El profesor sustituto

Capítulo 13

La directora Álvarez había visitado de sorpresa a su viejo empleado la semana pasada. Lo había dejado de ver hace un par de semanas, cuando lo despidió del colegio Sagrado Corazón. Permaneció alrededor de diez minutos en su compañía. -Espero que los demás presos te traten bien. Acto seguido, llamó a los guardias para que lo dejaran salir.

Al día siguiente, Felipe recibe la notificación por mensaje de texto de que debe asistir al primer juicio oral en su contra. Son las ocho de la mañana en punto y tiene aproximadamente media hora para arreglarse y entrar al juzgado, en compañía de los guardias y su abogado, por supuesto.

Los encargados de vigilar a los presos abren su celda y le piden que los acompañe hacia el juzgado local.

-Vamos, señor Rodríguez. No hay tiempo que perder.

La sala del juzgado n°21 era una sala amplia, con varios asientos de terciopelo, dispuestos para el público exterior, como periodistas y conductores de televisión. A la izquierda de Felipe estaba el abogado de Eduardo Martínez (Q.E.P.D) y detrás de él, sus amigos de toda la vida. Delante suyo, estaba el juez, vestido con una túnica negra y en su mano sostenía un martillo de dimensiones pequeñas.

-Bienvenido al juicio, señor Rodríguez. Por favor, tome asiento. Tenemos muchos puntos que tratar en esta jornada. Quien primero habló en el estrado fue el fiscal del caso. Se presentó ante el resto de los presentes en el juicio, con su nombre y apellido y luego de nombrarle los derechos al imputado (tenía derecho a guardar silencio si lo consideraba necesario y podía pedirle al abogado que le repitiera la pregunta) el fiscal tomó asiento, a la derecha del juez.

-Es su turno, cuéntenos todo lo que sabe sobre la muerte de la víctima, profesor Rodríguez- dijo el juez- Primero que todo, quiero que nos cuente cual era su relación con el profesor Martínez.

-Éramos compañeros en la universidad, señoría.

-Y en los años que estudiaron juntos, ¿tuvo algún problema con él?

- Ninguno, que yo recuerde.

-Le voy a pedir que intente recordar sobre lo que pasó la noche del 5 de marzo, por favor. Su testimonio es muy importante para poder resolver el caso.

-Sólo tengo lagunas mentales en mi cabeza, su señoría. En una de ellas, me veo a mi mismo, sosteniendo un arma entre mis manos, pero no recuerdo haber apretado el gatillo. Un gesto de asombro se hizo presente entre los periodistas y conductores de televisión, sentados al final de la audiencia.

-¿Recuerda si alguien lo acompañaba esa noche? – volvió a preguntar el fiscal.

Felipe se quedó en silencio por unos segundos, mirando a las caras en frente de él, como si ellos tuvieran la respuesta ideal para aquella pregunta. Entonces se acercó al micrófono y pronunció con voz temblorosa: sí, su señoría. Había una persona junto a mí, la noche que Martínez falleció.

-¿Podría especificar quién era este sujeto?

-Un amigo mío. No recuerdo muy bien por qué estaba conmigo esa noche....

-No desvíe la conversación, por favor. Necesitamos saber el nombre del testigo, nada más.

-Está bien, su señoría. Era la directora del colegio Sagrado Corazón.

-¿Y quién  le disparó al señor Martínez?

-No lo recuerdo, señor. Pero el ultimo recuerdo que tengo es que la directora estaba frente de él, con una pistola entre las manos y le apuntaba directamente a la cabeza. Yo no pude hacer nada, porque cuando quise parar todo, escuché un disparo y Eduardo Martínez cayó al suelo, dejando una enorme poza de sangre.

Efectivamente, la noche del cinco de marzo, Felipe Rodríguez asistió a una reunión con sus compañeros de la universidad, después de no haberse visto por cinco años. Para su sorpresa, uno de ellos era Felipe Rodríguez, mucho más delgado y sociable con su generación. Cinco botellas de cerveza. Eso fue lo que su ex compañero de universidad decidió tomar aquella noche, dentro de un pequeño restaurante y lo que le provocó quedar borracho en menos de dos horas-

Antes de reunirse con su ex generación de compañeros, Felipe tomó un bus con su ex compañero de universidad y fueron a conocer la ciudad de Puerto Natales. El viaje duró un poco más de 3 horas. Tenían planeado conocer la Cueva del Milodón, sacar algunas fotos de los lugares turísticos, pasear por Torres del Paine, visitar los monumentos históricos de la región y por supuesto, recorrer la Costanera. A las nueve de la noche, fueron juntos a la Cervecería Baguales, que era muy conocida dentro de la región. El resto de los invitados llegaron alrededor de las diez y media. Lo que ellos no sabían era que esa sería la última noche que podrían compartir con Eduardo Martínez.

Al día siguiente, Felipe y su mejor amigo tomaron el bus de regreso a Punta Arenas. Salieron del hotel Géminis alrededor de las 10.00 am, justo cuando el administrador del alojamiento estaba realizando el Check out de las habitaciones. Fue un poco antes de medianoche cuando Eduardo fue llevado a punta de pistola a la Costanera de Punta Arenas, acompañado de Felipe Rodríguez y del director del colegio Sagrado Corazón.

Había empezado a llover con fuerza cuando los dos hombres bajaban a Eduardo desde los asientos traseros. Fue Felipe quien lo empujó al suelo con violencia y sacando una pistola, le apuntó directamente en la frente.



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En el texto hay: misterio, asesinato, venganza

Editado: 14.06.2020

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