El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 24: "Báthory"

Báthory:

Entreabrí los ojos con cierta molicie y avivadamente pude percibir árboles a mi alrededor.

¿Qué me había pasado?

Traté de levantarme, pero un mareo súbito hizo que mi cabeza abatiera de nuevo.

—Yo no haría eso— la voz de una mujer capta mi atención de inmediato— al menos no hasta que recuperes el hálito.

Hice el mayor esfuerzo por reincorporarme otra vez, consiguiéndolo en seguida. Mi corazón empezaba a latir con prisa. Me apegué contra el árbol que había detrás de mí, tenía tanto miedo, mis ojos estaban abiertos y despavoridos.

—No tienes que temerme querida— ella esbozó una sonrisa mordaz.

¿Pero cómo sucedió esto?

Casi podía pensar con claridad.

¿Cómo era posible que tuviera a la princesa Báthory delante de mí? ¿Dónde estaba Desmont? ¿Dónde estaba él ahora mismo? Y lo más importante… ¿Dónde estaba yo ahora?

—Que hago aquí…— digo temerosa— ¿Tú qué haces aquí?

Ella físicamente era más hermosa de lo que imaginé, mucho más que en sus retratos del castillo, aunque no sentía que fuera buena. De hecho, dentro de esa belleza magnífica parecía vivir un monstruo.

Llevaba un vestido plateado como en aquellas épocas y su corona también combinaba del mismo color, los picos afilados, debajo de un moño entrelazado la hacía verse amenazadora.

Sus ojos esmeraldas me miraban con emoción.

—Te he salvado de mi hermano Katrina, deberías agradecérmelo— otra sonrisa cáustica se dibujó en su rostro delicado.

— ¿Salvado? — pregunto indignada— ¡Tú me has raptado!

Ella levantó la barbilla con altivez.

—No he hice nada que Desmont no lo haya hecho antes, si vas a compararme con un monstruo piénsalo bien al menos— hizo una pausa breve— pensé que la libertadora de mi hermano maligno sería diferente.

Fruncí el ceño, confundida.

¿Maligno?

El príncipe no tenía ni un pelo de perverso, en cambio ella sí.

—Estás viva— trago saliva con dificultad y tensé la mandíbula.

—Oh si— se quedó mirándome fijamente— claro que lo estoy querida y mi único deber en este mundo era mantener a mi hermano bajo siete celdas mágicas si ha de ser necesario, no obstante, tú has sido la culpable de su redención. ¿Sabes lo que significa?

—Él no es maligno Báthory— digo con enojo.

— ¿Que puedes saber tú de la familia Real? Una simple mortal que solo se traga las falsedades de un príncipe apuesto, aquel que regresó del más halla, contándole la infausta historia de amor que sufrió cuando estaba vivo— se ríe con ganas— él encubre la verdadera razón por la que se encuentra en este mundo.

—No es cierto…

—Pregúntate a ti misma Katrina. ¿Por qué estás metida en todo esto? ¿Porque Hades le volvería a dar una oportunidad de vida cuando ya no tiene con qué pagar el precio? Su alma ya le pertenecía. ¿Lo ves? Tú solo te conservas segada por la preciosidad de Desmont.

Un nudo se formó en mi cuello, sus rigurosas palabras tenían sentido y muy en el fondo estaba empezando a dudar, las preguntas comienzan a embrollarme.

¿Con que había pagado su retorno al mundo? ¿Por qué Báthory y él estaban en una guerra si eran hermanos de sangre? ¿Y si ella tenía algo de razón? ¿Quién de los dos era realmente el embustero y maligno en esta historia?

—Eso creí…— se mantuvo en silencio por unos segundos— tú eres importante en todo esto y yo voy a encargarme de que mi hermano jamás te encuentre. Esa será mi misión a partir de ahora. No puedo hacer nada para regresarlo al inframundo, pero si puedo interferir en sus planes y esperar a que se agote su tiempo de redención.

Levanté la mirada.

— ¿Tiempo? ¿Él tiene un tiempo?

—Claro que sí, corre desde el primer día en que fue liberado, no puedo negarte que siempre sentí lastima porque no dejan de estar condenados, destinados a perderse entre sí.

— ¿Quiénes? — pregunto temerosa.

—Oh. No lo sabes ¿Cierto? — me sonrió a medias— son como la luna y el sol. ¿Lo recuerdas? Escrito en las estrellas, amándose el uno al otro, forzados a perderse y a estar lejos.

—¡¡No lo entiendo!! ¡¿Qué es lo que quieres?!— le grité hastiada de todo.

—Lo que quiero es tenerte cautiva Vasilisa— levantó la barbilla— Sí. Tú eres la reencarnación viva de su adorada Vasilisa y por eso; solo tú podías redimir a mi hermano. Esperó años, incluso siglos a que apareciera la llave de su redención y fue engañado por el mismo Hades, un ser divino, demasiado desalmado. Debió saber que los favores que él hace siempre vienen con beneficios que solo Hades puede usar a su favor, poniéndote todo lo que necesitas en su tablero del mal, solo para dejar que te hundas buscando el significado de cada cosa.

— ¿Qué?

No era cierto.




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