Todavía absorta en mis pensamientos me mantuve con la mirada perdida en cualquier otro lugar, no podía creerle todo lo que había dicho la princesa Báthory, que era yo Vasilisa, era yo a quién Desmont amaba con todo su corazón supuestamente pero no, no podía ser cierto porque ella yacía en su lecho todavía profundamente dormida, yo solo era una humana más que lamentablemente se había visto embrollada en todo esto.
— ¿Estás bien Katrina?
Aquella voz la reconocí de inmediato así que levante la mirada.
—Cassandra— digo entre sorprendida y a la vez no— porque hiciste esto.
Claro que no lo había preguntado, más era como decepción, haber traicionado a Desmont e incluso a Luigi.
—Lo siento, no lo entenderías si te lo dijera— hace una pausa como reflexionándolo— La princesa siempre ha sido muy noble conmigo y en cuanto se me presentó supe que debía seguir sirviéndole a ella, era mi deber.
—Pero… traicionar a Desmont luego de saber su verdadera historia— me quedé indignada.
—Katrina, él ya no es quién solía ser— flota hasta llegar a mi lado— yo quiero al príncipe tanto como su hermana pero la versión que es ahora no es a quién yo recuerdo, un ser oscuro que se alimenta del miedo de las personas inocentes que son descendientes del apellido Montecasth, alguien que regresó al mundo solo para intercambiar a su propia hermana por el amor de Vasilisa.
— ¿Es cierto lo que dijo ella?— pregunto temerosa de oír lo peor.
Ella baja la mirada y luego de unos segundos vuelve a observarme.
—Todo es cierto, eres la reencarnación de Vasilisa en persona, muchas personas del pasado vuelven a reencarnarse en el cuerpo de alguno de sus descendientes infinitos que pudieron tener…
—Pero no es posible, yo no recuerdo absolutamente nada de lo que pudo haber pasado en una vida pasada— frunzo el ceño incrédula.
—Sí que lo recuerdas, los sueños que suelen tener algunas veces son memorias del pasado y tú has tenido alucinaciones ¿Cómo explicas sentir todo lo que Vasilisa sentía cada que te adentrabas en un recuerdo?
Ella tenía razón después de todo, ahora que lo analizaba mejor, tenía sentido del porque había podido ser como una llave de la redención de Desmont y de cómo había podido tener todas esas alucinaciones.
—Eso no importa ya, igual Desmont y yo estamos condenados a perdernos— inclino la cabeza afligida.
—Katrina— susurra captando mi atención— ¿Te has puesto a pensar del porque Vasilisa tuvo descendencias? Estaba muerta.
Parpadeo unas cuantas veces pensándomelo mejor, era cierto ¿Cómo podía ser posible aquello? ¿Cómo podía tener descendientes si el Rey Magnus la había matado? O bueno a mí.
—Yo…
—En cuanto Desmont murió bajo las llamas de su propia muerte corrí al único lugar en el que lo había descubierto ir con Vasilisa— Báthory hizo aparición repentina— la gran fortaleza mágica.
La princesa hizo un movimiento suave con una mano e hizo emerger una nube en el que pudimos ver su pasado, no sé si estaba inventándolo ya que posiblemente podía hacerlo con su magia pero algo dentro de mí le creía.
Ahí estaba Báthory, ladeada al borde del lago escarchado bajo la luna llena, tan reluciente que me hipnotizó y entonces la aparición de Vasilisa, saliendo de las aguas, nos dejó sorprendida a Cassandra y a mí, incluso a Cassandra quién parecía saberlo todo, quizá porque ahora estaba viendo aquel recuerdo como una película gótica de en cuentos de hadas. La mujer de cabellos rubios casi blancos con aquel vestido o tul blanco como su piel llegó a la orilla completamente confundida y atemorizada.
— ¿Qué ocurre?
Báthory levanta la cabeza y la mira.
—Vasilisa…— traga saliva con dificultad.
— ¿Qué hace princesa? ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué ocurrió?— ella se ladea de tal manera que ahora pueden observarse el uno a la otra— ¿Dónde está el príncipe?
Báthory no sabe que decir y antes de poder inventar algo sus lágrimas son la evidencia de que algo malo ocurrió en la ausencia de Vasilisa y que en definitivo es tan grave como para sacarle lágrimas.
Quizá el presentimiento de una pena enorme siente el corazón de la mujer de cabellos rubios casi blancos quién se pone a sollozar angustiosamente tan repentino que la princesa se olvida de su postura en aquellos tiempos y abraza a Vasilisa. La mantiene entre sus brazos, todavía ofuscada por la catástrofe que rompió a la familia real Montecasth, el Rey Magnus había acabado con la vida de su propio hijo, su heredero al trono, su único hermano menor a quién había amado hasta el último día de su aliento y que lo más seguro era que lo seguiría recordando con tanto dolor.