El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 10: "Más que una alucinación"

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Aquel pintor estampaba la imagen del príncipe Desmont, con mera exquisitez, aquellos rasgos perfectos que tenía el joven debían ser conocidos por los habitantes de Transilvania, al menos por todos aquellos que no lo habían visto en persona y tan solo lo conocían en pinturas, a su próximo Rey.

—Hemos terminado mi joven príncipe— dijo el hombre mientras dejaba de lado el pincel con el que había dibujado su imagen.

—Puede retirase— Desmont se dio la vuelta y se quedó mirando a través de las ventanas, manteniendo ambos brazos detrás de su rigurosa espalda.

Tan pronto sonaron las puertas del salón, se habían abierto haciendo un chirrido suave que hizo que este se girase nuevamente, para ver quién había entrado ahora.

—Vaya, ahora es mi turno creo— Báthory le sonrió feliz, su hermana mayor era más hermosa que el sol— deberías cansarte de que pongan tu imagen en cuadros todo el tiempo hermano.

Vestida como la princesa que era y trayendo puesto un vestido verde oscuro hecho por las mejores telas. 

Desmont era reconocido por su melena negra, tan azabache como la noche y su hermana, en cambio había sacado la melena rubia de su padre, sujetado por unas trenzas, bajo una corona en puntas color plomo bañado en oro de plata.

Una de las princesas más deseadas en todos los reinos también.

Los ojos del príncipe se posaron hacia el lado izquierdo, desde donde se encontraba su hermana, por una de sus damas de compañía. Era nueva, tímida y cabizbaja. Una joven que podía ser de su edad, cabellos rubios pareciendo más blancos, hermosa, era un joven realmente hermosa y es que Desmont había conocido a todo tipo de mujeres, entre princesas y todo lo demás pero ninguna había captado su atención hasta ahora.

—No si quiero ser historia hermana— esbozó una sonrisa leve.

— ¿Y el pintor?

—Fue a por más pintura seguramente, puedes esperarlo, acompañaré a padre a una de sus juntas con el Rey de Rumania— avanzó a paso lento y pasó por el lado de aquella muchacha.

Casi había sido como un momento en el que todo parece correr en cámara lenta, aquella escena donde ella levantó la mirada tan solo para toparse con aquellos ojos negros del príncipe y con aquel gesto, había ocasionado un leve chispeo muy en el fondo de su corazón.

***

Aquel trueno ruidoso me hizo saltar sobre la cama y me senté de manera abrupta bañada en sudor ¿Qué había sido eso? ¿Una pesadilla? Quizá y mi mente me jugaba una mala pasada. Me quedo mirando el cuadro arcaico que tenía a unos metros, la princesa Báthory en mis sueños había sido tal cual a lo que se asemejaba en la pintura, era ella.

¿Y si estaba tratando de comunicarse conmigo? ¿Y si ella hizo aquel sueño? Ya no tenía ni la menor idea de lo que sucedía a mi alrededor, tan sólo miedo, miedo de estar aquí bajo aquel diluvio de afuera, extrañando tanto a mis padres y a Patt, ojalá me encontraran, necesitaba tanto los brazos cálidos de mi madre.

Aunque ya ni quería que me busquen cada vez que recordaba que allá afuera existían cosas raras como los Orakis y Dios sabe que cosas más.

Hago las sabanas a un lado y pongo mis pies descalzos sobre el tapete, hacía frio, pero eso no impediría que me levante de la cama. A pesar de no tener mi ropa aquí estaba intentando acostumbrándome a usar cosas del pasado, como la pijama que traigo puesto, un fustán blanco de mangas largas que llega a la altura de mis tobillos. Caminando a pasos lentos hasta llegar hacia el cuadro de la princesa Báthory, en dónde me quedo observándolo más de cerca y tocando a su vez los trazos de dicho cuadro. 

¿Estaba volviéndome loca? ¿Acaso solo había sido una alucinación mía? Quizá estaba alucinando por mis propios miedos aunque ver a la princesa sentada sobre un sofá me hizo dudar, ella parecía estar mirandome justo ahora y el vestido con el que la pintaron lo vi en mis sueños.

De momento, me doy media vuelta, no quería estar más tiempo en la habitación así que me dispongo a vagar por los pasillos. No importaba si el lugar tenía el aspecto de una película de terror, en especial cuando los rayos iluminaban más el lugar pero era incapaz de permanecer más en dicha habitación. Esta vez estaba dejando que mis pies me guién, pensando en el sueño reciente que había tenido, no podía ser una alucinación era demasiada coincidencia incluso verla con el mismo vestido de la pintura.

Me detengo enfrente de un portón marrón, casi como un presentimiento, quería abrirlo hasta que sentí la presencia de alguien más, alguien que recientemente se había reincorporado justo a mi lado derecho, esperando a que lo hiciera ya que era incapaz de evitarlo.

Creo saber de quién se trata pero de todas formas me giro para asegurarme de estar en lo cierto.

—El aposento real de los reyes de este castillo— era Desmont quién aún mantenía la mirada fija en aquel portón.

Frunzo el ceño hasta conseguir su atención.

— ¿El cuarto de tus padres?— pregunto un tanto cohibida.

No me sorprendía que estuviese despierto a altas horas de la noche, de hecho, aún no sabía si él dormía también.




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