El psicólogo incompetente

Capítulo 16

— ¿Qué progresos has tenido? —pregunta Chester con sus ojos clavados en mi cuerpo desnudo.

Sus dedos caminan sobre mis caderas en un andar lento, dios como odio este hombre. Me levanto envuelta en la sabana y acercándome a la chimenea enciendo un cigarro. Esto le quitará las ganas de besarme por un rato.

—Me preocupa ella, creo que está intentando metérsele por los ojos. Quiere utilizarlo como a los otros —este tema me irrita tanto — ¿Por qué simplemente no podemos meterla en uno de los calabozos?

—Es niña no tiene culpa de lo que lleva dentro.

Una risa cínica sale de forma natural de mi interior.

— ¿Crees que me voy a creer esa excusa barata? A ti nunca te ha importado nadie. —una sonrisa burlona sale de mis labios junto con el humo.

No está feliz por mis palabras.

—Pero a los que mandan sí. Y mi trabajo es obedecerlos.

— ¿Y eso que te importa? 

Él sonríe de una forma maliciosa, sus expresiones son viles.

—Yo no puedo negarme a ellos como tú no puedes negarte a mí. ¿Lo entiendes?

Claro que si lo entiendo, es como si hubiese algo en mi interior obligado a seguir órdenes como una autómata.

—Bien, no son tus razones, así que, ¿Cuáles son las de ellos? ¿Por qué le temen tanto si aún es una niña?

—Si muere la oscuridad se apodera de ella, si escapa también. —explica con voz ronca.

—Tiene que haber una manera de destruir una cosa sin quitar otra. —analizo, pero creo que alguien más ya debió pensar en eso.

— ¿Por qué crees que ellos se esconden en esos cuerpos?

Hasta ahora nunca me lo había preguntado. ¿Por qué tomar un recipiente tan débil para esconderse? Él ve la duda en mi rostro y decide responderme.

—Escogieron esos cuerpos por dos razones, sabían que intentaríamos destruirlos en su forma más débil y porque, no es su forma más débil. Nos costó mucho llegar a donde estamos, el suero lo cambió todo.

— ¿Y cuál es el plan? El suero casi no puede controlarla, en cuanto cumpla dieciocho el hechizo de estas paredes no podrá tampoco.

— ¿Estás preocupada por tu príncipe de bata blanca? — ¿celos? Nunca, posesión.

Si, lo estoy, pero nunca le daría el placer a Chester de saberlo.

—Solo quiero saber tu plan.

Por mucho que me desagrade regreso su lado en la cama. Tal vez mis besos hagan que comparta un poco más de información.

—Tal vez pueda estar ahí ese día, para asegurarme que sea destruida. —mis labios juegan en su oreja.

—Cuando ocurra la transformación habrá un momento donde ambas partes se separaran, no podemos destruirla pero si pasarla a un recipiente más seguro.

—Y ella, la chica, el recipiente actual, ¿Qué pasará con ella?

—Lo más probable es que muera.

(…)

Entro agotado a mi cuarto, cierro la puerta a mis espaldas, volteo y levanto la vista de mi libro, no me esperaba esto. El libro resbala por mis manos y golpea el suelo. Sin mirar a la cama me agacho para recogerlo, se cae de mis manos varias veces, es obvio que estoy nervioso.

—Amy ¿Qué haces? —le pregunto sin levantar la vista.

 Supongo que está desnuda porque las sábanas que cubre su cuerpo no da indicios de otro vestuario.

—Te estaba esperando doc. —aun cubriendo su cuerpo avanza por la cama hacia mí.

—Por favor vístete —mi voz suena entrecortada por los nervios —Alguien puede verte. 

—Solo estamos tú y yo doc.

Su cabello negro cubre su espalda desnuda, trago en seco.

—Te he dicho que te vistas —tomo una de las camisas de mi closet y la lanzo frente a ella — ¿Qué crees que haces?

Veo la vergüenza y la expectación en su rostro.

—Creí que dijiste que te parecía muy joven para estar contigo, quiero probarte que no lo soy.

—Este es justo el comportamiento de tu parte que no me gustaba, que me reafirma que no eres lo suficiente madura. Ahora por favor vístete —me doy vuelta para darle la oportunidad de ponerse mi camisa.

Unos brazos me rodean el cuello por detrás. Tengo el impulso de voltearme por una voz en mi cabeza lo impide —si soltó la sabana quiere decir que está desnuda.

— ¿Por qué ella sí? —un beso en el cuello eriza mi piel.

—Amy, vístete —pido sin poder moverme, sus labios siguen caminando húmedos por mi cuello.

Siento la punción de sus colmillos en mi piel.

— ¡Amy, basta!

Estoy seguro que casi se cae de la cama cuando doy unos pasos para deshacerme de su agarre. 

—Te dejaré para que te vistas —con un portazo le dejo claras mi palabras, salgo de la habitación y me quedo con la espalda pegada a la puerta.

No puedo permitir esto, no puedo estar con ella. Esto ha sido una súplica por mi atención, a lo mejor vio a Ann salir de mi habitación hace unas noches y son celos. Casi caigo al piso cuando la puerta se abre para dejarla salir. No me mira, su vista va pegada al suelo en lo que en una acción rápida cruza a su habitación. 

Vuelvo a entrar en mi cuarto y me lanzo sobre la cama vacía, las sabanas aún conservan su perfume. Maldita loca. ¿Por qué me gusta tanto? Busco la botella que tengo escondida en el closet.

—Un trago no me hará daño y me ayudará a relajarme —me convenzo cuando sé que estoy haciendo locuras.

 Antes de que me dé cuenta solo queda media botella —Quizás debí invitar a papá, creo que estoy borracho —todo me da vueltas. 

Hace tiempo que no bebía tanto, no disfruto de hacerlo y perder el conocimiento, creo que sería una buena idea ir a hablar con ella ahora, debo disculparme. ¿Será una verdadera buena idea o cosas del alcohol? ¡Claro que es una buena idea! 

— ¿Qué haces aquí? —pregunto para parecer equilibrado cuando ella abre la puerta al décimo toque.

—Este es mi cuarto, no él tuyo, del cual me expulsaste. —está dispuesta a cerrar pero mi mano detiene la puerta.

—Espera, quiero hablar contigo.



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En el texto hay: misterio, amor, vampiro

Editado: 10.11.2022

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