El príncipe zorro de las nueve colas

7. Inicio de la disputa

De un día para otro, la agenda de los príncipes se saturó de tareas y visitas entre castillos. Las victorias en guerras desencadenan estos eventos con motivos administrativos. Adela aprendió mucho en el proceso, sin embargo, había algo que no entendía del todo.

La tercera vez que tuvieron que salir, Liam se demoró muy extrañamente en el baño, tanto que le pidió a Adela que se adelantara. Encontró rara esta actitud en él, más cuando la alcanzó en el carruaje y fingió que nada sucedió.

Decidió dejar pasar lo acontecido, sin saber que el día de hoy todo se volvería a repetir.

Adela abrió los ojos y escuchó la voz de su prometido lejos de la cama.

—¿De dónde sacaste esto? No hace falta que intercambies conmigo nueces silvestres, son tuyas. Es la cuarta que me traes esta mañana. Aunque... esta frutilla no se ve nada mal. Las trajiste del árbol a orillas del castillo, ¿verdad? Andas por todos lados.

Adela se levantó sin importarle su imagen desaliñada y se acercó a la ventana donde estaba a Liam.

—Ah, no sabía que tu mascota te daba los buenos días.
—No es mi mascota, Twig es una amiga.
—¿Y? ¿Te trajo el desayuno? —vio el grupo de pequeños presentes.
—Ah, esto. Supongo que me los trae como agradecimiento por alimentarla de vez en cuando. No siempre encuentra comida y creo que imagina lo mismo conmigo, así que me comparte de lo suyo cuando puede —rascó la mejilla de la ardilla con cariño.
—Eso no suena como algo real. Eres muy grande como para que te vea como uno de los suyos y... ¿mostrar agradecimiento? Su cerebro no mide ni lo mismo que esa nuez que te trajo.
—¿Qué tienes en contra de Woodsy? Desde que la conoces no te agrada.
—No es como que haya hablado con ella a diario para que su personalidad me agrade. Solo creo que su instinto es raro.
—¿Por qué no solo admites que los animales también pueden mostrar agradecimiento? Son seres vivos, también sienten el cariño.

La ardilla saltó de la rama y se fue volando para perderse entre tantas hojas.

—Comienzo a creer que dejarte conservar a la ardilla afecta tu juicio y perspectiva de la realidad.
—No es así, no soy el único que cree esto. Y además tener un amigo que visita tu ventana de vez en cuando no es malo. Sargón también tiene un amigo.
—No me digas.
—Él e Idara encontraron una cría de búho sola en su castillo. La cuidaron y al día de hoy, el ave de vez en cuando los visita en temporadas de invierno. Ellos nos recuerdan y sienten el cariño que les damos. Ambos guardamos el secreto de estos animales, no veo por qué crees que es algo malo.
—No tengo buena relación con los animales, supongo que debe ser eso. Y hablando de Sargón, hoy tenemos que ir a su castillo. Me abruma pensar que tu consejera va a tocar la puerta en cualquier momento para escoltarnos. Es una mujer muy desesperada.

🍁

Liam le cedió el lugar a Adela para que usara el baño primero y se alistara. Es una buena técnica para agilizar el tiempo. La princesa terminó con los últimos detalles cuando estaba en la habitación, Liam estaba en el baño y entonces, todo lo que alguna mañana empezó por actitudes extrañas, comenzó a repetirse.

Estando sentada, Adela logró oír exclamaciones bajas en el baño. «Otra vez no». «¿Hasta cuando voy a poder controlar esto» y más comentarios llenos de frustración.

—Liam —Adela tocó la puerta—, ¿estás bien?
—Ah... —se escuchó un desorden torpe— sí. Todo está bien.
—Llevas ahí dentro casi una hora. Entiendo que tu rutina sea tardada, pero nunca tanto. ¿Que está pasando?
—Nada. Ya te dije que estoy bien.
—¿Algo te cayó mal? ¿Te sientes enfermo? Puedo ir por el médico si quieres.
—¡No! No le digas a nadie.

El grito la desconcertó. Se separó un poco de la puerta asustada.

—Estoy bien. Adelántate, yo iré después.
—No vas a volver a hacerme eso. En este mismo instante me vas a decir qué te ocurre.

Quiso abrir la puerta, pero extrañamente se había atascado. O... ¿la retenían del otro lado?

—Liam, ábreme.
—No.
—Ya fue suficiente de esto. Sal de ahí. ¿Quieres que se nos haga tarde y vengan por nosotros?
—Si te adelantas vas a ganar tiempo.
—¡Nada de eso! Vas a venir conmigo.

Comenzó a empujar de nuevo y luego de un forcejeo logró entrar. Después del aturdimiento que sintió cuando chocó con la puerta en la pared, vio a Liam, en un rincón y con una toalla en la cabeza.

No vio agua en la bañera y tampoco olía a jabón. Su atuendo estaba listo, no había necesidad de esa toalla.

—Vamos, ¿qué tan grave puede ser lo que te pasa que no quieres salir? ¿Tienes un cabello inmanejable? ¿Te salió un grano en la nariz?

Se acercó con él, lo giró a la fuerza y alcanzó a ver un hocico.

—¿Y esa máscara que traes puesta? ¿Es parte de tu vestimenta de hoy?
—No es una máscara.

Terminó por quitarle la toalla, Liam se ocultó, pero no le quedó más que mostrarse, aunque lento y con mucha pena. Sus ojeras no eran lo único que lo hacían ver como un zorro, ahora todo su rostro lo identificaba como un verdadero animal. Un zorro... uno que aún es cachorro.

—¿Qué te pasó? ¿Por qué ves así? No veo un hechizo en ti. —Tocó su nariz para confirmar que fuera de verdad.
—No me hechizaron, esto es algo que me pasa de vez en cuando.
—¿Por? ¿Estás enfermo?
—No. Es de familia... a todos mis hermanos les sucedió, aunque ellos ya saben controlarlo. Es por la sangre de la corona.
—¿Controlarlo? ¿De qué hablas?
—Todos lo varones de la familia experimentaron estas transformaciones en la adolescencia. Se supone que antes de convertirte en general y en príncipe debes aprender a controlarlas para que no vuelvan a ocurrir. Yo mentí. Aún... no puedo evitar que esto me pase. Ni siquiera mi espejo lo sabe.

Sus orejas se agacharon, ahora cada movimiento se ve muy... extraño y natural a la vez.

—Si alguien me ve así se van a burlar de mí y me van a degradar.
—¿Por mentir?
—A parte. Parezco un cachorro.
—¿Y eso es lo que te preocupa?
—Mis hermanos se veían como zorros alfa cuando les ocurrió esto. Soy un monstruo, solo mira esto —se vio al espejo—, soy una decepción como príncipe. No puedo ni verme de lo avergonzado que me siento.
Se sentó y apretó sus orejas contra sí mismo. Adela no sabe como manejar esto, más porque no entiende qué es lo que más le molesta a Liam, si la incapacidad de dominar este evento, la mentira o su supuesta apariencia "monstruosa". Fuera de causar miedo causa... ternura.




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