El psicólogo incompetente

Capítulo 10 ?

Son alrededor de las doce y una rubia cabeza peinada se asoma a mi oficina, me sonríe — ¿Ella sabe sonreír? —acomoda sus lentes sobre el puente de su nariz entrando a mi oficina. Toma asiento frente a mí.

— ¿Hola? —me aventuro a señalar extrañado.

—No pareces muy feliz de verme —señala Ann, abruptamente sincera. 

—Solo estoy sorprendido. Esperaba verte en el comedor, no que vinieses a buscarme —intento sonreír. 

—Pensé que hoy podríamos almorzar fuera, si no tienes mucho trabajo que hacer y te parece bien. 

—Por supuesto. 

Sus ojos van al libro que tengo sobre la mesa.

— ¿Has estado en las ruinas, no es así?  

—Si —admito nervioso. Me espera un sermón.

—Interesante, no pareces de ir a situaciones riesgosas. — ¿eso es bueno o malo? — ¿Y cómo descubriste la antigua biblioteca? Dudo que haya sido por casualidad. ¿Te lo dijo algún estudiante?

Admitir eso terminaría en alguien siendo castigado.

—Fue mi padre, —inventar cosas en el aire no es precisamente mi especialidad —Me contó de ella y fui a ver si había algún libro interesante. También me dijo que nunca fue renovada.

—La organización pensó que sería mejor no darle acceso a los niños a tanta información del mundo exterior. Puede ser peligroso.

— ¿Peligrosa la fantasía? —no puedo evitar burlarme.

—Las órdenes de la organización no se cuestionan —su rostro se vuelve serio, creo que he arruinado su buen humor.

—Eso tengo entendido, tuve un altercado con Chester y me dijo esas palabras. 

Veo una pequeña expresión en su rostro de disgusto al mencionar el nombre del director.

— ¿Por qué te lo dijo? 

—Porque fui a sus espaldas a pedirle algo al ministerio de salud.

—Valiente —sonríe de forma genuina. Hay algo en esta mujer que no entiendo, al parecer soy malo leyendo mujeres.

— ¿Valiente? Pensé que las órdenes de la organización no se cuestionan. —ella hace una mueca, no le gusta que la haya pillado contradiciéndose —Lo siento.

—No te disculpes. He sido criada para ser de una forma, eso no implica que no quiera ser de una forma diferente, por lo menos algunas partes de mí.

 Esta mujer me asombra más cada día.

—No deberías reprimir quien sientes que eres solo porque esté en conflicto con quien te enseñaron que deberías ser.

—Lo mejor, pero lo más importante para mí es mantener el prestigio individual que se extrapola al prestigio de los que represento. 

—Eso debe ser muy duro, vivir sintiendo que debes cumplir ciertas expectativas. Aun que debe ser aun peor cuando das todo de ti y aun así no es suficiente.

—Prefiero no opinar sobre ello. Yo siempre he cumplido lo que se me exige.

 Cuando a alguien le es impuesta una venda en los ojos, no es fácil quitársela sino con tiempo.

— ¿Entonces vamos a comer? —convida ella tomando su bolso.

—Si claro, —contesto tomando mi abrigo.

Bajamos juntos las escaleras para buscar mi auto. Al pasar por el patio no pude evitar notar como la mirada de Amy se cruza con la mía, ella observa a la mujer que va par de pasos más adelante que nosotros. Sus ojos destilan rabia, se levanta del banco y se mete al interior del recinto.

— ¿James? —Ann recupera mi atención — ¿pasa algo?

—No 

Ambos subimos a su coche, creo que fue un buena decisión tomar el suyo y no el mío. Ella conduce, el aire lleva hacia atrás su cabello. Al conducir parece tan, liberada.

(…)

No puedo creer que haya sido tan tonta de pensar que podría confiar en él, pero es de la misma calaña de esa bruja.

—No puedes confiar en nadie —otra vez ella interrumpiendo mis pensamientos.

Pensé que él era diferente, es la primera persona en mostrarme que le importo a alguien, creo que todo es mentira, solo es otro títere de ellos para poder controlarla. Lanzo el vaso de cristañ sobre mi mesa a la pared de la habitación. 

—Si ellos me matan moriremos las dos.

Ojala pudiera deshacerme de ti, ojalá pudiese sacarte de mi interior por mis propios medios, mi vida sería más sencilla.

—Que aburrida eres. —y tú eres la cara de la diversión.

Me lanzo sobre el colchón que golpea mi columna, no puedo contener las lágrimas que salen de mis ojos. Estoy sola.

—Siempre me tendrás a mí.

Eso es lo que me preocupa, sobre todo si ella siempre me tendrá a mí.

(…)

Ann se acerca de su visita al baño, estira su falda hacia abajo antes de sentarse. Durante su ausencia la camarera ha dejado nuestro pedido sobre la mesa.

—Perdón por demorar tanto. Ya podemos comer.

— ¿Puedo preguntarte algo? —ella asiente —¿Por qué la pedagogía?

—No me desagrada, y era lo que la organización necesitaba en ese momento.

Cada vez más “la organización” tiene más cara de secta.

— ¿Y no te molesta eso? ¿Haber definido tu vida en las necesidades de otras personas?

—No, es lo que hago. 

—Me gustaría ver más de la verdadera tú. Sin las trabas y máscaras que te han impuesto, pero no sé si seas capaz de revelarte ante mi de esa manera.

— ¿No ser capaz? —la haz ofendido, arréglalo.

—No me refiero a una cuestión de valentía. Me refiero a que a veces cuando llevamos por tanto tiempo una máscara se nos olvida quienes somos sin ella.

—Tienes razón. A veces no recuerdo cual es mi verdadera esencia, porque no tengo muchas personas para mostrársela. He notado que es algo que se ve mucho en los estudiantes. 

— ¿A si?

—Si. Por cierto, ¿por qué te preocupas tanto por esa chica, Amy Lee?

—Solo quiero ayudarla, noto que es la chica más excluida del reformatorio.

— ¿Y has hecho algún avance?

Después de verme contigo perderme todo el progreso hecho. Me limito a negar con la cabeza.

—No lo he logrado, tiene sentimientos muy herméticos. ¿Tú no vas a decirme que es peligrosa? Chester lo hizo.



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En el texto hay: misterio, amor, vampiro

Editado: 10.11.2022

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