El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 29: "El trato con Hades"

— ¿Por qué debo creer esto?— dice todavía atónito.

—Tú mismo lo has visto con tus ojos Desmont— Báthory hace una pausa— Vasilisa no se fue, está aquí, solo se fue su figura antigua pero lo importante es su Alma y está aquí.

—Yo… no recuerdo nada de lo que pasó ¿No ibas a devolverme mis recuerdos?— miré a la princesa, todavía confundida.

—Katrina— susurra el príncipe, anhelándome desde su lugar— ahora puedo encontrarle sentido a las cosas, del porque pudiste liberarme, del porque me recordabas a ella, eras tú la misma.

Me tiene su mano derecha mientras me mira directamente a los ojos, por la manera en que lo hace sé que realmente es una necesidad tenerme cerca y cuando doy un paso adelante y siento su tacto un sinfín de imágenes envuelven mi mente. Cierro mis ojos dejándome perder en ellos, por fin lo recuerdo, recuerdo quién soy realmente, soy yo, soy Vasilisa, mi alma sigue presente aunque no estuviera en mi cuerpo anterior, es la reencarnación en mí y ahora lo siento todo.

Desmont me rodea con ambos brazos y me mantiene tan cerca de sí, un abrazo protector y dulce que como Katrina había querido tanto, ahora él cedía su corazón al mío, confiado completamente porque sabía que era la mujer por quién estaba en el mundo ahora y yo todavía seguía impactada por todo lo ocurrido.

Enterarme de un momento a otro que era yo Vasilisa y Katrina a la vez, que ahora recordaba todo con solo haber sentido el tacto de mi amado y justo cuando pensé que todo podría ser diferente el ruido de las aguas alborotadas del lago escarchado nos pone en alerta, clavamos los ojos en el lugar y vemos claramente la aparición del Dios del inframundo. Me mantengo perpleja de tenerlo ante todos nosotros y las preguntas rondan en mi mente ¿Qué es lo que quiere? ¿Por qué ahora hace acto de presencia? aprieto con suavidad mi mano derecha que yace sobre uno de los brazos de Desmont, todavía me mantengo a su lado y sé que él no quiere que me mueva por temor a perderme nuevamente.

—Hades…— el tono de voz de Báthory transmite preocupación y recelo a la vez.

—Princesa mía— sus ojos embelesados se posan en ella— he venido desde el inframundo a reclamar mis derechos— se fija en el Desmont— tu tiempo se agotó joven príncipe, has fallado a tu trato conmigo y es hora de volver… a menos, que me entregues a tu hermana, la princesa Báthory Montecasth.

—No… no puede, no tan fácil, no si yo me niego a ello.

—Tu voto no tiene importancia en el asunto princesa, tu hermano es el único familiar que tienes ahora y aunque sea un ancla todavía se mantiene entre la muerte y la vida porque así yo lo quiero, si él desea que te despose no tienes opción, deberás acatar a su pedido porque es una figura rígida tanto como la de tu padre y no importa los deseos de una mujer.

Escuchar eso recorrió un frío leve por mi espina dorsal, era cierto, Desmont y Báthory pertenecían a épocas diferentes a las mías, donde la mujer no tenía voto alguno, así que la princesa a pesar de ser mayor que Desmont quedaba a cargo de él solo por ser hombre.

—Hermano…— la escuché rogar— no lo hagas, por favor.

—Si me das el consentimiento podrás permanecer con la mujer a quién amas, ya ordenaste el tablero que te cedí, tan sólo falta el acto final. Cerrar el trato.

El silencio se apoderó del lugar, sé que esto era lo que Desmont quería y su silencio me dejó en claro lo que haría, conocía su corazón, estábamos conectados de una manera extraña y cuando levanté la mirada para ver sus ojos negros, tan profundos como dos pozos sin fondo, supe que seguiríamos condenados a permanecer lejos hiciéramos lo que hiciéramos, aun en diferentes siglos sería así.

—El trato ya no es válido Hades— dice dando un paso adelante pero todavía cogiendo mi mano con firmeza.

Los ojos del Dios del inframundo ardieron en llamas de solo oír aquello, el fuego azul celestial que rodeaba su figura se convirtió al mismo color de sus ojos y en ese preciso momento la princesa me tomó del brazo, se posicionó enfrente de nosotros e hizo una capa transparente pero visible, supuse que era de protección, con ambas manos enfrentó al Dios y lo fulminó con la mirada.

—No dejaré que tu ira termine con ella solo porque mi hermano negó tu propuesta— dice arrebatada.

Mis ojos todavía no pueden aceptar lo que veo, la ira de Hades está terminando con toda la fortaleza mágica, el fuego que lo envuelve quema el paisaje a su alrededor, siento una punzada dura en el corazón, el lugar más bello y posiblemente el único lugar que me recuerda a Desmont está siendo consumido por la furia de este.




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