El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 28: "Katrina"

Bajo el radiante sol de aquella mañana, me mantuve sentada sobre el bellísimo paisaje de la fortaleza mágica, podía ver como las hadas volaban a unos pocos centímetros de mí, parecían recordarme también, jamás pensé ser testigo de aquellos seres mágicos que existían ocultos de los mortales.

Aquí estaba, extasiada por el paisaje a mi alrededor y Desmont quién me anhelaba encantado con mi presencia.

Estaba justo enfrente de mí.

— ¿Quieres ver algo? — preguntó sosteniéndome la mirada.

Esbocé una sonrisa mientras tomaba su mano derecha, él entrelazó sus extensos y blancos dedos de porcelana con los míos.

Hizo que un par de imágenes surgieran en mi mente, memorias del pasado en donde podía ver mi propia figura, sentada en aquella pileta que tanto visitaba cuando estaba viva, en donde solía leer libros. El traje de seda que llegaba a la altura de mis tobillos relucía en un tul transparente que cubría mis hombros bajo aquella cascada ondulada de mi melena alba y el príncipe, quién me observaba desde el otro lado, manteniéndose oculto en un roble. No dejaba de contemplarme en silencio, lo hacía siempre que me veía salir a la misma hora, cada día.

Apreté su mano con sutileza cuando me mostró el día en que me hizo suya por siempre, precisamente en el mismo lugar de ahora, dentro del lago que yacía a unos centímetros de nosotros.

Después abrí los ojos y me quedé embelesada con su rostro.

— ¿Cómo puedes hacer eso?

—Puedo hacer más cosas Vasilisa— me sonrió a medias— ¿Te has dado cuenta de que me hechizaste desde el primer momento en que te vi?

—Aquel día en que pintarían un retrato suyo mi corazón testarudo se dejó llevar por la belleza de mi príncipe, sabía que no debía permitirlo porque coexistíamos en mundos diferentes, pero simplemente no pude evitarlo— dije mientras acariciaba su tacto frío como la nieve.

Desmont ladeó la cabeza y esbozó otra sonrisa amplia.

—Vasilisa tú eres mi complemento, yo nunca me había fijado en ninguna otra antes de ti, tampoco en alguna otra después— soltó un suspiro acongojado— aun cuando alguien me recordó tanto a ti.

¿Por qué me decía eso ahora? ¿A que venía aquello?

Sentía que olvidaba algo importante y por más que tratara de rememorar no conseguía hacerlo. Iba a decirle algo cuando de momento, fuimos interrumpidos por algo anómalo, una compuerta mágica apareció sin previo aviso en forma circular y cuando me sobresalté, Desmont se posicionó delante de mí.

La princesa Báthory salió, dejándonos atónitos. Ambos hermanos se observaban con formalidad, lejos de parecer contentos de verse nuevamente.

— ¿Qué es lo que quieres? — dice el príncipe— pensé que estabas muerta hermana.

—Soy una hechicera, tan inmortal como tú solías serlo antes de convertirte en este espectro— sus ojos se posaron en mi— puedo entender porque ella no despierta.

Un monstruo se hizo presente, permanecía lado de la princesa, sosteniendo en brazos a una muchacha de melena escarlata, parecía inconsciente y cuando centré toda mi atención en ella quise acercarme, pero Desmont lo impidió con un brazo.

— ¿Qué le has hecho? — preguntó en un hilo de voz, no dejaba de inspeccionar a la chica, luego exterminó con la mirada a la princesa— quieres destruirme a mi Báthory, deja en paz a Katrina, déjala libre, ella no tiene nada que ver en esto.

—Te equivocas Desmont— Báthory soltó un bufido— ella tiene mucho que ver, así como Vasilisa en tu historia de amor.

—Eres perversa hermana, al igual que nuestro padre, me recuerdas a él. ¿Por qué debo creer en ti?

—Hermano mío, yo nunca quise que todo esto acabara así pero… ¿Sabes lo que hiciste? ¿Tienes idea de lo erróneo que pudo ser tu decisión? Solías ser todo lo que yo más amaba en la vida, eras mi luz, mi hermanito menor a quién vi crecer día a día, no tienes ni la menor idea de cuánto te amé y lloré tu muerte hasta este siglo, verte aquí me perturba el corazón de la peor manera y lo cierto es que jamás debiste volver…— Báthory parecía honesta, sus ojos lo demostraban, tan cristalinos y angustiados.

—Estás aquí para destruirme— concluyó el príncipe sin titubeos.

—Tampoco tengo opción— hizo una pausa breve— eres un ser sin alma y solo propagas tu venganza contra personas inocentes que pertenecen al árbol genealógico Montecasth.

—No, por favor…— me armé de valor y me puse delante del príncipe— todo lo hizo por mí, no quiero que termine así, cederé mi alma a cambio de que Desmont tenga una vida como yo la tuve y sea feliz. Por favor…

—No Vasilisa…— lo escuché suplicar.

—No puedes, a menos que tu verdadero yo lo pida— Báthory miró el cuerpo inerte de la chica de melena escarlata— si tu alma vuelve a tu verdadero yo, ese cuerpo ya no te pertenece Vasilisa. Tuvo su ciclo de vida y envejeció, solo eres una falsa imagen para torturar a mi hermano.

— ¡¿Qué dices?! — Desmont me hizo para atrás con delicadeza y encaró a su hermana mayor— soy tan poderoso como tú, te enfrentaré si tratas de separar a Vasilisa de mí.

—Todo esto es obra de Hades pequeño hermano. ¿No te das cuenta? Te puso todas las fichas en un tablero solo para que tú revelaras la razón— la princesa me apuntó con el dedo índice— el cuerpo pasado de Vasilisa solo fue un acto feroz porque Hades lo es y estabas tan abstraído en tu pasado que no te diste cuenta de que tenías el alma de Vasilisa todo el tiempo contigo. Sólo quiso distraerte esperando a que tu tiempo termine porque él odia los finales felices.




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