Siempre había escuchado historias sobre lo que pasaba cuando te adentrabas más allá del cementerio, contaban que se acercaban hombres lobo duendes brujas zombies y vampiros, siempre me pareció una estupidez y no les daba mucha importancia.
Claramente cometí un pésimo error, seguía inconsciente mientras lo que sea que fuera este hombre me cargaba entre sus brazos.
Desperté y me incorpore, enfoqué la vista y me encontraba en una habitación con aspecto antíguo pero todo era muy bonito, unas velas iluminaban el entorno y me encontraba en una cama muy cómoda.
Me toque suavemente la herida en mi abdomen y ya no estaba, no había rastro de ella, como si nunca me hubieran clavado esa navaja, en realidad ni siquiera tenía la ropa con la que estaba momentos antes.
Tenía un vestido sencillo rosa claro, mi cabello estaba limpio y no tenía rastros de tierra o suciedad, como si nunca hubiera pasado nada.
Entonces fue cuando recordé:esa cosa los mató, despedazó a los cuerpos y los volvió nada.
Me altere un poco pero mantuve la calma, sea lo que sea esa cosa también puede hacerme daño a mi, porque me trajo? Quien sabe, y no me importa, este lugar me da muy mala vibra.
Camino hasta la puerta y la abro, veo el pasillo y no hay nadie, empiezo a buscar una salida.
Bajo las escaleras y pensé que sería más difícil pero sorpresivamente no había nadie, seguí caminando hasta una especie de salón pero antes de entrar escuché unas risas.
-Sigue dormida?-pregunta un señor y un chico muy alto habla.
-Si, debes conocerla, es tan bonita y tan frágil, aún me sorprende como pudo correr tanto con esa herida en su abdomen.
Estaban hablando de mi.
-Lo bueno es que la curaste hijo mío.
El señor quien creo que es el padre de ese hombre le palmea el hombro y beben lo que creo que es vino.
Uno muy rojo.
Las puertas grandes son abiertas y me escondo un poco más aunque sigo viendo todo, entran unos hombres con uniformes y muy armados junto con otros que entran llorando mientras son arrastrados.
Uno de ellos habla.-Majestades.-se reverencia frente a ellos.
-Habla pablo.-dice el chico.
-Estos tres hombres fueron atrapados robando unos caballos, querían salir de los terrenos del castillo.
-Son humanos, puedo olerlos.-el padre del chico habla y el tal Pablo asiente.
-Si majestad, ustedes deciden que castigo tendrán.
Se quedan en silencio por unos segundos y el chico habla.
-Seran la cena.-los hombres armados y el chico y su padre sonríen de una manera siniestra.
La piel se me pone de gallina pero sigo viendo todo, veo como el chico se acerca y asi como cuando mató a mis acosadores con esa misma velocidad se acercó a los hombres que lloraban e imploraban piedad.
El no los escuchó y se acercó a uno y lo tomo de su camisa y lo alzo, me sorprendí por la fuerza que tenía y lo que vi me dejó atónita.
El empezó a morderle el cuello.
-NOOOO!!!! Por favor nooo.-el tipo literalmente agonizaba y la sangre se esparcía por el suelo.
Los otros dos hombres miraban al igual que yo la escena con horror, al final después que le succionara la sangre el cuerpo sin vida cayó en el piso, los que estaban armados y el padre del chico se reían, los hombres solo les tocaba esperar a que los mataran así como a su amigo.
Quede horrorizada por la escena, la sangre en el suelo y ese chico que en realidad era un monstruo se lamía los labios quitando los restos de sangre.
-Estos es lo que les pasa a los ladrones.-dice a los hombres arrodillados y vuelve a hacer lo mismo con ellos.
Les succionó la vida, al final los tiro al piso y les ordenó a los hombres que limpiarán el desastre.
Lentamente retrocedí pero mi espalda chocó con alguien, volteé lentamente y era un hombre, de aspecto pálido y más o menos de mi altura.
Me sujeta de las muñecas y grito.
Mala idea, muy mala.
-Majestad.-el hombre me sujeta de las muñecas y me lleva hasta los dos hombres en el salón.
-Vaya vaya, ya despertaste muñeca, bienvenida a tu nuevo hogar.-dice sonriéndome.