El Duelo en el Volcán.
Kira se enfrentó al equipo de El Fénix. El helicóptero giraba sobre ellos, levantando polvo volcánico y creando un caos visual.
—¡Atlas! ¡Detén el fuego! —gritó Seraphina. Ella no quería dañar el Pergamino (que creía que Kira aún tenía) ni el Protocolo.
Atlas, el ciber-genio, dio un paso adelante. —Ella tiene el contenedor blindado. El Protocolo está ahí, Comandante.
Kira aprovechó la distracción de su enemigo. Ella no podía ganar contra tres hombres armados y un helicóptero. Su única misión era ganar tiempo para Vance.
Ella lanzó el contenedor vacío de municiones por la rampa, atrayendo el fuego de los mercenarios. Mientras los hombres disparaban, Kira se lanzó a la carga.
Su objetivo no era la lucha, sino el helicóptero.
La Explosión de Cronos.
Kira usó su entrenamiento acrobático para evadir a los mercenarios y se dirigió a un pequeño depósito de combustible de emergencia. Ella disparó un dardo de pulso electromagnético al sistema de control del helicóptero. El helicóptero perdió potencia y se estrelló a pocos metros.
El caos se multiplicó. Seraphina se lanzó sobre Kira, con el rostro distorsionado por la rabia..
—¡Me has costado todo, Capitana!
Seraphina era una combatiente formidable, entrenada en artes marciales por su padre. El duelo fue salvaje, rodando sobre la ladera del volcán, con la vida de Vance y la estabilidad del mundo en juego.
La Estrategia de Vance.
Mientras tanto, en la bóveda subterránea, Vance se movía con frenesí. Aseguró el Protocolo de Cronos en una cápsula de contención geotérmica.
Pero no podía dejar el Pergamino de Metal. Si Seraphina lo recuperaba, encontraría la Quinta Pieza, el Corazón de la Atlántida.
Vance recordó la última advertencia de Ariadne sobre el Protocolo: si se activaba en una zona de alta energía geomagnética como Rapa Nui, su efecto podría fusionar el conocimiento.
Vance colocó el Pergamino de Metal en el panel de control. Él no intentó descifrar la secuencia de activación total, sino que tecleó la secuencia de almacenamiento y fusión que Lena le había enseñado.
La historia se reescribió, no para el mundo, sino para el Pergamino.
El Pergamino se fusionó con la propia bóveda, volviéndose ilegible. Ahora era un mapa inactivo, un fragmento más de la piedra de la bóveda.
La Derrota y la Promesa.
Seraphina golpeó a Kira, dejándola aturdida. La villana corrió hacia la rampa abierta de la bóveda, gritando de triunfo.
—¡Profesor! ¡El Pergamino! ¡Entrégalo!
Seraphina descendió y se encontró con Vance junto a la cápsula de Cronos.
—Tarde, Seraphina —dijo Vance con una sonrisa amarga—. El Protocolo está asegurado. Y el Pergamino... es solo una pieza más del rompecabezas.
Seraphina miró el panel de control fundido. Se dio cuenta de que el Pergamino ya no existía como artefacto.
—¡Maldito seas, Aelarion! ¡Destruiste la última pista!
Seraphina no perdió el tiempo. Ella tomó el Protocolo de Cronos de la cápsula y se lo llevó. Si no podía usarlo, se aseguraría de que La Vigilancia tampoco lo hiciera.
Atlas, recuperándose del impacto del helicóptero, lanzó un último ataque digital. Una señal de radiofrecuencia para Seraphina.
—Comandante, he encontrado un rastro de la Quinta Pieza... Está en Japón.
Seraphina se rió, su victoria parcial. Ella miró a Vance por última vez.
—Nos volveremos a ver, Profesor. Y la próxima vez, la Quinta Pieza será mía. Y con ella, el Corazón de la Atlántida.
Seraphina y Atlas escaparon en un vehículo de tierra blindado, dejando a Kira y Vance solos en la bóveda, con el Pergamino fusionado con la pared.