— ¡Thiago! ¿Estás escuchándome, hijo?
— Sí, sí, Richard.
— Escucha... no puedes culparme por lo que pasó, eso pasaría estuviera yo o no.
— Tú ibas al volante, ¿no?
Volteé hacia la ventana mientras pensaba que volver a Ravenwood me traería muchas cosas, y a la vez quería, porque cada día pensaba en ella, en cuánto hubiese deseado que estuviera conmigo. Pero me aterraba la idea de tenerla cerca. He pensado en que tal vez lo mejor para ella sería estar alejados. Solo estaba seguro de una cosa: volver a ese pueblo me iba a sacar tantas emociones, tantos recuerdos. Ya no era ese Thiago. Aprendí que amar solo es una debilidad, al igual que demostrar lo que sientes. Paramos en una gasolinera y Ciro y yo fuimos al Seven-7.
— Thiago.
— ¿Qué quieres, Ciro?
— Sé que esto es difícil, pero ¿no te puedes portar como un imbécil.
— No eres nadie para decirme cómo debo actuar.
— Sé lo que sientes, Thiago, y sé que no querías regresar, pero yo sí. He anhelado eso toda mi vida, he anhelado volver a verla y abrazarla...
— Cállate, Ciro.
Todo se tornó incómodo, todos íbamos en silencio y yo solo quería que esto acabara ya, no soportaba esto. Me pregunté qué hubiera pasado si nada de eso hubiera ocurrido, ¿cómo sería nuestra vida? Supe que habíamos llegado cuando vi cómo la carretera se hacía más pequeña. Diez minutos después ya habíamos llegado a nuestra casa; todo estaba tal cual como lo habíamos dejado ese día, incluso las flores de mamá estaban marchitas. Empezamos a bajar las cosas y cuando levanté la mirada, ahí estaba ella. Me quedé mirando y al parecer Helena se dio cuenta.
— Thiago.
Estuve a punto de abrazarla, pero no era antes. Las cosas ya no eran iguales y nunca volverían a serlo.
— Mírate, cuánto tiempo. ¿Cómo están?...
Esa pregunta, cuánto me molestaba que me preguntaran eso. Mi madre murió, ¿qué se supone que diré? ¿Que estoy bien? Parece broma que pregunten cosas tan tontas.
— Tengo que entrar. Adiós, Helena, y adiós, Blair.
Desde que entré decidí no volver a salir. Me había prometido alejarme de ella.
— ¿Podrías levantar esas sucias piernas y ayudar, Thiago?
— No estoy de humor, Ciro, hazlo tú.
Me subí malhumorado a mi habitación. ¿Estaban de broma? Estoy dispuesto a alejarme de ella, es lo mejor.
— ¿Puedo pasar?
— ¿Qué quieres ahora, Ciro?
— ¿La viste? Estaba preciosa, tenía unos...
— Cállate, Ciro, no me interesa.
— Tranquilo, solo quería hablar y pedirte disculpas por lo de hace rato.
—Déjalo así.
— Déjame hablar, Thiago. Sé que no es fácil y estoy para apoyarte, somos hermanos no?
— ¿Volveremos a la escuela?— Dijo. Era verdad, la escuela yo no quería, odiaba como la gente hablaba de nosotros como si su vida dependiese de ello, y el regresar haría mas difíciles las cosas con Blair y papá insistía en que tendríamos que seguir con nuestra vida, principalmente a mi, decia que dejara de ser egoísta y fuera el ejemplo para ciro.
— Ya escuchaste a Richard, ahora largo.
《Estoy en el auto, el motor ruge bajo mis pies, la noche es oscura y fría, apenas se ven las luces de la carretera. Papá maneja con concentración, su mano firme en el volante. Mamá va a mi lado, parece tranquila, pero yo siento algo raro, una especie de tensión en el aire que no sé explicar. De repente, algo cruza la carretera. ¡Un animal! ¡Un venado! Papá frena de golpe, el auto chirría, los neumáticos luchan por no perder el control. La curva se acerca rápido, y el puente... el puente está justo ahí. El volante se mueve violentamente en las manos de papá, pero...》
Me desperté de golpe. ¿Eso era? No recordaba bien esa noche y por alguna razón estaba soñando eso. Pero, ¿eso era lo que pasó? Me levanté frustrado y me metí al baño, dejé que el agua fría cayera sobre mi cuerpo y decidí no pensar. Salí y desde mi ventana... esa era Blair? Estaba ahí parada afuera de mi puerta; le temblaba la pierna. Bajé corriendo y abrí la puerta tranquilo.
— ¿Qué haces aquí?
— Yo... mi...
— ¿Viste un fantasma o algo así?— Me permití sonreír.De verdad, esta chica me volvía loco. Y mientras la miraba, vi cómo su mirada bajaba a mi abdomen descubierto. Había bajado sin camisa y con el pelo mojado; hacía calor, así que poco problemaLa que principalmente parecía no tener ningún problema era Blair, y aproveché para recorrerla con mis ojos. Extrañaba esto, pero la odiaba. Sí, la odiaba y tenía que alejarme de ella.
— Mis ojos están arriba, Collins.
— Ya quisieras, solo vine porque mi madre me mandó a darles esto.
Vi la mano de Blair extenderse; hice lo mismo tocando de más su mano y ella la quitó en seguida. Desde que llegamos notaba que no me miraba a los ojos, se veía tan pensativa y como un cervatillo asustado. En cuanto a su forma de contestar...Siempre supo cómo defenderse. Aun recuerdo cuando de niños la fastidiaba diciéndole que solo era una niñita y ella me decía que ya no había más niñita. Sonreí inevitablemente.
— ¿Y qué te hace creer que lo quiero?
Algo en mí deseó no haber dicho eso, pero tenía que mantener distancia. Ya no era lo mismo, ya no éramos los mismos y nunca volveríamos a serlo.
— ¿Y qué te hace creer que es para ti? — dijo.
Me quedé en silencio observándola. Sé que había dicho que ya no éramos los mismos, pero ella era la misma niña a la que molestaba con que era solo una niñita. Solo lo hacía por molestar; yo le llevaba un año.
— Así que es verdad? —
— ¿Qué?
— Que sí te volviste un imbécil.
¿No acababa de decir eso, verdad? ¿Quería que la odiara más? Sonreí, me parecía que sí, era esa misma niña.
— ¿Estás tan al pendiente de mí, Collins? Eres toda una acosadora.
— Sigue soñando, me voy, no quiero que se te suba — dijo.
— ¿Ya no te despides? Es verdad que te volviste toda una grosera, Blair.
— Muy gracioso, pero para ti sí.