El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 9: "Un paraíso sin fin"

El dulce viento resopla mi rostro, seguía con la vista vagando en un solo lugar con la mente en otro lado, también podía sentir el caer de la nieve a mi alrededor y como unos cuantos copos, se quedaban sobre mis pestañas ya que siempre las había tenido largas y pobladas. A pesar de ser una prisionera en el castillo tenía el agrado de poder dirigirme a cualquier parte y no exactamente estar metida en la habitación a la que me habían derivado, esta vez desvio la vista hacia mi lado donde yacía un árbol grande sin ramas alrededor, habían dos pájaros mirándome sutilmente.

La naturaleza aquí fuera del castillo en aquel laberinto de matorrales y algunas cuantas estatuas era dignos de anhelar, me habría gustado estar aquí como visita tal vez, como al inicio, vine a Transilvania junto a mi salón de último grado de preparatoria para hacer el trabajo final de Historia y aquí estaba, metida en alguna parte de Transilvania dentro del castillo perdido que tanto había comentado el guía, extrañaba a Patt, mi fiel amigo, había sido casi como una especie de hermano durante todos estos años, es más, lo conocía desde jardín de 5 años, mi madre y su madre habían sido amigas incluso desde antes y con la amistad que habíamos congeniado Patt y yo, ellas se habían juntado más aún.

— ¿Te gusta el lugar?

Me giro sorprendida hacia mi lado izquierdo, ahí estaba Desmont, vistiendo otro traje elegante de un príncipe de películas y con aquel rostro casi podías sentirte traicionada entre la realidad y una dimensión de cuento de hadas.

—Es muy lindo, mejor que estar metida en la habitación y no tener nada que hacer— contesto de inmediato.

—Eso puede cambiar Katrina ¿Qué es lo que te gusta hacer en tus ratos libres?— pregunta bastante interesado.

—No creo que en realidad tengas idea de las cosas que te mencionaré a continuación— le sonrío sincera— solía escuchar música en mi MP3, entrar al Facebook, Twitter, Instagram, ver películas pero sobre todo series, aunque más que nada leer.

—La lectura puedo resolverlo— él me devuelve el gesto— excepto todo lo anterior, no tengo ni la menor idea de que sean.

Me río, claro que no tenía ni la menor idea, después de todo era de otra época, una dimensión en donde no existía la tecnología.

— ¿Te gusta leer también?

—Hay algo que me gustará mostrarte en verdad— dicho esto coge mi mano y con ese acto me sorprendo por su tacto.

Me lleva de regreso al castillo, el cambió entre lo frio y cálido es evidente puesto a que ya no hacía más frío, ya estábamos dentro pero seguía sintiendo su mano tan helado, a lo mejor por ser un fantasma o un ancla cómo mencionó antes. Aquel cosquilleo nuevamente se hizo presente en mi vientre y más que estar concentrada en ver el camino, hacia donde me dirigía, estaba pensando en porque sentía esto tan extraño dentro de mí, no podía engañarme a mí misma, no podía decir que todo esto era nuevo para mí, al menos no cuando él estaba tan cerca, era claro que me sentía más que atraída hacia su persona y que por ello los nerviosa me invadían.

Era como cuando intercambiaba algunas palabras con Hunter en el aula, esos nervios y ese cosquilleo que tanto me producía hasta con solo aspirar su aroma en cada clase, no era algo nuevo para mí.

En cuanto dejamos de caminar me quedo distraída ya que nos habíamos quedado frente a un portón verde oscuro.

— ¿Quieres conocer el paraíso?— pregunta de repente lo que me hace mirarlo fijamente.

Asiento con suavidad, ni siquiera lo estaba escuchando del todo, no podía concentrarme teniéndolo a mi lado.

Desmont me sonríe encantado luego de abrír la compuerta, me deja anhelar el paraíso de millones de libros que estaban acomodados en altas repisas, incluso habían escalones hacía el techo. No sabía que decir, mi boca ligeramente abierta lo decía todo, lo sensasional que era la habitación y a la vez tan colosal que no creo haber visto algo parecido. 

Ni siquiera en la librería más grande de Florida, yo había visitado todas las librerías, para mí era como un pequeño tour que yo solía hacer y todas habían valido la pena pero esto… aquello que tenía enfrente no tenía palabras dignas para describirlas. Todo era perfecto, como un juego de Mario Bross caminos y escalerillas pequeñas y más caminos hacia arriba como escalando una atalaya de libros, él tenía razón esto era un paraíso, lo más cercano a un cielo en el que me gustaría pasar todo el día lejos de la realidad.

—Todo esto es… hermoso— mantengo la vista perdida en el lugar.

—Es tuyo, te lo regalo si eso es lo que quieres—  no me mira pero yo sí, tan sólo sonríe a la nada— todo esto. Mis días como príncipe solían ser agradables cuando tenía vida y así como me ayudarón a mí pueden ayudarte a ti.

—A ti también te gusta leer— digo en un hilo de voz. ¿Cómo iba a regalármelo si a él también le gustaba? no era correcto.

—Todo lo que está aquí ya lo leí.

— ¿En serio? Pero… parece una torre sin fin de libros— mi vista sigue vagando.

—En realidad no todos, pero la mayoría si— dice  más que feliz— pero voy a compartírtelos.

Trago saliva con dificultad, ahora mismo una pregunta rondaba por mi cabeza y no dudé en soltarlo.




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