La atmósfera en el aula se volvió insoportable. La voz resonaba en mis oídos, y el aire se sentía cargado de una presión que casi podía tocar. “Mason... Ryan...” susurraba la sombra, un eco de desesperación que parecía buscar algo en nosotros.
El profesor Paredes se quedó paralizado, sus ojos fijos en la oscuridad que se filtraba por la puerta. “Esto... esto no puede estar sucediendo”, murmuró, su voz temblando por primera vez. La incredulidad se esfumaba, reemplazada por un miedo palpable.
“¡Debemos salir de aquí!”, grité, sintiendo que el pánico comenzaba a apoderarse de mí. La niebla se arremolinaba a nuestro alrededor, y la sombra parecía extenderse, como si quisiera atraparnos en su abrazo helado.
Ryan se movió hacia la puerta, pero antes de que pudiera abrirla, un viento helado azotó el aula, cerrando la entrada de golpe. “¡No!”, gritó, empujando la puerta con fuerza. “¡Déjanos salir!”
“¡Silencio!”, ordenó el profesor, pero su voz se perdió en el caos. La sombra se hizo más grande, y una figura oscura comenzó a tomar forma, sus contornos vagos pero amenazantes. “Mason... Ryan...”, volvió a susurrar, esta vez más cerca.
“¿Qué quiere?”, pregunté, sintiendo que el terror se apoderaba de mí. La figura parecía estar hecha de la misma niebla que nos rodeaba, y mientras avanzaba, podía ver lo que parecía un rostro, distorsionado y lleno de dolor.
“Esto no es real”, dijo Paredes, pero su voz sonaba débil. “Es solo una ilusión provocada por la niebla.”
“¡No es una ilusión!”, grité, sintiendo que la desesperación me consumía. “Hay un espíritu aquí. Emma está en peligro, y no podemos quedarnos a esperar.”
La figura avanzó lentamente, y la risa del profesor se convirtió en un murmullo temeroso. “Nosotros no somos los que deben tener miedo. Ustedes son solo estudiantes”, dijo, pero no había convicción en sus palabras.
“Mason, mira”, dijo Ryan, señalando hacia la figura. Era como si la sombra estuviera absorbiendo la luz, y en su presencia, la temperatura del aula descendía aún más. “¿Qué es eso?”
La figura se detuvo, y de repente, comenzó a hablar. “Los árboles... sufren. Su dolor es el mío. Y ahora, su sangre clama por justicia”, dijo, su voz resonando como un eco lejano.
“¿Qué quieres de nosotros?”, pregunté, sintiendo un nudo en el estómago. La figura parecía estar compuesta de fragmentos de recuerdos, de una vida que una vez había existido.
“Regresen lo que se ha perdido. La vida que fue arrebatada”, continuó, su voz cargada de tristeza y furia. “Ustedes son los elegidos para restaurar el equilibrio.”
“¿Equilibrio? ¿De qué hablas?”, preguntó el profesor, su incredulidad desvaneciéndose gradualmente. “No podemos hacer nada.”
La sombra se acercó aún más, y el aire se volvió más denso. “Ustedes han despertado una fuerza que no comprenden. La niebla es solo una manifestación de lo que se ha liberado. Deben enfrentarlo.”
“¿Cómo?”, pregunté, sintiendo que el miedo se convertía en determinación. “¿Qué debemos hacer?”
La figura se desvaneció momentáneamente, y en su lugar, un árbol apareció en la mente de todos, su tronco retorcido y sus ramas extendidas hacia el cielo. “El lugar del sacrificio. Allí encontrarán la respuesta. Pero deben actuar rápido, antes de que la niebla consuma todo.”
Con un último susurro, la figura se desvaneció por completo, y un silencio sepulcral llenó el aula. El profesor Paredes se quedó inmóvil, su rostro pálido y su mirada distante.
“¿Qué fue eso?”, preguntó Ryan, su voz temblando.
“No lo sé”, respondí, sintiendo que la urgencia comenzaba a invadir mis pensamientos. “Pero tenemos que ir al lugar del sacrificio. Es nuestra única esperanza.”
El profesor finalmente pareció recuperar la compostura. “Si hay algo que podemos hacer, debemos hacerlo ahora. La niebla no se detendrá, y si lo que vimos es real, entonces no tenemos tiempo que perder.”
Sin dudarlo, nos dirigimos hacia la puerta. La niebla aún espesaba el pasillo, pero esta vez, no teníamos miedo. Habíamos visto el horror, y ahora éramos parte de algo mucho más grande. Con determinación, cruzamos el umbral hacia lo desconocido, listos para enfrentar lo que nos aguardaba.