Capítulo 7 ?

Otro día en este lugar y todo pasa muy tranquilamente, demasiado, pero yo sé que es solo una fachada. Sin embargo mi investigación de Chester no llega más. Dos roturas de brazo y un moretón por una discusión es lo único que he tenido que curar hasta ahora, los más jóvenes tardan un tiempo en adaptarse. 

Doy una mordida a uno de los dulces que me ha regalado mi recatada amiga, se ha vuelto un poco más aguantable, amistosa. El gran problemas es que hablar con ella sin que parezca satánico., por suerte hemos encontrado un gusto común por coches deportivos. Creo que se alegra tener alguien con quien hablar de algo no bien visto “para señoritas”.

Un toque en la puerta casi provoca que me atragante.

—Adelante —grito desde mi sillón limpiando las migas de mis labios y una delgada figura se introduce en mi oficina. Hace días no la veo por ninguna parte —Hola, ¿quieres sentarte? —le ofrezco y ella se acerca pero se queda parada detrás de la silla —¿Un dulce? —niega con la cabeza.

—Vine a traerle su pañuelo, lo encontré dentro de uno de mis libros —lo saca de uno de sus bolsillos y me lo tiende

—No hay problema, gracias. —respondo tomándolo —Hace días no te veo.

—Estaba castigada, por la pelea de aquel día.

—Eso he oído, pero no me han querido dar detalles.

Ella cruza las piernas y aprieta sus manos. Parece que es un tema que la incómoda.

— ¿Quién es? —me pregunta señalando el retrato que tengo sobre el escritorio

—Mi madre —mis ojos también quedan atrapados por la foto

—Es muy linda —observa tomando el marco con sus manos

—Sí, lo era —ella nota el significado de mis palabras. Tal vez si me abro con ella consiga que haga lo mismo conmigo —Murió hace 25, años después de darme a luz, mi padre la amaba mucho y dudo que alguien no pudiese hacerlo —dejo de mirar la foto y me centro en ella —, comprendo lo que sientes al perder a tus padres porque lo he sentido cada día de mi vida. — ¿Tú también extrañas a tus padres? ¿Es por eso que tienes las pesadillas?

Ella se mantiene en silencio.

— ¿Tubo algo que ver con la pelea? —tengo miedo que alguna de mis preguntas la haga marcharse.

—Cada noche tengo las mismas pesadillas, creo que ya lo sabes —comienza a hablar —ellos se van y no regresan y yo lloro y no paro de llorar. Solo que nunca hay nadie para consolarme cuando despierto. Días después de llegar algunos chicos se quejaron de mis gritos y desde entonces siempre me ubican en la última habitación. Ellos se burlan de eso, pero sé que no es mi culpa, solo lo hacen porque me tienen miedo — ¿Miedo? ¿Por qué le tendrían miedo? 

— ¿Por qué crees que te tienen miedo?

Coloca la foto en su lugar y me sonríe.

—Debo irme, solo quería que tuviese su pañuelo.

—Un momento —detiene su retirada y me mira —me alegra que hables conmigo. Quiero que sepas que siempre que quieras podrás hacerlo —sonríe y se marcha.

Se me hace tarde para mi salida a tomar café con Ann, y que llegue tarde no le hará nada de gracia. Bajo corriendo por los pasillos y me tropiezo con el director, no parece muy contento, anda con un documento en la mano, lo aprieta con fuera arrugándolo, sus cejas están a punto de unirse y al parecer su furia tiene algo que ver conmigo.

—Señor Chester, puedo ayudarle. —pregunto esperando no tener nada que ver con lo que sea que lo tenga así.

—Si, ¿usted tiene algo que ver con esto? 

Me extiende el documento para que lo tome, lo examino, es una respuesta a la carta que he mandado. Se relaciona con mi petición al ministerio, están aceptando, la comida enviada a Chester tendrá una revisión primaria y luego será enviada cada dos semanas.

—Es fantástico —exclamo sin ver el problema —y si, la petición la he hecho yo.

—Usted tenía que haberme visto primero antes de hacer esto. No tenemos dinero para andar pasando por revisiones ni para la transportación de comida cada dos semanas —me grita arrancándome el papel de las manos

—Señor, con todo el respeto, pero no se comparara con el dinero que tendrá que gastar si se produce una infección gástrica, o alguna otra enfermedad condicionada por la falta de nutrientes en los chicos. Le he hecho un favor.

 —Favor ni favor, manténganse en sus asuntos y yo me encargaré de administrar mi centro —uno de sus dedos apunta contra mi pecho. —Quiero ver como un recién graduado consigue trabajo con una mala carta de recomendación de su primer empleo.

Su amenaza me enoja, pero tiene razón.

—Sí señor.

— ¿Hay alguien enfermo?

—No lo quiero más husmeando en mis asuntos ¿Entendido?

—Si. 

—Bien —hace ademan de retirarse, tal vez este no es el mejor momento pero debo intentarlo —Señor, me preocupa una de sus alumnas.

— ¿Amy Lee? —pregunta y me sorprende que lo haya adivinado

—Creo que sus compañeros la acosan. 

—No se preocupe por ella, es solo un poco extraña, tampoco es asunto suyo—Una directa para decir “no moleste y con lo que no pueda solo déjelo así” —Pero tenga cuidado con ella, y manténgase alejado lo más posible. No puede confiar en ninguno de estos niños. Han sido enviados aquí porque tienen —hace una pausa para buscar las palabras —algo perverso en su interior.

—Sí señor, pero… —Me deja con la palabra en la boca, me desea un buen día y se va. 

Me empieza a parecer que poco se preocupa por los chicos. Después de almorzar con Ann, paso por la cocina para buscarnos a ambos algo de café. Mi padre me observa desde su mesa mientras pela patatas. Las cosas entre nosotros siguen tensas

— ¿Qué te pasa hijo? —pregunta con ese tono desarmador. —Quiero contarle, pero sé que me llevaré otro sermón. —Nada, Chester recibió mi carta para la mejora de los alimentos, y no estaba muy contento por mi intromisión, amenazó con despedirme.

—Odio decir que te lo dije —por su sonrisilla no parece que lo sienta mucho —Hijo, sé que te parecerá mal, pero eres un empleado, solo haz tu trabajo al límite y no molestes al director.