El psicólogo incompetente

Capítulo 11 ?

Ann me regresa a la escuela y se marcha hacia su casa. Cada vez que entro aquí puedo sentir algo distinto al cruzar esos portones.

—Ha sido una tarde interesante —confiesa ella.

—Si, lo ha sido —admito —Quisiera invitarte a salir mañana en la noche, pero si no es de tu agrado no tengo problemas.

—Primero deberás decirme que tienes pensado para que pueda decirte si lo apruebo.

—Quiero invitarte a un club que hay en la ciudad. — ¿será demasiada aventura para ella? —Es un lugar de muy buen ambiente, y consumir alcohol no es obligatorio. No quiero que una mujer tan rectada como tú m mal entienda.

Ella sonríe, al parecer le divierte intimidarme.

—Está bien, me parece una idea interesante.

— ¿Entonces mañana a las nueve? ¿Me llevas o te llevo?

—Vendré a recogerte, estate listo princeso. Sobre todo para recibir unos cuantos pisotones, soy pésima bailando, pero bueno, a ti te gusta el peligro ¿no?

—Lo consideraré como un deporte extremo.

Las campanas suenan, ella arranca el coche para darle marcha atrás. Ya es hora de comer, la verdad es que entre el tiempo de viaje y el tiempo que estuvimos charlando en el restaurante pasé bastante tiempo con ella. Creo que la he prejuzgado muy tempranamente, empiezo a entender sus formas de ser, y si saco a esa parte de sí misma enterrada en su interior podré lograr que confié en mí. 

El movimiento de los chicos hacia el interior del reformatorio la traen a mi mente, debo hablar con ella, explicarle lo que ha visto. Pero primero tomaré un baño, necesito despejar mis ideas, creo que esta noche no cenaré, ya he comido suficiente.

Me detengo frente a su puerta, queda poco para el toque de queda. Llevo una hora dando vueltas en mi habitación pensando en que le voy a decir. Las manos me sudan pero tomo el valor para llamar a su puerta, no responde. D todas formas insisto, sé que solo puede estar ahí. Sé que me oye y que no quiere hablarme. Sé que debe estar molesta.

—Amy, por favor contesta, solo quiero explicarte. No me iré hasta que no abra.

— ¡Vete! —me grita sin abrir la puerta.

Sabía que estaba ahí. 

—Amy, por favor, solo escúchame. Después puedes pensar lo que quieras pero déjame explicarte.

Siento el seguro quitarse y ella abre.

— ¿Qué vas a explicarme? ¿Qué todo el tiempo has estado con ellos? —está decepcionada, puedo percibirlo.

—Eso no es verdad.

— ¿Entonces cómo es? Porque ya no le creo nada, doc. —cruza los brazos sobre su pecho.

Tiene razones para estar a la defensiva. No tiene razones para confiar en mí.

— ¿Puedo pasar? —ciertamente mi explicación no es algo que pueda ventilar en un pasillo. Ella duda —Es importante. —insisto.

Me desbloquea el paso, yo entro para que ella pueda cerrar la puerta.

— ¿Entonces?

Sus ojos azules hacen hincapié en los míos, son tan hermosos.

—Sé que hay cosas que me ocultas, creo que por miedo. Pero se la verdad de este sitio.

— ¿A si? —se pone nerviosa.

—Sé que estas no son buenas y caritativas personas, sé que tienen un negocio de trata de blancas en el reformatorio —su expresión es de una rara sorpresa, los inicios de sus cejas bajan y casi se unen.

— ¿Cómo lo supo?

—He escuchado y visto cosas, pero no tengo pruebas. Por eso me acerqué a tu profesora, para conseguirlas. —Ella camina por la habitación, creo que vacila sobre contarme algo. —Se pone peor, creo que quieren matar a alguien, una chica, al parecer por alguna razón es importante y peligroso para ellos que cumpla dieciocho.

Creo que sabe de lo que hablo, porque lleva sus manos a su rostro.

 —Es a mí, es a mí a quien quieren muerta.

¿Por qué?

— ¿Acaso eres hija de alguien importante?

—Es más complicado que eso, pero no puedo contarte. —se muerde las uñas, casi dejándolas en carne viva —Tengo miedo James —las lágrimas salen de sus ojos. —He hecho lo imposible por ser como ellos quieren, pero no puedo. Y tampoco puedo irme.

Verla tan desarmada me rompe el corazón, doy un par de pasos hacia ella para permitir que llore sobre mi pecho.

—Puedo ayudarte a salir de aquí.

—No puedo, no puedo salir hasta que cumpla dieciocho, pero creo que ellos me mataran antes. —su seguridad me hiela la sangre.

Me horroriza pensar que alguien pueda hacerle daño, es solo una chica.

—Buscaremos la manera, reuniremos pruebas.

—No entiendes James, ellos son muy poderosos. Nada puede detenerlos.

—Deberías tomar su sangre, eres débil, los humanos son nuestra comida —cuanto quisiera poder callarla.

Nunca había sentido un abrazo genuino, algo que te transmita protección. Me alegra saber que no está con ellos, que al fin tengo a alguien en quien apoyarme.

—Te equivocas en creerle. Nos haces débil, me haces débil.

Sus réplicas son insoportables, agradezco esos momentos donde permanece callada, aunque últimamente son pocos. Sé que tiene que ver con que mi cumpleaños dieciocho está cerca.

¿Será verdad? ¿Podrá ayudarme? Ni siquiera entiende la verdad de lo que pasa aquí. 

—Nadie puede salvarte de mí.

Puedo escuchar el latido del corazón de James en mi oído. Puedo imaginar la sangre que se bomba en su interior. Tan roja, tan pura.

—Podrías saborearla. — ¿no puede callarte un segundo?

—Por cierto —la voz de James me aleja de mis pensamientos asesinos —Gracias por abanarme en las ruinas.

Había olvidado eso.

—Si, yo, lo siento —no puedo decir que salir corriendo para no matarlo.

—No tienes que disculparte, ya lo entendí todo.

¿A sí? Suena muy seguro.

—Tienes hematofobia, fobia a la sangre.

Ojalá fuera solo eso, y no un deseo asesino por tenerla entre mis labios.

—Me descubriste, lo siento, tuve que irme antes de desmayarme.

Espero que se crea mi historia.



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En el texto hay: misterio, amor, vampiro

Editado: 10.11.2022

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