Inmersión en el Frío.
El jet de asalto de La Vigilancia, pilotado por un contacto de Lena, aterrizó en secreto en una pista abandonada en la remota Isla de Svalbard, en el archipiélago ártico. La noche polar era una extensión de blanco y azul oscuro, con vientos que cortaban la piel.
Kira, Vance, y Ariadne se equiparon con trajes de supervivencia polar y equipos de comunicaciones especializados. El Pergamino de Metal y el micro-dispositivo EMP de Nido iban asegurados.
—La temperatura es de -35°C, Capitana. Y hay una tormenta de nieve acercándose —dijo Vance, con la voz amortiguada por la máscara térmica.
—Mejor. La nieve cubrirá nuestras huellas —respondió Kira, ajustando las correas de su rifle de asalto—. Ariadne, dinos dónde está esa base.
Ariadne señaló un pico helado. —Hay una base de investigación científica abandonada a tres kilómetros. Fue construida por mi Orden, los Hijos de Teseo, para vigilar la Bóveda Geotérmica. El túnel de acceso está en su nivel inferior.
El Rastro del Fénix.
Se movieron en skis motorizados, sorteando las crestas de hielo. Kira, con su entrenamiento militar, iba delante, explorando cualquier signo de la presencia de El Fénix.
Pronto lo encontraron. A cien metros de la base abandonada, Kira hizo una señal de alto.
—Huellas de snowmobiles. Más grandes de lo normal. Y pisadas recientes —susurró Kira por el comunicador.
Vance se agachó para examinar la nieve. —Botas militares pesadas. Y hay una firma química en la nieve: combustible de alto octanaje. Seraphina ya está aquí.
El equipo de Seraphina había llegado primero. La carrera había terminado, y la confrontación era inminente.
La Base Abandonada.
La base era un complejo de edificios metálicos cubiertos de hielo, azotados por el viento. Entraron por un acceso de servicios congelado. El interior estaba oscuro y lleno de sombras.
Ariadne guio al equipo a través del laberinto de laboratorios abandonados. —El Cónclave selló la bóveda con el Protocolo hace dos mil años. Mi Orden vigiló para que nadie rompiera el sello.
En el centro de la base, el aire se hizo más cálido. Encontraron la causa: una hoguera improvisada y el olor a raciones quemadas.
—Estuvieron aquí hace menos de una hora —dijo Kira.
Vance notó que los muebles de madera habían sido rotos para alimentar el fuego, excepto una mesa de metal. En ella, había un mapa incompleto del fondo marino, marcado con la coordenada de la Bóveda Geotérmica.
—Seraphina no sabe la ubicación exacta del Protocolo. Solo sabe cómo llegar a la Bóveda Geotérmica —analizó Vance.
La Traición del Terreno.
Llegaron al subsuelo, donde el túnel de acceso comenzaba. Era un pozo vertical, con una escalera de mantenimiento.
—El túnel baja 500 metros hasta el lecho marino —dijo Ariadne—. Nos llevará directamente bajo la bóveda.
Kira se preparó para el descenso. En ese momento, las luces de emergencia de la base se encendieron, brillando en rojo.
Seraphina se comunicó por los altavoces internos de la base. Su voz era fría y resonante.
—Bienvenidos a mi coto de caza, Capitana Rourke. Sabía que vendrían por su preciado Pergamino. Han elegido su propia trampa.
Una explosión controlada selló la entrada del pozo. El techo de la base comenzó a crujir.
—Han encontrado la ruta de los Hijos de Teseo. Pero olvidaron que en este juego, solo El Fénix renace.
Seraphina había preparado una trampa: había debilitado los soportes del techo. La base estaba a punto de colapsar sobre ellos.
—¡Abajo! —gritó Kira.