A pesar de tener un objetivo ya fijado, Leyla y Hakan no lograban ponerse de acuerdo. Hakan quería buscar primero la playera, pues decía que si en el camino se topasen con Faysal, Ruya o la mismísima Vizier, esto no sería riesgo para Hakan. Le permitiera poderles hacer frente mientras Leyla huye del lugar, obvio lo que menos deseaba Hakan es que la historia se repitiese y Leyla muera otra vez a manos de Faysal. Sin embargo, Leyla creía que la mejor defensa es el ataque, por lo qué quería ir por la daga sin perder tiempo en la camisa.
—Algo que ya está muerto no te puede asesinar —dijo literalmente.
Al final como Leyla no poseía una pista clara del paradero tanto de la daga como de la playera, fueron en busca de pistas y confiaban en que el destino les guiara por el primer talismán. El cual extrañamente y desafortunadamente fue la gema que brilla en presencia de los inmortales, Hakan no le prestó importancia pues no había nada que descubrir. Conocía a la perfección la cara de Faysal y los demás, no necesitaba que una gema brillase para que le indicara que se encontraba en peligro.
Una semana después:
Hakan estaba preocupado, muy angustiado, no tenían ninguna pista sobre los talismanes ni sobre los inmortales, lo cual en otro momento pudiera ser algo bueno, no lo era en esta situación; pues significaba que Estambul se encontraba en paz, una paz que bien sabía no duraría mucho, y por otro lado significaba que lleva más tiempo de lo que esperaba ¿qué pensaría Zeynep que pasó? ¿La pequeña Val le juzgaría toda su vida por abandonarla? Hakan dio un respiro y trataba de pensar, ya habían visitado la mayoría de los lugares donde pudiera estar y todas eran respuestas negativas.
—Creo que fue mucho por hoy, tenemos que ir a descansar para mañana continuar nuestra búsqueda otra vez —dijo Leyla pues ya empezaba a oscurecer.
—Presiento que estamos cerca, una hora más y si no encontramos nada entonces intentaremos otra vez mañana ¿de acuerdo?
—No Hakan, no estoy de acuerdo. Nos hemos cuidado tanto que podemos echar todo el plan a perder por tu desesperación, así nunca regresarás para ver a Zeynep —respondió Leyla molesta, pues Hakan se preocupaba más por regresar a su monótona vida que por ponerse el verdadero papel de protector. Hakan dio un puñetazo al aire para demostrar su frustración y después de unos minutos se calmó.
—Tienes razón, me cuesta aceptarlo. Regresemos, analicemos y continuaremos la búsqueda mañana a primera hora —la verdadera frustración de Hakan no consistía en que necesitaba la daga para matarlos, pues sabía que sangre inmortal corría por sus venas al ser el tatatataranieto de Faysal, esto obviamente le omitió a Leyla, tal vez pudiera matar a Faysal sin necesidad de la daga, pero tardaría mucho tiempo en que su brazo se recuperara, y con ello, más tiempo sin ver a la pequeña Val y Zeynep, era egoísta de su parte, pero era algo que tenía que hacer.
A las orillas de la Ciudad de Estambul, casi adentrándose al bosque había una cabaña que ocuparon Leyla y Hakan para apenas dormir, pues a las cinco de la mañana partían todos los días en búsqueda de por lo menos una pista que los acercara a los talismanes. El lugar era muy pequeño y prácticamente era una habitación, en la que Leyla ocupaba la cama principal y Hakan un sillón con más ramas que cojines.
—Tengo miedo Hakan, y ¿si esta vez no vencemos a los inmortales? Si el crearse esta línea del tiempo fue un forma de que el universo no quiere deshacerse de ellos?
—No digas tonterías y cierra los ojos, mañana nos espera un largo día —dijo Hakan sin importarle el tantito el sentir de Leyla.
—Ven, abrázame, está haciendo mucho frío —dijo Leyla y no mentía, esa noche hacia especialmente un aire helado.
—No puedo, lo siento —se limitó Hakan en decir y cerró los ojos. En el fondo Hakan sentía unas inmensas ganas de contradecir sus palabras y acompañar a Leyla en su dormir.
—Sólo esta noche, anda, te prometo que no más, por los viejos tiempos —Leyla le insistió y Hakan aceptó, él también sentía el frío helado esa noche, pero en realidad no te tengo siquiera explicar que eso sólo era un pretexto de ambos. Hakan se recostó sobre la cama. Leyla con sus brazos y una pierna se aferró a él y ambos quedaron dormidos pues el día fue realmente agotador.
A cada ratito se despertaban debido a los ruidos del bosque, y también a que Leyla no era nada tranquila para dormir, se movía de un lado a otro a tal grado que Hakan no se pudo resistir y se levantó para irse al sillón a dormir.
—¿Por qué te fuiste allá? —preguntó Leyla al ya no sentir el calor corporal que Hakan le brindaba.
—No podía dormir, estoy nervioso —respondió él.
—No tienes por qué, yo te cuidaré —agregó Leyla y se levanto para ir con él, el sillón era tan pequeño que Hakan prácticamente ocupaba todo el espacio. Por lo que Leyla se acostó encima de él y comenzó a llenarle de besos la barbilla… besos de los cuales Hakan no se pudo resistir.
Editado: 15.10.2020