormir todas las noches desde aquel día en que me dejó libre y aunque todavía no sé porque lo hace se me escapa una sonrisa.




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