El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 27: "Eclipsados"

Sus ojos no podían creerlo, se reflejaban en ellos la incertidumbre, en su manera de observarme, atónito e incrédulo. Como si estuviera creyendo que todo esto era un sueño, una alucinación que podría romper su corazón, pero luego pareció entenderlo mejor, sus ojos permanecían sobre la nube en la que anteriormente dormía.

Me aproximé hasta él y Desmont retrocedió instintivamente.

—No…

Se entrecortó.

Su mirada profunda como la noche brillaba de una manera extraña, provocando un punzón en mi pecho, se veía tan frío.

—Soy yo, Vasilisa— le digo con un nudo en la garganta luego de tomar sus manos para que toque mi rostro— he vuelto amor mío, estoy contigo.

Su respiración se entrecortó, podía sentirlo por lo cerca que estábamos, seguía siendo tan apuesto como cuando nos conocimos, aunque algo había cambiado en él, no era el mismo muchacho inocente que solía ser y lo supe en cuanto vi su mirada.

—Mi Vasilisa…— acercó sus labios y me dio un beso necesitado sobre la frente mientras me envolvía con sus brazos rigurosos.

Aspiré su aroma, aquel que lo definía desde siempre, un ser pulcro y refinado.

—Mi hermoso Desmont…— levanté la cabeza y sostuve su mirada— mi príncipe.

Él por supuesto me observó embelesado, después cortó la poca distancia y me besó, tan sentimental e inocente, pude percibir sus nervios, el respeto que manifestaba cada vez que me tocaba seguía indemne. Sus labios fríos erizaron cada parte de mi cuerpo, me colmó el alma, el corazón y me sentí feliz por eso, de tenerlo tan cerca que me consumía de una manera que todavía no podía entender. Sabía que nuestro amor se había acrecentado a pesar del tiempo, sin importar que nos hubiésemos perdido en el camino, solo interesaba el hecho de que ahora estábamos juntos, sin saber hasta cuando exactamente.

Se apartó unos cuantos centímetros de mí, manteniendo los ojos entrecerrados, aspiraba la fragancia de mi melena y consecuentemente, besó la punta de mi nariz, acariciando el mechón ondulado que acababa de caer sobre mi frente.

—Eres todo lo que siempre he querido, sin importar el ser en quién me convertí, aún en esta forma sigo amando tu energía tan pura— musita sin apartarme de sus brazos— ¿Dónde has estado? Me has hecho tanta falta.

—No lo sé, no lo recuerdo…— parpadeé reiteradas veces— lo único que siento es confusión, como si hubiese dormido un par de décadas.

—Yo tampoco sé que ocurrió, pero algo no está bien— soltó un suspiro, parecía preocupado— Katrina se va y tú vuelves sin más.

— ¿Quién es Katrina?

El nombre rondó por mi cabeza, consciente de que nunca lo oí, pero también presentía que me olvidaba de algo importante, podía sentirlo, estaba tan preocupada como Desmont y no sabía la razón.

Sin embargo, sus ojos azabaches me observaron culposos.

—La muchacha del presente, de este siglo— hizo una pausa breve— Yo…

—Espera…— lo interrumpí, un par de imágenes atravesaron mi cabeza sin piedad, imprevistamente— yo puedo recordar.

El príncipe me observó embrollado y ansioso de saber seguramente, esperó paciente.

— ¿Qué? ¿Qué ocurre amor mío?

—Yo reviví. Salí del lago en el que consumamos nuestro amor, justo el último día que estuve con vida— tragué saliva con dificultad y ahogué un llanto que quería asolar conmigo, tan enérgicamente de repente— recuerdo todo lo que aconteció aquella noche.

— ¿Qué dices?

—Báthory, tu hermana borró mi memoria ese día cuando pregunté por ti, supe que algo malo había pasado, lo sentí muy en el fondo y…

—Borró tus memorias para que pudieras seguir adelante— dice completando lo que quería decir.

—Recuerdo a mi familia Desmont— fruncí el ceño, demasiado incrédula ya que todo regresaba a mi poco a poco, lo miré a los ojos — yo tenía un hijo llamado Belkam. Nuestro hijo, era nuestro.

Desmont se quedó perplejo. Parpadeaba con lentitud, ensimismado o quizá más bien perdido.

— ¿No lo entiendo Vasilisa? — sus ojos irradiaban un dolor enorme, viéndose en lágrimas que deslizaban por sus mejillas.

—Luego de no recordar nada supe que estaba esperando un hijo, mi madre Megara me ayudó a criarlo lejos de Transilvania, huimos a un pueblo cerca de Grecia y entonces, cuando pensé que nunca nadie colmaría el vacío que tenía dentro de mí, conocí a un buen hombre y…— solté un suspiro— también tuve una hija llamada Kalina.

— ¿Qué ocurrió con ellos? — preguntó con la cabeza inclinada.

—Con el tiempo envejecimos, incluso Kalina, pero Belkam no lo hizo, se mantuvo extrañamente conservado y divino como tú. Nunca llegué a entender la razón, él tuvo que marcharse lejos de mí para no levantar sospechas extrañas, era tan hermoso…

—Belkam…

—Ahora puedo entenderlo todo— bosquejé una sonrisa a medias— tuvimos un hijo Desmont, un fruto de nuestro amor perpetuo. Él… era muy semejante a ti, parecía tu vivo retrato, su rostro me atormentaba amor mío.

El príncipe me rodeó con sus brazos de nuevo y depositó un beso suave sobre mi frente, parecía emocionado esta vez, estaba feliz.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.