Estaba muy débil, mi cuerpo ya no daba para más y decidí descansar en el tronco de un árbol, me encontraba en el cementerio escondiéndome de unos chicos que siempre me acosaban, me insultaban y agredian, pero esta vez fueron muy lejos ya que a uno de ellos le pareció divertido enterrarme una navaja en el abdomen, me desangraba, pero era más la angustia que el dolor, estaba harta de ellos, harta de que me humillaran siempre que quisieran, lamentablemente no podía hacer nada ya que me superaban en número pero todo cambio esa noche.
Esa cosa que aunque parecía humano no lo era, ya que con una velocidad increíble despedazó a los cinco chicos que casi me mataban, quería gritar, quería correr pero lo único que vi antes de desmayarme fue esa cosa, que caminaba a paso lento hasta mi débil cuerpo y lo último que pude escuchar fue un leve murmullo.
-No te preocupes pequeña.-y caí inconsciente.