El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 36: "Despedida"

En cuanto abrí los ojos me encontré con un cielo iluminado, estrellado y escarchado, probablemente algo que no podía existir en la tierra de los humanos o simplemente no podías anhelar aquello si no tenías un telescopio que te lo permitiera, parpadeé reiteradas veces para asegurarme de que no estaba alucinando, me encuentro recostada sobre un césped claramente y no sé qué hago aquí así que me levanto con suavidad completamente confundida.

Lo que veo me rompe el corazón, la fortaleza mágica, en perfecto estado y para nada destruido como lo había dejado la última vez en que Hades descargó su ira. Entonces, lo recuerdo todo, Desmont, mi Desmont había muerto, ya no había oportunidad para ambos en esta vida ni en ninguna otra, entro en desesperación todavía no pudiéndolo asimilar y cuando me doy la vuelta hacia el lago lo encuentro ahí.

Mi corazón se detiene en ese momento, es él y mi vista no me falla porque lo conozco como a nadie, está de espaldas nadando en el lago escarchado bajo la luna, me aproximo a pasos lentos incrédula de lo que veo, no sé si es un sueño o alguna alucinación mía, ya no sé si es la realidad o si solo soñé lo otro ya que estoy más que perdida. En cuanto llego a la orilla me quedo anhelándolo, parece estar tan tranquilo y que todo está en perfecto estado que mis ojos se inundan de lágrimas, él está bien ¿Entonces no debería preocuparme? Se da la vuelta y me dedica una sonrisa.

Es tan hermoso y perfecto que parece tan irreal, algunos cabellos de su melena negra caen sobre su frente, su piel cremosa blanca como la nieve es lo que más llama la atención y siento que mi corazón brinca de amor por él.

— ¿No vienes princesa mía?— pregunta, todavía con una sonrisa.

Le devuelto el gesto, desesperada por estar a su lado y poder tocarlo empiezo a adentrarme al lago, siento como me entra un hormigueo placentero en cuanto mis pies tocan el agua, cálido y recientemente me percato de que tengo un vestido blanco de tela simple, uno que deja al descubierto mis hombros, nado hasta él y en cuanto ya estoy a un paso me ofrece su mano, la tomo sin dudarlo y me acerca hacía sí.

Contengo la respiración ante su mera presencia, es tan hermoso que me pierdo en sus ojos negros, brillan porque está feliz y lo sé, es lo que me trasmite.

—Estoy feliz Katrina— se mantiene tan pegado a mí que las puntas de nuestras narices rozan— y estoy tan perdidamente enamorado de ti.

Aquellas palabras me emocionan, arrebatadamente corto el poco espacio que nos separa y lo beso. Sus labios helados y a la vez cálidos me hacen estremecer entre sus brazos, me quiero quedar así por siempre, no separarme más de su lado, mi necesidad de tenerlo tan cerca de mí está satisfecha por primera vez, no está helado como solía estarlo cuando lo conocí en esta vida, está cálido.

No es un ancla, es humano como yo.

Con una mano acaricia mi mejilla, se aparta solo un poco mientras apega la punta de su nariz contra mi frente.

—Quisiera tanto que esto durase más— dice casi en un susurro— que pudiéramos estar felices por siempre, que pudiéramos tener más tiempo sabes…

¿Qué quiere decir? ¿No es real acaso lo que está ocurriendo ahora?

—Yo no iré a ningún lado mi amor, me quedaré contigo no tienes por qué decir eso— esta vez consigo que me mire directamente a los ojos.

—Se termina el tiempo Kat, solo quería tener una despedida digna, tener un momento a solas contigo una vez más, poder tocarte y besarte mi dulce princesa— me besa la frente con tanto sentimiento que siento que no volveré a verlo nunca más— eres la única mujer a la que amé y amaré eternamente y… aunque no sé cómo es él ahora mismo sólo pude ver su niñez.

¿De quién habla? Se gira para mirar hacia el césped, donde anteriormente me encontraba yo, veo a un pequeño de cinco años, un pequeño príncipe con traje real y corona, nos sonríe ampliamente y nos levanta la mano.

Me sorprendo y me acongojo en cuanto reconozco quién es, no necesito preguntar, el parecido que tiene con Desmont, mi Desmont es suficiente, es nuestro hijo.

—Belkam…— musito entrecortada.

Lagrimas brotan por mis mejillas.

—Es el fruto más preciado de nuestro amor, es la prueba de lo que tuvimos y quería que lo vieras también ¿Se parece a mí verdad?— me sonríe orgulloso.

—Es tan perfecto como tú mi príncipe— le cojo la mano y me lo llevo a la mejilla, cierro mis ojos aferrándome a su tacto— te amo Desmont Montecasth, quiero que sepas que sin ti no existe vida para mí y que siempre serás el único hombre a quién amaré.




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