El corazón me palpitó con fuerza por lo cerca que nos hallábamos. No pude bajar la mirada de aquellos ojos negros que ahora mismo me hipnotizaban, pude apreciar como él bajó la mirada a mis labios y sentí miedo, tenía recelo de lo que podría hacer, no obstante, estaba estancada en el mismo lugar esperando no sé qué. ¿Por qué no podía ser más fuerte y retirarme de allí? Desmont se acercó un poco más y antes de tocar sus labios lo sentí inseguro, luego soltó un suspiro y se alejó dejándome completamente lastimada.
—Lo siento— se disculpó rápidamente tras recuperar el juicio.
Lo que acababa de hacer no lo merecía nadie, ningún corazón, ni el más malvado de este mundo. Sin embargo, traté de esconder la punzada que sentía en el pecho y le sonreí forzada.
—No te disculpes, no hiciste nada— caminé a pasos lentos y me senté sobre el césped.
Él se quedó observándome desde su lugar con suspicacia.
— ¿Te has enamorado alguna vez de alguien Katrina? — preguntó curioso.
—No.
La verdad era esa, yo nunca había conocido el amor, tan solo la ilusión y la atracción hacia otra persona.
— ¿Nunca te atrajo nadie? — frunció el ceño, no era capaz de venir hacia mí, tan solo se mantenía en el mismo lugar.
—En estos tiempos uno ya no se enamora a simple vista, tan solo te atrae una persona y ya, para enamorarse debes conocer más a la persona— digo recordando a mi compañero— a mí me atraía Hunter, un chico de la escuela.
— ¿Cómo es él?
—En realidad no lo sé, solo le hablé dos veces y uno fue en tercer año de secundaria cuando le pedí que me prestara un bolígrafo y la segunda, creo que en el avión cuando le pedí que dejara de molestar a Patt, mi mejor amigo.
Realmente era una perdedora, no servía para estas cosas.
— ¿Es el tiempo? — preguntó mientras tomaba asiento a mi lado— yo… siento que amo a Vasilisa, pero tú me cautivas de una manera extraña.
Lo miré atrapada por sus palabras. ¿Estaba diciendo todo esto en serio? ¿Realmente habían salido esas palabras de su boca? ¿El tiempo? ¿Y si era el tiempo? Yo no me había puesto a pensar en eso ¿Qué tal si de verdad era el tiempo? Esta época maldita en la que hacer clic con una persona ya no es tan especial como en el pasado. ¡Ohm! ¿Podría realmente sentirse atraída hacia mi persona de la manera en la que yo deseaba o solo como una amistad? Tanto pensar perdí la ilación.
— ¿Eso es bueno o malo? — pregunté atemorizada por lo que diría.
—En realidad no lo sé— frunció el ceño, parecía embrollado— debemos regresar.
Me levanté con suavidad en cuanto lo oí decir lo último. Sacudí un poco aquel vestido que traía puesto y nuevamente me puse el capuchón de la capa, el sol se había escondido y recién me daba cuenta de eso.
—Déjalo libre— Desmont me miró— tu cabello es sublime de día o de noche.
Le sonreí sonrojada, era la primera vez que alguien me hacía un cumplido respecto a mi cabello rojizo, no supe que decir, si hacer lo que me pedía o dejarlo justo como estaba, no obstante, mis manos actuaron más rápido que mi propio cerebro e hice lo que menos pensé, hacerle caso a un muchacho.
Desmont me estiró la mano esperando a que la tomara, lo cual hice, para nuevamente subir en el lomo de Valiente. Estábamos volviendo al Castillo, cuando de repente se me ocurrió preguntar algo que anteriormente ya me había puesto a pensar.
— ¿Sabes porque tu castillo está perdido para los humanos? ¿Es por el bosque?
El príncipe me lanzó una mirada rápida.
—Sí y no— soltó un suspiro áspero— el castillo fue encantado por mi hermana Báthory. Ella lo ocultó luego de llevarse el cuerpo sin vida de mi madre. El reino Montecasth cayó cuando Magnus perdió la cabeza, dicen que se clavó su propia daga después, pero yo no creo que fuera así. A lo mejor Dionisia le arrebató la vida, así como lo hizo conmigo.
—Suena infausto— digo sin mirarle.
—Sí. Todo es culpa de Magnus, su alma permanecerá perpetuamente en el inframundo.
— ¿Lo has visto? ¿Te topaste con él allí? — abrí la boca sorprendida.
—No lo vi, pero sé que su alma está encadenada en el mar de fuego, otro conducto de almas que cometieron pecados muy graves— pestañeó repetidas veces, como ambicionando olvidar lo que seguramente pensaba.
Que pavoroso sonaba eso.
¿Cómo podía estar hablando ahora mismo con alguien que venía de allí? ¿Con alguien que conocía el inframundo e inclusive al Dios de este? ¿Entonces también existía el edén?
— ¿Si entregas a Báthory obtendrás el alma de Vasilisa y también tu libertad? — la curiosidad se apoderó de mi ser.
Ciertamente él merecía un poco de felicidad.
—Sí. Se supone que ambos seremos libres y tendremos la oportunidad de poder revertir las cosas— clavó los ojos en el ocaso muy afligido.
Asentí con la cabeza. ¿Y qué sería de mí? ¿Qué pasaría conmigo?
—Desmont…
Él me miró atento.
— ¿Puedo preguntarte que pasará conmigo entonces? ¿Vas a revivir a Báthory en mi cuerpo para entregarme al Dios del inframundo? — sentí un nudo en la garganta de solo pensarlo.