El Protocolo de Cronos . (parte 4 )

Capítulo 12: El Escape Imposible.

​Fuera de la Jaula.
​Kira y Vance, con el Pergamino de Metal y el neutralizado Protocolo de Cronos asegurados, corrieron fuera de la sala de cerámico de basalto. El golpe del EMP había dejado a Seraphina momentáneamente paralizada por la rabia y la descarga de retroalimentación.
​—¡Mi venganza! ¡Destruiste mi oportunidad! —gritó Seraphina, levantándose a duras penas.
​Vance, cojeando por el golpe de Seraphina, se apoyó en Kira. —Esa mujer está loca. ¡Tenemos que salir de este nivel, Kira!
​—¡Nido! ¡Necesito que nos abras una ruta de escape! —gritó Kira mientras arrastraba a Vance por el pasillo.
​El Laberinto de Acero.
​La alerta roja seguía resonando en la Base 7. El pulso EMP de Nido había desactivado el sistema de aislamiento de la sala, pero no la seguridad general de la fortaleza.
​—Capitana, estoy tratando de redirigir los drones de patrulla de El Fénix lejos de su posición. Vayan a la escalera de servicio norte. Es la ruta menos vigilada —indicó Nido.
​Kira y Vance se movieron con desesperación. Los mercenarios de El Fénix se acercaban por ambos extremos del pasillo.
​Kira lanzó otra granada de humo denso, ganando la cobertura necesaria para llegar a la escalera de servicio. El humo se mezcló con el olor a aceite y metal caliente.
​Mientras subían, Vance se recuperó lo suficiente para activar un micro-transmisor en su traje.
​—Ariadne, el Protocolo está inactivo. Pero Seraphina nos sigue. Necesitamos un punto de extracción fuera de la Base 7.
​—Ya estoy trabajando en eso, Profesor. ¡Pero no tienen mucho tiempo!
​El Reencuentro con el Enemigo.
​Al llegar al nivel de superficie, la acción fue caótica. Los mercenarios de El Fénix patrullaban la zona con rifles.
​Kira y Vance se arrastraron por un conducto de ventilación que daba a un almacén. Justo cuando salían, escucharon la voz que temían.
​—¡No irán a ninguna parte!
​Seraphina y dos mercenarios bloquearon la única salida. Seraphina ya no estaba furiosa; su rostro era una máscara de fría determinación.
​—Capitana, me han quitado mi dinero y mi tiempo. Pero no me quitarán la última oportunidad. El Protocolo se puede reactivar. Y tú serás mi esclava para hacerlo.
​La Huida Acuática.
​El enfrentamiento se centró en el almacén. Kira sabía que, con Vance herido, no podía ganar un tiroteo.
​Ella lanzó una última granada de pulso de luz, cegando a los mercenarios y a Seraphina.
​—¡Al muelle de carga! ¡Es nuestra única opción! —gritó Kira.
​Kira tomó el Pergamino y el Protocolo y los ató a la espalda de Vance. —¡Tú proteges la historia!
​Corrieron hacia el muelle de carga, una plataforma flotante donde se anclaban las embarcaciones de servicio.
​Seraphina recuperó la visión y corrió tras ellos, gritando: —¡Atrápenlos! ¡Vivos!
​Al llegar al muelle, Kira y Vance no vieron ninguna embarcación de La Vigilancia. Vieron el inmenso y helado Océano Pacífico.
​—¡Salta, Capitana! —gritó Nido por el comunicador—. ¡No hay otra manera!
​Kira no lo dudó. Ella tomó la mano de Vance.
​—Agárrate fuerte, Elías.
​Los dos saltaron de la plataforma hacia el océano, sumergiéndose en las aguas heladas. Los disparos de los mercenarios rasgaron la superficie detrás de ellos.
​Justo cuando Seraphina y sus hombres llegaron al borde del muelle, una pequeña embarcación de alta velocidad, pilotada por Jafar (el piloto de Lena), rompió la superficie.
​—¡Elías! ¡Kira! —gritó Jafar.
​La Vigilancia se aferró a la esperanza mientras Seraphina y sus mercenarios los observaban, indefensos, perderse en la inmensidad del Pacífico.




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