Eran las nueve de la mañana y tanto Hakan como Leyla seguían dormidos, acurrucados el uno con el otro al roce de sus cuerpos, piel a piel. Hakan da un gran bostezo acompañado de un estiramiento de brazos que provocó chocaran con la cabeza debido al diminuto espacio del sillón, Leyla pesaba tan poco que para Hakan no significaba mayor problema el que estuviera encima de él. O al menos así fue hasta que abrió los ojos y se dio realmente cuenta de lo que pasaba, había traicionado a Zeynep, y junto con ello su palabra y promesa de serle siempre fiel. Hakan inmediatamente apartó a Leyla quien ya se encontraba medio despierta debido al ligero choque del codo de Hakan con su cara. Hakan se vistió y rápidamente empezó a ponerse muy ansioso. Sabía que estaba mal y que tenía que poner el doble de esfuerzo para derrotar a los inmortales y así regresar a su mundo, para despertarse de esta maravillosa pesadilla que acaba de hacer.
—¡Tenemos que irnos Leyla! —replicó Hakan apurado, ya habían perdido más de cuatro valiosas horas al quedarse dormidos y necesitaba recuperar ese tiempo perdido. Leyla, quien todavía se encontraba recostada en el sillón, se levantó lentamente y le dijo que no se alarmara, no importa que tan rápido quieras avanzar si no tienes dirección, puesto no tenían ni idea de a dónde ir. Estaban más perdidos que incluso cuando iniciaron. Esto le molestó a Hakan, pues sabía que Leyla tenía razón; un pirata sin su brújula sólo da vueltas en el mar. Leyla intentó acercarse a Hakan con el objetivo de besarle pensando que estaban más unidos, pero Hakan la rechazó.
—No, lo que pasó anoche no debió ser, hagamos que nunca pasó y enfoquémonos en lo que realmente importa; en buscar los talismanes —dijo él y el corazón de Leyla se quebró en pedazos, pero era demasiado fuerte como para demostrarlo.
—Está bien —agregó ella, dio media vuelta y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno.
—Hay un lugar en el que no hemos buscado —dijo Leyla
—¿Dónde?
—En el corporativo de Faysal, sé que es arriesgado, pero puede valer la pena —si algo molestaba a Hakan, es que Leyla tuviera razón en cosas que él no quería o no deseaba ¿qué harían si se topasen con Faysal? Hakan podría matarlo sin la daga, ya lo hizo una vez, y por más que quisiera evitarlo, lo tendría que hacer por una segunda ocasión.
—Estoy de acuerdo —replicó Hakan con indiferencia. Terminaron su desayuno y ambos estaban un paso más cerca de poder cumplir su objetivo, durante esta semana habían buscado pasar de incognitos en Estambul, evitar a cualquier inmortal que se les presente, y ahora; el plan había cambiado. Por más incognitos que fuesen, la probabilidad de ser detectados era increíblemente alta. De hecho, minutos más tarde mientras discutían y planeaban la estrategia, se dieron cuenta que ser descubiertos sería la mejor opción.
Leyla se puso su vestido más bonito y colorido; un rojo intenso que combinado con la esbelta figura de Leyla, era inevitable pasar por alto aquella belleza y se presentó sin más en la puerta principal del edificio “The Faysal” los guardias al verla de inmediato fueron tras ella, pero al ver que no opuso ningún tipo de resistencia, ellos se quedaron perplejos, pero con la defensa activa.
—Vengo a ver a Faysal, tengo algo muy importante que decirle —dijo Leyla con una sonrisa y un tono encantador, que hizo que más de un guardia aflojara la posición de guardia.
—Siento decirle que eso no es posible, tenemos órdenes estrictas de arrestarla —dijo el que parecería ser el comandante.
—Lo sé, pásenle el recado a Faysal que se dé una vuelta a mi celda —dijo ella y llevo sus dos muñecas al frente en posición para rendirse y ser esposada, los guardias no titubearon y la esposaron con tal tranquilidad que tuvieron un escalofrío. Esto no podía ser tan fácil, llevan años buscándola y de la nada se les presenta en bandeja de plata, sin embargo, ellos sólo son peones en este juego, sus pensamientos y acciones no tienen valor a menos que el Rey Faysal así lo quiera. Leyla fue escoltada por más de veinte guardias a la celda, que extrañamente aunque no sorprendente, estaba en el mismo edificio. Era evidente que una persona con el poder de Faysal, tenía un calabozo en su edifico de más de cincuenta pisos de altura. ¿Qué otros secretos guardaba aquel rascacielos?
Pasaron dos días y Leyla moría de hambre, durante su condena sólo le llevaban una vez al día comida y la ración era mínima, por no decir asquerosa. Por lo visto querían tenerla tan débil, torturarla de tal forma que cuando hablara con Faysal no dijera nada más que la verdad. Era custodiada como si fuera la mismísima presidenta. Afuera de su celda había diez guardias uniformados con protección militar de pies a cabeza, y cada cuatro horas cambiaban de turno para estar siempre alerta.
Pasó una semana más y Leyla ya se veía más pálida de lo normal, era evidente que la falta de sol y alimento, le empezaba a caer mal a su salud.
No fue sino hasta dentro de quince días que Faysal se digno de presentarse con ella.
—Espero que la estancia haya sido de tu agrado. Disculpa las amenidades, pero tú sabes, siempre nos ha gustado el estilo minimalista, al menos para las personas como ustedes —dijo Faysal en tono burlesco.
—Oh no te preocupes, he estado lugares peores. La estancia ha sido divertida, pero la comida, pésimo servicio si te soy honesta.
—No estás en posición de burlarte, dime; ¿a qué viniste? —exigió Faysal.
Editado: 15.10.2020