El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 26: "El despertar del Sol"

Pensé que estaba fantaseando, sintiendo que dormía en una cama placida, no sabía dónde estaba, pero se sentía tan real, por más que mis ojos se mantuvieran cerrados, quise abrirlos y no pude, me forcé a hacerlo y al conseguirlo solo pude ver una silueta borrosa que yacía enfrente de mí.

No dejaba de ver borroso, porque mis parpados pesaban, incluso llegué a creer que el sueño me vencería en cualquier momento, no obstante, el deseo de ver la silueta de quién me anhelaba era mucho más fuerte. La visión me falló por unos segundos más hasta que finalmente logré ver a Desmont, era él quién se conservaba a mi lado, sentado y con la cabeza inclinada.

Estaba triste y de alguna manera me rompió el corazón de solo verlo así.

¿Por qué no podía abrir los ojos del todo? Algo no me permitía hacerlo a pesar de luchar contra la fuerza que me obligaba a mantenerlos cerrados.

—Se agota mi tiempo…— dice sin levantar la mirada— me estoy perdiendo Vasilisa, me siento cada vez más dentro del camino de la muerte por más que sea un ancla que se mantiene entre la vida y…

Se entrecortó y se quedó en silencio repentino.

¿Vasilisa? ¿Por qué estaba diciéndome aquel nombre? ¿Acaso él ya lo sabía?

El tiempo… claro, él tenía poco tiempo, pronto concluiría y dejaría el mundo real, el Dios Hades se lo llevaría para siempre y no volvería a verlo nunca más. Desmont… quería verlo, ver su hermoso rostro y aunque traté de moverme no lo conseguí, sentí que no era capaz de articular un solo musculo nuevamente, sentí mi cuerpo tan dormido que me creí cautiva de algún tipo de encantamiento.

Sin embargo, el príncipe levantó la vista y se quedó observándome fijamente, seguía afligido hasta que tomó mi mano y la acarició mansamente, entonces solo abrí los ojos sofocando un respiro y me levanté de golpe.

Mi mirada vagó en la habitación en la que me hallaba, no era el mismo lugar que había visto antes, era otro y Cassandra había llegado flotando hasta mi con el ceño fruncido.

— ¿Estás bien Kat? — preguntó embrollada.

Negué con la cabeza dócilmente, mientras que tocaba la mano que había acariciado el príncipe, anteriormente en mis sueños.

—No fue un sueño…— dije con dificultad, angustiada y con un nudo en el cuello.

— ¿De qué hablas?

Unas cuantas lágrimas se deslizaban por mis mejillas mientras seguía con la mirada perdida, había sentido su tacto, tan claro que todavía tenía el cuerpo adormecido y aquel cosquilleo que revoloteaba mi vientre.

—Es que yo… me siento tan vacía Cassandra y no sé porque…

—Lo siento— dice acomodando ambas manos por delante de su cuerpo, aferradas a su largo vestido que siempre tría puesto, me miraba clemente— mantenerte lejos del príncipe luego de la verdad es muy cruel y me siento culpable por hacerte esto.

Levanté la cabeza y sostuve su mirada.

—Quiero saberlo todo— hice una pausa breve— quiero recordarlo todo por favor…

—No creo sabio que pidas eso Katrina.

La aparición de Báthory me dejó quieta como una efigie.

La princesa traía puesto otro vestido azabache corsé a la diminuta cintura que tenía, su melena se encontraba suelto, pero todavía mantenía su corona intacta, su largo y rubio cabello tenía ondas.

—Tú puedes hacerlo— tomé aire y reuní fuerza— no es justo que solo Desmont lo sepa todo y sufra solo. Sé que estamos condenados a estar lejos… ¿Lo entiendes? Quiero saberlo todo, quiero recordar… por favor.

Báthory me miró compasiva.

— ¿Por qué alguien querría sufrir? A eso se le llama masoquismo— levantó la barbilla y yo hice lo mismo— ¿Quieres saberlo? ¿Recordar el dolor que se causaron el uno al otro? Perfecto, pero recuerda una cosa, no soy tan clemente de volver a borrarte los recuerdos de tu vida pasada cuando estés implorando por no resistir más.

De improviso me tomó la mano y cerró los ojos. Un gélido viento nos envolvió en lo que las ventanas de la habitación se abrieron abruptamente y después, miles de imágenes del pasado atravesaron mi mente, cerré los ojos mientras los veía pasar y a medida que pasaban los segundos un dolor leve anegó mi cabeza.

Sentí unas gotas de agua derramar por mi nariz y antes de llevar una mano para intentar tocarme, me desvanecí y caí sobre el pavimento.

Las imágenes se detuvieron y con la visión difusa vi a Báthory y a Cassandra acercarse a mí.

— ¿Katrina? ¿Katrina? — la princesa parecía atemorizada por su tono de voz— ¡¿Qué es lo que ocurrió?! ¡¿Katrina?!

Y eso fue lo último que oí antes de cerrar los ojos y caer en un abismo oscuro, o eso pensé hasta que una luz me iluminó.

Mis parpados se abrieron y esta vez no tenía con que lidiar, observé a mi alrededor completamente confundida, yo conocía este lugar, lo recuerdo todo, por más que nunca visité los aposentos del príncipe como Vasilisa lo había hecho cuando fui Katrina.

Me miré las manos y las examiné, luego el atuendo que traía puesto.

Un vestido blanco de brillantes escarchados, largo y de volumen, pensé en la posibilidad de haber despertado siendo la persona que fui realmente. Bajé un pie del resplandeciente en el que estaba postrada y pisé suelo firme. Caminé hacia el espejo que se encontraba al otro lado, sintiendo que había dormido una vida entera y cuando me miré en el reflejo, contuve las palabras, tan fría como un cadáver.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.