El príncipe maldito

Capítulo 2

Un rayo cayo desde el cielo justo en ese momento iluminando la habitación por completo ya que las cortinas estaban desplegadas en las ventanas, me hubiera asustado si no fuera porque los rasgos, la altura, la complexión de aquel sujeto extraño y atractivo que seguro no tenía más que un par de años más que yo, ocupaba mi atención total, mi pulso seguía sin tranquilizarse, la palabra hizo eco en mi mente.

-¿Primos?- dije dudosa, con la voz temblorosa, yo no era su prima, nunca lo seria, al igual que Klaus nunca sería mi padre, con trabajo era mi tío, retome la voz y fuerza que se había desvanecido ante su aparición - Tú no eres mi primo, no te conozco.- dije renuente a la idea, era una locura, no quería también una familia nueva, ya era suficiente.

Tome mi vaso de agua y trate de rodearlo para irme de ese lugar ya que comenzaba a tener frío y no quería estar a solas con él, no por ser él solo no quería estar con nadie, pero este dio un paso al frente ocasionando que mi cuerpo chocara contra el suyo y que el vaso se me cayera de las manos, cerré los ojos esperando el golpe, que el agua cayera sobre mis pies y que los cristales me cortaran pero no paso, abrí lentamente estos expectante por saber que sucedió, no se había hecho pedacitos ya que Caleb lo tenia en las manos, ahora estaba inclinado un poco hacia adelante, entre sus manos estaba el agua golpeaba el cristal como pequeñas olas a punto de salir de este, en ese momento él se volvió erguir y coloco el pequeño recipiente transparente de nuevo sobre el escritorio a la vez que hablaba.

-¿Siempre eres tan torpe, conejito?- me miro con una sonrisa, parecía un niño, como cuando están a punto de hacer travesuras y fingen que no planean nada.

-¿Por qué me dices conejito? Mi nombre es Amelia, no conejito y nunca me han gustado los apodos ¿Te parecería bien que te dijera como a un animal? Además, no soy torpe, tú me chocaste - le aclare un poco irritada tratando de ser cordial, pero él no se inmuto, no se disculpó ni borro esa expresión de éxtasis del rostro, no, siguió con esa sonrisa maliciosa y ahora un tanto retadora.

-Depende de que animal - alzo los hombros restándole importancia- si me dijeras tigre no tendría problema, conejito- dijo marcando más la última palabra, yo rodee los ojos ignorándolo - pero bien Amelia, te diré conejito, no te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando y si quieres saber porque es simple por tres razones- alzo la mano y extendió el dedo índice- 1: Eres adorable asustada y tratando de fingir ser fuerte, en conclusión bueno no te e visto más que a la defensiva pero juraría que siempre lo eres- ahora levanto el siguiente dedo manteniendo el primero- 2: Tienes similitudes en el rostro con dicho animal y tu piel es muy blanca y bueno la tercera razón- levanto el dedo anular- porque se me antojo ¿para ti es suficiente?

-No- respondí tajante, yo no parecía un conejo, en todo caso quien lo parecía era él- pero ya que parece que eres muy terco anda y dime como quieras, yo me voy a mi cuarto. - la biblioteca aún estaba casi a oscuras así que torpemente tropecé con la esquina de la alfombra que estaba un poco doblada y ya me había visto tirada en el piso haciendo el ridículo y hubiera sido así si no fuera porque ese chico de cabellos blancos me tomo rápidamente del brazo hasta que recuperé el equilibrio. - Gracias- le dije mirándolo por encima del hombro.

-Si, siempre eres torpe, conejito, me dan ganas de llevarte hasta tu habitación solo para verificar que no te mates en las escaleras. - lo dijo de una forma muy natural no burlándose pero aun así yo no me encontraba con el mejor humor del mundo en aquel momento.

-No me voy a matar en ningún lado- quité su mano de mi brazo molesta por su comentario, pero no reproché nada más, yo no era torpe en general, cualquiera lo seria si hubiera escasa luz, después de eso comencé a caminar hacia la puerta decidida y ahora sin tropezar cuando oí su voz.

-Conejito- me detuve, pero no gire a verle.

-¿Si?- le pregunte, yo solo quería volver a mi cama, no quería seguir con una conversación que no iba más allá de a que animal me parecía, tampoco quería saber si era adorable o si solía hacer tonterías pero aun así me detuve por meros modales.

-Olvidaste tu agua.

-Ya no tengo sed- iba a comenzar a caminar nuevamente cuando agrego.

-También tu teléfono. - y entonces me volteé, eso sí que no lo planeaba dejar allí, creí que estaría sobre el escritorio, pero apenas verlo este ya tenía el móvil en la mano extendiéndolo hacia a mí.

-Gracias- repetí como si fuera lo único que salía de mi boca.

-De nada, ten dulces sueños conejito, yo duermo en la habitación de la tercera puerta del tercer piso, si me necesitas- dijo recargando los brazos en el escritorio sin quitar esa sonrisa que no sabia si estaba llena de maldad o simplemente sus rasgos eran así, yo me limite a asentir y volví a mi cuarto a toda marcha, apenas entré salí corriendo a mi cama y me tape con todas las cobijas como los niños cuando temen que los monstruos salgan de cualquier rincón oscuro y la tela fuera un escudo impenetrable.




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