Mi nombre es Mason Draven, tengo 16 años y soy estudiante en el Instituto Eldridge, un lugar que alguna vez consideré mi segundo hogar. En las últimas semanas, la atmósfera en la escuela había cambiado de manera inquietante. Los rumores sobre un proyecto de arborización comenzaron a circular entre los estudiantes, y la idea de restaurar el entorno que había sido devastado por la tala de árboles resonaba en mí, aunque una oscura inquietud se cernía sobre esas conversaciones. Era dos semanas antes del inicio del proyecto. Emma, mi hermana, estaba emocionada; siempre había sentido una profunda conexión con la naturaleza. Mientras hablaba sobre sus planes, yo no podía evitar sentir una mezcla de entusiasmo y preocupación. Sabía que había algo extraño en el aire, algo que no podía identificar.
En la sala de clases, la profesora de ciencias, la Sra. Whitmore, nos había convocado a todos para discutir el proyecto. La sala estaba llena de murmullos y risas nerviosas. "Este proyecto es vital para la comunidad", dijo con fervor, mientras sus ojos brillaban con una emoción que me pareció desmedida. "Restaurar el bosque no solo ayudará al medio ambiente, sino que también unirá a nuestra comunidad." Mientras escuchaba, noté que algunos de mis compañeros intercambiaban miradas inquietas. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Había algo en la forma en que la Sra. Whitmore hablaba que me hacía sentir incómodo, como si supiera más de lo que decía.
Cuando terminó la clase, el timbre sonó y la sala se llenó de ruido. Los estudiantes comenzaron a salir, y yo me quedé un momento más, reflexionando sobre lo que había escuchado. Al salir, vi a Ryan, mi mejor amigo, esperándome en el pasillo. Tenía una expresión intrigada en su rostro.
"¿Has escuchado sobre el proyecto de arborización? Emma está muy metida en eso, ¿verdad?", me preguntó con curiosidad.
Asentí, pero no pude evitar sentir un nudo en el estómago. "Sí, lo ha estado mencionando mucho. Pero no estoy muy seguro de unirme", respondí, tratando de ocultar mi inquietud. "Es mucha responsabilidad, y no sé si estoy listo para eso."
Ryan frunció el ceño, pensativo. "¿Por qué no? Solo es plantar algunos árboles, Mason. Puede ser divertido."
"Pero hay algo más en esto", le dije, mirando a nuestro alrededor, como si las paredes del instituto pudieran escuchar. "La Sra. Whitmore parece... diferente. No sé, hay algo raro en el aire."
Ryan se encogió de hombros. "A veces, las cosas parecen más complicadas de lo que son. Pero si no te unes, te perderás de algo grande."
Lo miré, sintiendo la presión de su entusiasmo, pero la inquietud persistía en mi mente. Mientras caminábamos hacia el patio, no podía evitar sentir que había algo oscuro acechando detrás de la emoción del proyecto. La decisión de participar se volvía cada vez más complicada.
Después de un rato de charlas sobre el proyecto, Ryan y yo decidimos dar una vuelta alrededor del colegio. El aire fresco de la mañana contrastaba con la inquietud que sentía en mi interior. Mientras caminábamos, Ryan me miró de reojo y preguntó: "¿Y cómo va todo con la chica de la que me hablaste? La que está en el otro colegio."
Suspiré, sintiendo que la conversación se volvía un poco incómoda. "La verdad, perdimos el contacto. Ya no hablamos tanto, así que prefiero no meterme demasiado en eso. No quiero complicarme más."
Ryan asintió, comprensivo. "Entiendo. Pero, ¿no sería bueno intentar reconectar? A veces, las cosas pueden sorprenderte."
"Quizás", respondí, pero no estaba seguro. Justo cuando estábamos a punto de cambiar de tema, mis ojos se posaron en un gran cartel pegado en la pared de una de las entradas. Era un anuncio brillante sobre el proyecto de arborización, con imágenes de árboles jóvenes y un lema que decía: "¡Únete a nosotros para restaurar la naturaleza!"
Ryan lo vio también y sonrió. "Mira eso. Hazlo, amigo. No tienes nada que perder. Además, si participas, tal vez esa chica te haga más caso."
Sus palabras me hicieron reflexionar. La idea de que participar en el proyecto pudiera acercarme a ella era tentadora. "Tienes razón, podría intentarlo", dije, sintiendo que una chispa de motivación comenzaba a encenderse dentro de mí.
"¿Y tú? ¿Te unirás?" le pregunté, curioso.
Ryan frunció el ceño. "No creo que pueda. Mi hermano menor necesita que lo cuide después de la escuela, y no tengo mucho tiempo libre. Pero tú deberías hacerlo. Te vendrá bien."
Mientras continuábamos caminando, nos encontramos con nuestro otro amigo, Max. Era un chico inquieto, siempre lleno de energía, y aunque a veces podía ser molesto, su amor por la naturaleza era genuino. "¡Chicos! ¿De qué hablan? ¿Ya se registraron para el proyecto de arborización?" preguntó, su entusiasmo casi contagioso.
"No, pero Mason está pensando en hacerlo", dijo Ryan, dándole un pequeño empujón a mi decisión.
Max se iluminó. "¡Eso es genial! Necesitamos más personas como tú, Mason. Siempre he pensado que plantar árboles es una de las cosas más importantes que podemos hacer. ¡Imagina cuántos animales podemos ayudar y cómo se verá todo!"
A pesar de mis dudas, el fervor de Max era difícil de ignorar. "Sí, puede que tenga un impacto positivo", murmuré, sintiendo que mi resistencia comenzaba a desvanecerse.
"Vamos, Mason. Únete a nosotros. Juntos haremos algo grande", insistió Max, sus ojos brillando con la emoción de la aventura.
Mientras caminábamos hacia la cafetería, no pude evitar sentir que, a pesar de mis miedos, había algo atractivo en la idea de ser parte de algo más grande. La mezcla de presión y aliento de mis amigos me empujaba, y en el fondo, una parte de mí anhelaba ese sentido de pertenencia.
Tal vez, solo tal vez, el proyecto de arborización podría ser un nuevo comienzo. Con un suspiro decidido, me dije que lo intentaría.
Después de la charla con Ryan y Max, me dirigí a encontrar a Emma. La vi en el patio, rodeada de algunos compañeros que hablaban animadamente sobre el proyecto de arborización. Me acerqué a ella, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.